Las denuncias judiciales no resueltas por abuso sexual y violación contra Gérard Depardieu llevaron al presidente Emmanual Macron a hablar de “cacería humana”.

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A golpe de manifiestos y denuncias, Francia vive su propia batalla cultural

En el país del caso Dreyfus y la teoría de la decontrucción, debate sobre la cancelación de personalidades encienda los ánimos al punto de convertirse en cuestión de estado
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12 de febrero de 2024 a las 05:01

A golpe de columnas de opinión, renuncias y declaraciones de funcionarios, políticos e intelectuales, Francia vive su propia batalla: el debate por la cancelación cultural, llamada “wokismo”. Un agitado cruce de posturas que incluye una larga lista de temas, personalidades y figuras históricas.

"El 'wokismo' se convirtió en una política de censura", afirmó esta semana la ministra de Cultura, Rachida Dati, proveniente de la derecha liberal y nombrada en enero pasado por el presidente Emmanuel Macron en el marco de un relanzamiento de su gobierno, agobiado por las críticas de la ultraderecha y la izquierda.

"Soy partidaria de la libertad del arte y la creación, no estoy a favor de la censura", añadió la ministra, que prometió abordar el tema con la plana mayor de su ministerio, declaración que alimentó el debate sobre qué es políticamente correcto y qué no.

El "wokismo", un término surgido en Estados Unidos, proveniente de “to wake” (despertar, en español) y vinculado originalmente a la lucha contra la segregación racial, se amplió hasta aludir al "despertar" o la "toma de conciencia" contra cualquier tipo de discriminación.

En las últimas décadas, el movimiento "woke" asumió otros muchos objetivos, como la lucha anticolonial, las cuestiones de género y contra el cambio climático, entre otras cuestiones, y en el campo cultural provocó la "cancelación" de personalidades que, por sus declaraciones, sus obras o acciones, son desterradas de la vida pública.

El caso Tesson

El escritor francés Sylvain Tesson, un autor de éxito gracias a sus libros de viajes, algunos de ellos adaptados a la gran pantalla, como El leopardo de las nieves (2021), se constituyó en la víctima más reciente de esa tendencia. Este año, Tesson fue nombrado padrino de la "Primavera de los Poetas" de París, un evento cultural que en marzo cumple un cuarto de siglo.

Un grupo de intelectuales criticó la elección mediante una columna de opinión publicada en el diario de izquierda Libération, acusando al escritor de encarnar "una ideología reaccionaria". ¿La razón? Tesson elogió a figuras literarias francesas del pasado, tanto de derecha como de izquierda, y tomó partido públicamente por Armenia en su disputa territorial contra Azerbaiyán. El debate quedó en el centro de la agencia pública.

El gobierno francés tomó su defensa, y la tribuna en contra de Tesson, calificado de representante de la "extrema derecha literaria", fue contestada por otros escritores y artistas, que se pronunciaron en señal de apoyo. Debate que no se saldó, pero que derivó en la renuncia de la directora artística de la "Primavera de los Poetas", Sophie Nauleau.

La misma polémica rodea a la estrella del cine Gérard Depardieu, acusado de abusos y acoso sexual por varias mujeres y de violación por una aspirante a actriz cuando supuestamente sucedieron los hechos. El “caso Depardieu” está pendiente de resolución ante la justicia, pero en la prensa francesa proliferaron las declaraciones públicas a favor y en contra del actor, hasta hace poco una suerte de héroe nacional.

En este caso, a una columna de opinión en defensa del actor, firmada por unas sesenta personalidades y publicada en el diario conservador Le Figaro, le siguió una réplica de 8.000 firmantes contra Depardieu. La consecuencia: el gobierno del presidente Emmanuel Macron amagó con retirarle la Legión de Honor al actor de Cyrano, pero luego se echó atrás.

"No debemos caer en la trampa de sustituir la justicia por las peticiones, las redes sociales y los estudios de las cadenas de noticias", pidieron dos conocidos abogados, Pierre-Olivier Sur y Mathias Chichportich, en otra columna, en este caso publicada en el periódico de centro izquierda Le Monde.

El ejemplo Zola

Desde el famoso artículo "Yo acuso", del escritor Émile Zola (1840-1902), que en 1898 ayudó decisivamente a denunciar el escándalo Dreyfus, las columnas de opinión publicadas en la prensa jugaron un papel clave en Francia.

“Sin embargo, ahora, las redes sociales y los nuevos medios de comunicación evolucionaron las fronteras del espacio público, amplificaron el debate y multiplicaron las opiniones", recuerda Claire Blandin, profesora de Ciencias de la Información.

El propio Macron, que pidió en repetidas ocasiones "unión nacional" para enfrentar el peligro de las posiciones extremas en materia de política y cultura, avivó el fuego y alentó una nueva ronda de controversias al criticar lo que describió como "una cacería humana" contra Depardieu.

El debate es estruendoso. Lo protagonizan grandes estrellas, pero se juega también a muchos otros niveles, como por ejemplo la vida universitaria. El "wokismo" está estrechamente ligado a la decontrucción, la teoría que nació en las aulas universitarias francesas y que tiene como uno de sus principales exponentes al filósofo Jacques Derrida (1930-2004).

Algunos expertos denuncian la deconstrucción como "bumerán intelectual". Tras llegar a Estados Unidos, las teorías que surgieron en al campo de la filosofía volvieron a Francia metamorfoseadas. Un grupo de intelectuales críticos del "wokismo" y la deconstrucción organizó un debate en 2023 en la Sorbona, que incluso provocó manifestaciones en la entrada. Poco después, sus rivales académicos organizaron su propio coloquio: "¿Quién teme a la deconstrucción?".

"Detesto la expresión 'liberar la palabra' porque es justamente una expresión de los 'wokistas'. Pero, bueno, pusimos en evidencia el fenómeno y a partir de ahí, la polémica continúa", explica la profesora de Literatura Comparada Emmanuelle Hénin, una de las organizadoras del primer evento en la Sorbona.

Ya sea en los claustros, en la televisión o en los medios de comunicación, el debate no cesa, y el “wokismo”, que busca dar voz a las minorías raciales, nacionales y de género con una mirada igualitaria y "decolonial", sigue en el centro de la escena, tanto como el debate sobre la cancelación cultural.

 

(Con información de AFP)

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