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Un festejo en honor a Abdón Porte

Así se vivió la consagración del tricolor en la cancha de Danubio
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07 de mayo de 2018 a las 05:00
"Un campeonato que se llama Abdón Porte solo lo podía ganar Nacional" dijo un veterano que esperaba a los jugadores junto al ómnibus estacionado estratégicamente a metros del vestuario en el estadio de Danubio. El 5 de marzo se cumplieron 100 años de la muerte del jugador-hincha que se pegó un tiro en el medio del Parque Central porque había perdido el puesto en el equipo. Una decisión trágica, inexplicable en estos tiempos, pero que Nacional atesora como un gesto de amor a la camiseta.

Esa camiseta tricolor que el sábado copó las calles de Jardines del Hipódromo y que adentro del estadio armó su fiesta con cierto dejo de temor porque los antecedentes en ese lugar no eran buenos. Una tarde gris y lluviosa de 2004 Danubio le ganó el Campeonato Uruguayo. Alexander Medina, que en aquella oportunidad fue uno delanteros titulares, hoy es el técnico del equipo.

"La banda del Parque", "Piedras Blancas", "Los pibes de los bombos" lucían los trapos colgados detrás de uno de los arcos, mientras que la bandera del "Parque Batlle" sobresalía en la tribuna de la palmera. Globos rojos, azules y rojos le pusieron color al ingreso de los futbolistas y el canto de los hinchas se hizo sentir mientras en la cancha los árbitros se ponían de acuerdo –vía celular- con los del Campeón del Siglo para empezar al mismo tiempo.

El gol de Terans, después que Corujo calculó mal y Polenta perdió en velocidad, apagó por un segundo las gargantas tricolores y encendió las locales, que eran menos, pero igual de ruidosas. "Los pibes de Danubio" y "La banda de Veracierto" saltaban y bailaban. La tarde era gris, pero el festejo blanco y negro.

Bergessio puso el empate en el segundo tiempo y después Papelito Fernández –jugador hincha contemporáneo- le dio el triunfo. Los futbolistas se treparon al tejido de un lado y los hinchas del otro, en un festejo de décadas pasadas que está pasando de moda. "Vamos bolso vamos, hay que poner un poco más de huevo..." sonó con fuerza desde las tribunas.

El pitazo final de Andrés Cunha se festejó como un gol. Los futbolistas se abrazaron adentro de la cancha y se olvidaron del protocolo de seguridad, que recomendaba que se fueran de inmediato. Pero quisieron celebrar con la copa en alto y con la gente. Mientras saltaban, bailaban y cantaban, el encargado de los altavoces del estadio subió el volumen: "Vamos Danubio todavía... opa, opa, opa Danubio quiere copa y nadie se la toca". Festejaba Nacional con música danubiana.

Diego Arismendi abrazó el trofeo y lo llevó hasta el ómnibus. Luis Aguiar, que se sumó a la celebración y cuando caminaba hacia el coche se reventó la cabeza contra el espejo retrovisor, pero ni se inmutó. La alegría de Corujo, de Oliva, de Coelho luciendo con orgullo las medallas colgadas del pecho, productos genuinos del club que empiezan a caminar en Primera con un título en manos.

La caravana detrás de los futbolistas desandó los siete kilómetros hasta Los Céspedes con tranquilidad y algún bocinazo de vez en cuando. Mucho no se podía, estaban en barrio ajeno. Tomaron Belloni hacia el destino final, donde una cola de más de 100 metros de autos los esperaba en el angosto Camino Berges. Hinchas con banderas, con paraguas de tres colores, con los teléfonos prontos para retratarse con los ídolos.

"Me saqué una foto con el amor de mi vida, ya me puedo ir", dijo una muchacha. Su amor de la vida era Diego Polenta, el capitán que todavía sigue levantando trofeos con la camiseta de Nacional. El portón principal del complejo deportivo se cerró después que pasaron los jugadores. En la calle se armó baile. Ya era de noche. Mientras el Cacique atendía a los periodistas en la sala de prensa, los futbolistas empezaron a salir en sus automóviles. El peaje para la foto era obligatorio.

El veterano que recordó a Abdón Porte en la puerta de Jardines del Hipódromo, también estaba en Los Céspedes. Con un niño de la mano. "Si la madre se entera que lo traje hasta acá me mata... Pero el gurí tiene que vivir estas alegrías" le dijo al periodista, mientras intentaba llegar a Papelito Fernández para agradecerle ese instante de felicidad compartido con el nieto.

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