El letal Messías albiceleste

Argentina le ganó a Irán por 1-0 gracias a una genialidad de Lionel Messi, que jugó 88 minutos como para reprobar el examen y sacó a relucir toda su inspiración en el epílogo del partido, pero evidenció enormes dificultades en la creación de juego y una llamativa falta de pulcritud en la medular para realizar, de forma limpia y efectiva, la transición defensa-ataque para hilvanar circuitos punzantes en ofensiva.

Sabella, que luego de la victoria ante Bosnia recibió un reclamo público por parte de su máxima estrella y que, temeroso al cambio de humor de su capitán, obedeción sin titubear, modificó el sistema táctico de Argentina que salió con una apuesta más ofensiva -un 4-2-3-1 en lugar del 5-3-2 del debut- pero con una carencia de profundidad que logró exasperar al más optimista de los hinchas.

Irán le dio una lección al mundo de superación táctica y de como, ante la adversidad de los favoritismos previos que lo daban como un sparring destinado a recibir goleadas, faltarle el respeto un equipo repleto de estrellas y consagrar al más cuestionado de la delegación rival: Romero.

El arquero oriundo de Racing de Avellaneda fue la gran figura del juego, aunque para los marketineros jurados de FIFA tenía que ser Messi, quien demuestra no estar aún al nivel del Maradona de 1986, pero que, cómo aquel, salvó a su equipo en los dos primeros partidos.

El tándem iraní compuesto por Teymourian y Nekounam fue demasiado intenso para Gago que, jugando al mismo nivel que en Boca Juniors, hizo naufragar todos los intentos ofensivos desde la medular.

Messi, empecinado por demostrar que puede rendir al nivel de Barcelona, se volcó a la derecha para intentar quebrar las líneas hacia el centro y tener perfil de tiro. Pero se encontró con un muro rival que lo escalonó y logró aislarlo. A partir de ese momento Argentina se divorció por completo de la idea del juego asociado y los cuatro fantásticos se transformaron en actores de reparto esperando de la llegada del messías.

Hasta que Irán cometió el pecado irremediable de pestañar. Semejante doctrina defensiva durante 90 minutos dejaron espacio a que Messi se iluminara.

El capitán, gravitante como pocos para su selección en un deporte colectivo que parece individual en el caso argentino, sacó a relucir su mejor cara para marcar un golazo desde afuera del área y acabar con el sueño iraní.

El paradigma del esfuerzo asiático se fue por el caño para alegría, traducida en alivio, de un equipo albiceleste que debe mejorar en todos los rubros e involucrar a todos los jugadores en el juego si quiere, al menos, hacerle cosquillas a las potencias.

Seguramente no habrá más palabras de Messi criticando planteos tácticos. Es hora de que Sabella se ponga el traje de entrenador y Messi, el que mejor le queda.

ARGENTINA 1 - IRÁN 0

Estadio: Estadio Mineirao (Belo Horizonte)

Asistencia: 57.698

Arbitro: (SRB)

Argentina: Sergio Romero, Pablo Zabaleta, Federico Fernández, Ezequiel Garay, Marcos Rojo, Fernando Gago, Javier Mascherano, Ángel Di María (Lucas Biglia 94), Lionel Messi (c), Gonzalo Higuaín (Rodrigo Palacio 77), Sergio Agüero (Ezequiel Lavezzi 77). DT: Alejandro Sabella.

Irán: Alireza Haghighi, Pejman Montazeri, Jalal Hosseini, Amirhossein Sadeghi, Mehrdad Pooladi, Massoud Shojaei, Anderanik Teymourian, Ehsan Haji Safi, Javad Nekounam (c), Ashkan Dejagah, Reza Ghoochannejad. DT: Carlos Queiroz.

Gol: 91' Lionel Messi (A).