Desde 2013, la casa de Fabián Yantorno es Sud América. El futbolista, que lleva 19 años en el profesionalismo, vivió allí el peor momento de su carrera deportiva, cuando le tocó descender tras perder por penales ante El Tanque Sisley en un partido jugado en el Franzini. Esto ocurrió en 2017, un año muy difícil, ya que el volante central estuvo ocho meses afuera de la cancha por una fractura de tobillo.
Para el año siguiente, 2018, Yantorno decidió quedarse para buscar el ascenso con los naranjitas y dejar atrás el penal que erró en esa definición que todavía le da vueltas por la cabeza porque, aunque sabía que no era por eso que el club descendió, se sintió “medio culpable”. “En ese momento pensé en muchas cosas, en el sacrificio que habíamos hecho”, contó a Referí el futbolista.
Sud América es la casa de Yantorno desde antes porque fue en 2011 cuando llegó por primera vez al club desde Hartlepool inglés. Junto a sus nuevos compañeros formó una “banda bárbara”, según su definición, y se enamoró de un club de barrio, con historia.
Desembarcó en el club naranja 11 años después de su debut oficial como jugador profesional y mucho después de sus inicios con la pelota, que se dieron en Danubio. En el franjeado hizo todo el baby fútbol en una cancha que le quedaba a tres cuadras de su casa. En ese equipo danubiano fue compañero de Juan Manuel Olivera.
En el equipo de su barrio de ese momento –ahora ni él ni su familia viven en Maroñas– no debutó en Primera porque un compañero lo invitó a ir a jugar a Bella Vista, donde podían tener más minutos.
Cuando Yantorno arrancó la pretemporada con la cuarta división de Bella Vista, al club había llegado un entrenador argentino que recién dirigía sus primeros equipos de fútbol: Sergio Batista. El “Checho”, quien había sido campeón del mundo como futbolista con Argentina en 1986, iba a las tribunas de los partidos de juveniles y un día se dio cuenta que el volante estaba pronto para integrar el plantel de Primera.
“En ese año Bella Vista iba a jugar la Copa Libertadores. Me subió, formé parte de esa lista y a los pocos meses debuté”, recordó sobre el momento en que, con solo 17 años, entrenaba con el plantel mayor.
Fabián Yantorno recuerda a Batista. “Para mí era un fenómeno. Fue el que me hizo debutar en primera”, comentó el jugador buzón sobre su primer técnico.
El aun novel entrenador –que ahora dirige la selección de Catar– solía contar anécdotas sobre la etapa que vivió como compañero de Diego Armando Maradona. “Yo era de los pibes que escuchaba. Me gustaban las anécdotas”, comentó Yantorno. “Nos hablaba de Maradona. Imaginate: era un campeón del mundo, había jugado con Maradona, tenía un trayectoria bárbara...”, destacó.
En ese equipo de Bella Vista había jugadores con una gran trayectoria, como Alejandro Mancuso, que jugaba en el mismo puesto de Yantorno. El jugador argentino se retiró en el fútbol uruguayo luego de pasar por Vélez Sarfield, Boca Juniors, Palmeiras, Independiente, entre otros equipos brasileños, argentino y españoles.
Yantorno estuvo hasta 2005 en Bella Vista y en julio de ese año emigró a Italia. Su representante de ese momento lo llevó a jugar al Sambenedettese, equipo que actualmente dirige Paolo Montero.
En ese equipo estaba un uruguayo que Yantorno adoptó como padrino. Damián Macaluso, actual zaguero de Wanderers, vivía allí y tenía una buena experiencia extranjera por su paso, entre otros equipos, por la Sampdoria y Venezia.
“Lo agarré de padrino y no me le desprendía. Iba para arriba y para abajo con él, hacíamos todo juntos. Me ayudó a crecer como futbolista y como persona”, contó Yantorno sobre el jugador que lo hacía estar más cerca de Uruguay.
Macaluso vivía con su esposa, y Yantorno solo en otro apartamento, pero estaba todo el día en la casa de su compañero de equipo.
El fútbol de Italia se terminó para siempre para Yantorno cuando su representante se desvinculó de los futbolistas y del club. Entonces, el volante debió volver a Uruguay y Miramar Misiones, que ese año jugaba en Primera división, fue su nuevo equipo.
“Había un grupo bárbaro. Nos tocó hacerle buenos partidos a los grandes y le hice un gol a Peñarol en el Estadio. Fue en el 2006”, recordó Yantorno sobre ese encuentro en el que Juan Castillo estaba en el arco carbonero.
En Miramar tenía de compañeros a Damián Frascarelli, que estaba en su primer año como futbolista. También a Agustín Lucas, Nicolas Schenone, Andrés Rodríguez.
Después de su experiencia en el cebrita, Yantorno volvió al fútbol euorpeo y se encontró con un mundo nuevo. Jugó en Escocia, que “es como si fuera la B del fútbol inglés”, pero allá no tenía un uruguayo que le hiciera de padrino. “No había nadie. Después vino un argentino al otro equipo de la ciudad e hicimos una buena amistad”, comentó.
Cuando volvió de Europa lo hizo con la intención de radicarse en Uruguay, pero surgió una propuesta del fútbol colombiano que lo tentó económicamente, hizo el esfuerzo y se fue un año más a vivir afuera.
Esta etapa Yantorno la tomó como la última experiencia en el exterior. El futbolista quería volver a su país, “estacionarse” y formar una familia. De hecho, apenas volvió de Colombia su esposa quedó embarazada de Martina, que ahora tiene cinco años. Su otra hija de llama Joaquina y tiene dos.
Y volvió de Colombia para ir a su nueva casa, Sud América, ese lugar en el que se sintió cómodo desde el primer momento que llegó y donde ahora pelea por volver a la Primera división del fútbol uruguayo.
El futbolista tiene el curso de entrenador y de gerencia deportiva, pero, si fuera por él, jugaría toda la vida al fútbol, dice.
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