(Esta nota fue publicada el 27 de abril de 2009; luego Old Boys fue campeón en 2010 y 2013)
En 1975 el mapa del rugby mostraba un solo nombre: La Cachila. El equipo celeste y negro mostraba sus últimos destellos de esplendor, dominando los títulos uruguayos. Y en un campeonato con tantas hegemonías, el último en cortarlas había sido Old Boys, con un tetracampeonato de 1962 a 1965.
Pero algo cambió en 1975, para que ya nada fuera igual. Tanto, que fue el último campeonato compartido por dos clubes, el último de La Cachila, el último de Old Boys, y el último de cualquier otro club que no fuera Carrasco Polo y Old Christians, que a partir de allí se adueñaron de la ovalada local.
Para que el azulgrana llegara a la consagración fue fundamental la sorpresiva victoria 15-6 ante La Cachila en la penúltima fecha, que le permitió alcanzar al equipo celeste y negro en la primera posición de la tabla. Justo en La Bombonera, el pequeño campo de Melilla en que el entonces amo y señor del rugby uruguayo era local, una cancha de reducidas dimensiones donde hacía pesar el tamaño de sus forwards.
“Me acuerdo que nos jugábamos el campeonato, le habíamos ganado a Christians y habíamos perdido un partido imposible y empatamos con La Cachila en la primera rueda, entonces ellos llegaban arriba. Yo no pude jugar porque estaba enfermo, y encima era en la cancha de ellos, que era muy chica”, recuerda Raúl Fajardo, hooker del equipo y por entonces capitán, que debió sufrirla desde afuera.
Luego de esa victoria los dos debían ganar en la fecha siguiente, algo que hicieron, para levantar la copa en conjunto. “Era un equipo bastante ágil, muy bueno en el juego de manos. Teníamos un centro que era un fenómeno, se llamaba Michael Smith y medía 1,90. Francisco Obes era el hooker, y además subieron jugadores bien jóvenes como Bordaberry y Gaminara o el pateador Nicolás Herrera”, recuerda Raúl Fajardo. “Era un buen cuadro, una buena mezcla de juveniles con mayores. Tenía el estilo de Old Boys, de forwards con poco peso y buenos backs”, recuerda Martín Stéfani, hoy médico del plantel principal de Old Boys y en aquel momento jugador de Reserva, además de una enciclopedia histórica azulgrana.
Pero como habitualmente ocurre, muchos aseguran que ese equipo de Old Boys no era tan bueno como el de 1976, que quedó cerca de lograr el bicampeonato.
“Entrenábamos en la Ciudad Vieja, en la rambla y con una sola pelota, sin exagerar. Se iba al río y había que tirarse de cabeza al agua, en el medio del invierno. Uno se lo cuenta a los jugadores de ahora y no lo pueden creer”. Martín Stefani. Ex jugador, médico del plantel
“Al año siguiente se hizo una campaña bárbara y perdimos en una final insólita con Old Christians. Se iba a jugar un domingo, pero no sé por qué maniobra se pasó para el sábado; Michael Smith estaba estudiando Agronomía en Paysandú y no pudo llegar”, agrega Stefani, revalidando aquello de que “el otro” siempre suele ser mejor al que ingresa en la historia.
“Antes era más fácil, ganabas más partidos y alcanzaba con eso, no tenías tantas finales como ahora”, recalca.
“Fue el último, y todavía estamos esperando que el club gane uno. Se consiguió algún Torneo Clausura, pero siempre hacemos la broma los veteranos de que somos los campeones del club”, asegura Eduardo Gaminara, cuya sangre siguió la tradición, ya que su hijo forma parte del plantel de Old Boys y de la selección juvenil M20 que jugará el Mundial de Japón.
Claro que hablar de un campeón de aquellas épocas no es lo mismo que uno de estos días. Porque si bien en algunos puntos la exigencia física era menor, por otro lado había que ser muy fanático para darlo todo en prácticas con una sola pelota o en el medio de una playa de la Ciudad Vieja.
“No tenía nada que ver con lo de ahora, no se hacía pesas y en los entrenamientos apenas corrías. Si estabas entrenado hacías mucha diferencia”, agrega Gaminara.
“Entrenábamos en la Ciudad Vieja, en la rambla y con una sola pelota, sin exagerar. La pelota se iba al río y había que tirarse de cabeza al agua, en el medio del invierno. Uno se lo cuenta a los jugadores de ahora, que tienen mayores comodidades, y no lo pueden creer. No había ninguna luz, y muy cada tanto hacíamos pelota. La técnica la tenías del arrastre de los años del colegio. Era muy sacrificado, y más meritorio todavía el logro”, finaliza Stéfani.
Este artículo formó parte de la serie "Campañas" que semanalmente, entre el 27 de marzo de 2006 y 1° de marzo 2010, publicó El Observador en su edición impresa y que en estos tiempos de encierro permitirán recordar las mejores actuaciones de equipos e individuales en todos los deportes en Uruguay
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