Ronco de los milagros

Corría el año 1998 cuando Cerrito le ofreció el cargo de entrenador. Ruben Luis "Ronco" López aceptó con una condición: no cobrar. "Recién para las finales me dieron un viático, fue como una caja de ahorros". Le ganaron a Villa Teresa y se consagraron campeones de la C. Así empezó la carrera del técnico fetiche de la última década de Rampla Juniors.

Boliche, vestuario y carnaval. El Ronco, de 56 años, cumple en este 2018 20 años como entrenador, en los que dirigió a 10 equipos. Y lo espera un reto supremo: la Copa Sudamericana con el picapiedra, la segunda aventura internacional de la historia del club tras la disputa de la extinta Recopa de 1970. "Es el desafío más grande de mi carrera, es mi momento cumbre", confiesa a Referí ya palpitando el martes 13 de febrero, cuando enfrente a Universidad de Cajamarca, en Perú.

"Por mi manera de ser calzo justo con Rampla, con sus hinchas y sus jugadores", dice el DT que en 2007 llegó al final del Clausura para salvar al equipo del descenso (2006-2007) y que luego peleó el Apertura 2007 hasta la penúltima fecha.

"Es el combo de toda la gente, la buena onda, el grupo y la solidaridad, aprender a hacer las cosas en conjunto. Cuando vengo acá la gente me escucha y el hincha nos respesta: hemos perdido e igual nos fuimos aplaudidos", expresa.

Sabe llegarle a los jóvenes porque tiene experiencia en casa con sus dos hijos. Los dos juegan en las formativas de Racing. Sebastián, de 15 años, terminó como titular de la Sexta y fue capitán del último partido del año, mientras que Nicolás tiene 19, fue goleador en Cuarta y Quinta y ahora quedó en el plantel de Tercera. "Los dos estudian Bachillerato Tecnológico con orientación deporte en la UTU y saben que si les va mal en los estudios se les corta todo", expresa.

Desde 1996 el Ronco trabaja en la Asociación Española. Empezó en el departamento de limpieza pero ahora integra el de marketing: "No soy gerente, soy oficial administrativo grado 1. Estoy con las afiliaciones, habitaciones privadas, servicio fúnebre y BPS. No atiendo el teléfono cuando estoy en horario de trabajo, no mezclo las cosas".

Cuando sí atendió el teléfono fue durante las vacaciones de cuatro días que se tomó en familia. "No me pude ni meter al agua, me pasé atendiendo el celular para armar la pretemporada", confiesa. Su esposa lo conoce de memoria: hace 22 años están juntos y hace 17 que están casados.

Lo que sí dejó el Ronco fue la peluquería: "Hace tres años que no corto más. Tengo el maletín completo y mantengo a tres clientes pero ya ni les cobro".

Ese fue su medio de vida durante años. También fue lo que lo vinculó al carnaval. "Pensar que en 1988 peiné a Momolandia, que salía de la sede de Rampla", cuenta, y mezcla sus recuerdos: "En la cancha me los crucé por primera vez en 2004. Yo dirigía a Sud América, les ganamos en la primera rueda, pero después en el Fossa perdimos 3-2 y nos sacaron el ascenso".

José Dorta, cupletero y maquillador, fue quien lo llevó a la Nueva Milonga a peinar. Después trabajó con Los Robert's cuando salía Mario Fossati y también en las murgas La Bohemia y La Gran Muñeca.

"Soy muy amigo del Cachete (Enrique Espert), le tengo una gran estima aunque soy hincha de Curtidores de Hongos y muy amigo de su dueño, Daniel Carluccio".

"Me gusta el Negro Claudio (Rojo) que para mí es el mejor cupletero, también Diego Bello y Agarrate Catalina, que marcó una época, porque los hermanos Cardozo siempre salen a matar. En lubolos me gusta Tronar de Tambores porque soy amigo de Kanela (Julio Sosa) y sé cuánto ha ayudado a muchísima gente en el barrio (Cerrito), y en parodistas tengo afinidad con Los Muchachos porque con el Vela (Edward Yern) salíamos juntos cuando éramos adolescentes", dice.

Es un apasionado del Carnaval y no hay febrero donde no se lo vea por el Teatro de Verano aunque ya no es más abonado. "Me emocioné con parodias como Juan Salvador Gaviota (Los Gaby's, 1978), El Padre Cacho (Jacquet's, 2007), Chaplin (Momosapien's, 1996), Evita (Valentino, 1997) y me morí de risa con el cuplé del Padre Propóleo (Arlequines, 1993) pero como las retiradas de las murgas no hay, ese momento de la bajada a teatro lleno para mí es como dirigir la Sudamericana, es impagable", dice.

Todo vuelve a Rampla Juniors en su vida. "Me gusta apostar a jugadores de 6-7 puntos todos los partidos y no a malos tipos de 10 puntos. El grupo es todo", dice.

"El día de fin de año hablaba con mis hijos en la vereda de que hice debutar a 25 pibes en mi carrera. En el fútbol no se juega con la cédula. Si a un pibe de 16 años no le pesa la pelota y se anima, está para jugar. Escuchame, si tiene edad para dejar embarazada a una mina, ¿no va a tener edad para jugar a la pelota?", expresa.

El Ronco es el mismo. El que se crió en el Cerrito, el que se mudó a lo de sus suegros un año para juntar plata día por día para sacar un préstamo en el Hipotecario. El que pasó por Bulevar y Canelones y el barrio Reus hasta afincarse en La Blanqueada. El que deja propina en el hotel en la pretemporada, el que se saca fotos con la gente o el que se presta al abrazo con beso del acomodacoches. "En la vida siempre hay que tener buena onda y poner buena cara". Ese es su lema.