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La mejor sorpresa

Los Teritos están haciendo un enorme torneo, y no es fruto de la casualidad
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13 de abril de 2014 a las 22:01

En la lejana Hong Kong, el rugby uruguayo está dando por estos días pasos significativos en su intención de seguir prendido en un tren del rugby internacional que cada día exige más. Los Teritos, que hace un año habían sufrido amplias diferencias con sus rivales en el Mundial M20 B y habían terminado en la séptima y penúltima posición, jugarán mañana ante Namibia por la clasificación a la final, algo que no sucede desde 2008. El resultado puede llegar o no –de hecho Uruguay no depende de sí mismo– pero el salto cualitativo de 2013 a 2014 es enorme.

El año pasado Uruguay había cosechado tres derrotas en primera fase: ante Japón 40-20, ante Canadá 36-15 y ante Tonga 35-20. Eso lo dejó último en la serie, por lo que jugó la final por el séptimo puesto ante Namibia, al que venció 40-29.

Este año Los Teritos se enfrentaron a los primeros dos, pero los resultados fueron completamente diferentes: le ganaron a Japón 33-28, mientras que el segundo ante Canadá terminó en empate 18-18, luego que los norteamericanos igualaron con un try en la última pelota del partido.

El salto es impresionante. El rugby no suele ser un deporte de evoluciones tan drásticas, sobre todo en un escenario como el actual donde los equipos empiezan a profesionalizarse desde jóvenes y a establecer una base competitiva fuerte en estos torneos M20.

¿Dónde está el secreto? Son varios. Es una generación buena, aunque otras generaciones buenas –como la de 2010, que actualmente es la columna vertebral de la selección– no lograron esos rendimientos.

Pero quizá tanto o más importante es el trabajo de fondo que tiene esta generación. Es que estos Teritos han aprovechado como nadie un año y medio de trabajo en el Centro Charrúa. Son casi una prueba de laboratorio de cómo puede trabajar el rugby uruguayo dentro de un Centro de Alto Rendimiento. Y con el agregado de que los juveniles de 20 años pueden aprovecharlo más que los mayores, porque, aunque no reciban dinero, en la práctica tienen el tiempo para prepararse como profesionales, cosa que Los Teros ya no pueden hacerlo porque tienen obligaciones laborales que los exigen a un esfuerzo extremo para poder hacer frente a la exigencia del rugby internacional, y al mismo tiempo ganarse en sus profesiones particulares.

A lo anterior se le agregó un cuerpo técnico que eligió trabajar en absoluto silencio, con el esfuerzo y la humildad como norte. Los resultados podrán llegar pero, ante todo, la misión principal del proceso, la de formar futuros Teros, se está logrando con creces.

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