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Los All Blacks se florearon y desnudaron el gran problema de Argentina en el Mundial: ¿a qué jugaban Los Pumas?
Una victoria ante Nueva Zelanda en semifinales del Mundial de Rugby era una hazaña para Los Pumas. No porque nunca la hubieran logrado, incluso hace bastante poco. Pero sí por los momentos: de un lado un equipo que desde el juego nunca terminó de convencer, ni antes ni después de este Francia 2023, y remontó el cuarto de final ante Gales a base de defensa y personalidad. Del otro unos All Blacks que parecían arribar desahuciados a Francia 2023 pero que se reencontraron con su instinto asesino en el correr del torneo, y que llegaban a la semi tocando sus puntos más altos.
Argentina tenía que hacer el partido perfecto. No solo eso: tenían que lograr que casi los 80 minutos se jugaran en sus propios términos. Pero el drama de estos Pumas se desnudó en Saint Denis de forma dolorosa: en un año y medio de mandato de Michael Cheika, nunca terminamos de saber cuáles eran esos términos. Nunca supimos a qué jugaban.
Encima, para mayor problema, se quedaron sin nafta. No en vano era, de los cuatro semifinalistas, el que llegaba con más desgaste en sus titulares. El milagro no apareció, Nueva Zelanda dominó casi de punta a punta y terminó clasificando a la final del Mundial con goleada 44-6.
Ya sin las urgencias del mundial de por medio, Argentina deberá redefinirse. La pregunta hoy es: ¿a qué juegan Los Pumas? No son el equipo ultraofensivo de la era Hourcade (difícil serlo en el rugby polivalente de hoy), pero tampoco uno que construya su juego a partir del uso del pie, como Inglaterra, o desde el dominio físico, como Sudáfrica. No son un equipo que acalambre desde la base del breakdown y lastime con frontalidad, como Francia, o uno de juego total, como Irlanda o Nueva Zelanda.
Hoy Los Pumas no saben a lo que juegan. La salida de Mario Ledesma derivó en la llegada de un Michael Cheika que, más allá de su poder motivador, nunca encontró un equipo confiable, y que metió cambios estructurales durante todo el Mundial, sobre todo en el 9 y el 10. Sí, consiguieron algunas victorias por aquí y por allá, pero ni en la defensa, ni en las formaciones fijas, ni en el juego dinámico (mucho menos en un juego con el pie que casi no usó), Argentina encontró una herramienta a la cual recurrir cuando las cosas no salían.
El partido
El secreto de este 44-6 estuvo en que el partido fue siempre el que a Argentina no le servía jugar. Salvo los primeros cinco minutos, en los que tuvo la pelota y fue hacia adelante en el contacto, en el resto siempre se jugó a lo que quiso Nueva Zelanda. Porque Los Pumas tuvieron posesión psero casi siempre se desgastaron con ella, sin poder ganar el breakdown, ante un rival que le enlentecía siempre la posesión. Sin ninguna inercia, quedaron a merced de las pescas de los All Blacks, que fueron quirúrgicos para decidir cuando enlentecer y cuando robar.
Y así nació el primer try: fue de la indisciplina argentina que Nueva Zelanda encontró espacios. Primero para pasar de defensa a ataque (Bofelli quedó aislado tras una buena jugada en que primero Isa había ganado la ventaja), luego un penal en un maul que avanzó varios metros, y finalmente el try por la punta luego de otro maul nacido de un line que avanzó y que dervió en un pick and go de un par de fases que agrupó a la defensa argentina por el centro de la cancha: 7-3.
Pero esa fortaleza en el breakdown se mantuvo a lo largo de todo el primer tiempo, y fue la base de que los kiwis jugaran en sus propios términos. Por ejemplo, para el try del 12-3: pelota recuperada del ruck tras varias fases de un ataque argentino que no generó inercia, contraataque veloz con pases en el contacto y sobre todo mucho dominio en el contacto, espacios por todos lados y try.
Argentina logró jugar un poco segun sus condiciones entre 20 y los 30 minutos, cuando se posicionó en campo rival, y tras un buen line y maul desarrolló su mejor jugada de ataque, que terminó en penal para el 6-12, en una jugada que bien podía haber sido try si un par de rucks hubiesen sido un poco más rápidos. Fue el único momento en que tuvo posesiones en sus términos: después fue darse siempre con la pared, sin sorpresa, sin alternativas en el juego profundo por afuera. Sin identidad de juego.
Pero Los Pumas no pudieron sostener eso: la salida siguiente derivó en penal por disputa ilegal en el aire de Juan martín González: line, lanzamiento rápido y otra vez un penal para que Nueva Zelanda sacara ventajas 15-6. Y cuando el equipo de Michael Cheika miraba el reloj para que terminara el primer tiempo para recuperar fuerzas, una entrada en potencia de Telea riompiendo tres tackles, la inercia y los espacios inevitables para el try de Frizell que cerró el primer tiempo con un 20-6 amplio pero justo.
Si habia alguna esperanza de regreso de Los Pumas en el partido, se terminó a los 41: salida, knock on, scrum, ventaja de penal para los All Blacks yendo para adelante, y bnuebna corrida de Aaron Smith por canal 1 para try de primera fase que puso el 27-6. El partido se quebró y solo quedó que Los Pumas salieran a maquillar un poco la ventaja. Eso no llegó, y el 44-6 terminó marcando las diferencias que hoy hay entre ambos.
Formaciones de Argentina y Nueva Zelanda
ARGENTINA Juan Cruz Mallía; Emiliano Boffelli, Lucio Cinti, Santiago Chocobares, Mateo Carreras; Santiago Carreras, Gonzalo Bertranou; Tomás Gallo, Julián Montoya (capitán), Francisco Gómez Kodela; Guido Petti Pagadizábal, Tomás Lavanini; Juan Martín González, Marcos Kremer, Facundo Isa
Suplentes: Agustín Creevy, Joel Sclavi, Eduardo Bello, Matías Alemanno, Rodrigo Bruni, Lautaro Bazán Vélez, Nicolás Sánchez, Matías Moroni
NUEVA ZELANDA Beauden Barrett; Will Jordan, Rieko Ioane, Jordie Barrett, Mark Tele'a; Richie Mo'unga, Aaron Smith; Ethan de Groot, Codie Taylor, Tyrel Lomax; Samuel Whitelock, Scott Barrett; Shannon Frizell, Sam Cane (capitán), Ardie Savea
Suplentes: Samisoni Taukei’aho, Tamaiti Williams, Fletcher Newell, Brodie Retallick, Dalton Papali’i, Finlay Christie, Damian McKenzie, Anton Lienert-Brown
