Danubio embala a su gente
Pablo Lacoste abrió el marcador, David Terans igualó de tiro libre y Federico Rodríguez puso el 2-1
Tiempo de lectura: -'
18 de febrero de 2018 a las 18:55
Después de vivir la penuria. De técnicos y jugadores que pasaron sin pena ni gloria. De renovar la ilusión todos los años y terminar a los tumbos. La gente se empezó a embalar. El entusiasmo recorre la tribuna hecho canción: "ya van a verrrrr a Danubio campeón otra vez". Es el canto tribunero que caracteriza a los danubianos cuando encienden la luz de la ilusión.
Segundo trinfo consecutivo de atrás. Una victoria con uno menos. Atrás Defensor y salió ileso de la cancha de Racing donde, en los últimos tiempo, el equipo se iba con la franja desteñida.
Por eso cuando el equipo levantó los brazos para saludar a su gente, surgió espontáneo el canto tribunero que los vuelve a ilusionar.
Y ahí va Danubio. Despacito. Con mucha humildad. Con un equipo en contrucción que, de mitad de cancha para adelante destila calidad y que atrás siembra dudas, sobre todo cuando le tiran centros.
En un partido deslucido, trabado, donde en la mayor parte del mismo reinó el aburrimiento, Danubio se llevó tres puntos de la cancha de Racing con un esfuerzo supremo.
La franja sufrió el partido. No le encontró la vuelta en los primeros minutos donde Racing le avisó con un cabezazo de Araújo que sacó Cristóforo.
Hasta que tomó las riendas del juego. Parado con cuatro en el fondo, un doble cinco con Ribaír y el Corto Prieto, con Nacho González por derecha y Cepellini por izquierdo, el equipo empezó a hacer circular la pelota. Pero esta vez, a diferencia del juego con Defensor, Nachito estaba enredado y José Luis Rodríguez no aportó claridad.
Entonces todo quedó a alguna genialidad de Terans.
Sin embargo, Racing le pegó donde más le duele. Tiro de esquina y cabezazo de Lacoste para abrir el marcador a cinco del final.
Si hay algo que sorprende de esta nueva versión de la franja es que no pierde la calma. Antes le anotaban un gol y era barranca abajo. Ahora juega el partido. Lo maneja. Entonces, a uno del final, tiro libre cerca del área y Terans colgó la pelota del ángulo para el empate.
El complemento fue igual. Racing lo empujó a Danubio aprovechando la bajada. Pero todo fue a pura voluntad. Escasa claridad. Es que Nano Ramos quedaba solo para generar ya que Nicolini al ocupar el rol de doble cinco no se le arrima. Y Ramos se perdió en la maraña de pierna del medio.
Como el tiempo se le iba, Peirano movió piezas. Sacó al Puma Rodríguez, puso a Fernández en el medio y Prieto de lateral. Pero miren como son las cosas, a los pocos minutos expulsan a Felipe. Tuvo que volver a acomodar piezas. El partido iba y venía. Con poca claridad, con mucha pierna fuerte, pelotazos y discusiones.
Y de la nada, la franja elaboró una jugada de su sello. Desborde de Prieto que amagó el centro, tocó atrás a Cepellini que se primera dejó solo a Federico Rodríguez. El cabezazo terminó con la pelota en la red. Allá fue Federico con los brazos abiertos a dedicarlo a su tribuna mientras Cepellini mostrada la camiseta. Locura en Sayago. Después fue tiempo de defender a puro sacrificio, con Ribaír pegado a los defensas.
Varios corazones se paralizaron en la hora cuando Cabrera obligó a Cristóforo a una gran atajada. Danubio pudo evitar el sufrimiento pero Ribaír le reventó el travesaño al arco del Roberto.
En el último tiro de esquina, con el golero de Racing en procura de la hazaña, llegó el final. Danubio levantó los brazos. La gente se empezó a embalar.
Segundo trinfo consecutivo de atrás. Una victoria con uno menos. Atrás Defensor y salió ileso de la cancha de Racing donde, en los últimos tiempo, el equipo se iba con la franja desteñida.
Por eso cuando el equipo levantó los brazos para saludar a su gente, surgió espontáneo el canto tribunero que los vuelve a ilusionar.
Y ahí va Danubio. Despacito. Con mucha humildad. Con un equipo en contrucción que, de mitad de cancha para adelante destila calidad y que atrás siembra dudas, sobre todo cuando le tiran centros.
En un partido deslucido, trabado, donde en la mayor parte del mismo reinó el aburrimiento, Danubio se llevó tres puntos de la cancha de Racing con un esfuerzo supremo.
La franja sufrió el partido. No le encontró la vuelta en los primeros minutos donde Racing le avisó con un cabezazo de Araújo que sacó Cristóforo.
Hasta que tomó las riendas del juego. Parado con cuatro en el fondo, un doble cinco con Ribaír y el Corto Prieto, con Nacho González por derecha y Cepellini por izquierdo, el equipo empezó a hacer circular la pelota. Pero esta vez, a diferencia del juego con Defensor, Nachito estaba enredado y José Luis Rodríguez no aportó claridad.
Entonces todo quedó a alguna genialidad de Terans.
Sin embargo, Racing le pegó donde más le duele. Tiro de esquina y cabezazo de Lacoste para abrir el marcador a cinco del final.
Si hay algo que sorprende de esta nueva versión de la franja es que no pierde la calma. Antes le anotaban un gol y era barranca abajo. Ahora juega el partido. Lo maneja. Entonces, a uno del final, tiro libre cerca del área y Terans colgó la pelota del ángulo para el empate.
El complemento fue igual. Racing lo empujó a Danubio aprovechando la bajada. Pero todo fue a pura voluntad. Escasa claridad. Es que Nano Ramos quedaba solo para generar ya que Nicolini al ocupar el rol de doble cinco no se le arrima. Y Ramos se perdió en la maraña de pierna del medio.
Como el tiempo se le iba, Peirano movió piezas. Sacó al Puma Rodríguez, puso a Fernández en el medio y Prieto de lateral. Pero miren como son las cosas, a los pocos minutos expulsan a Felipe. Tuvo que volver a acomodar piezas. El partido iba y venía. Con poca claridad, con mucha pierna fuerte, pelotazos y discusiones.
Y de la nada, la franja elaboró una jugada de su sello. Desborde de Prieto que amagó el centro, tocó atrás a Cepellini que se primera dejó solo a Federico Rodríguez. El cabezazo terminó con la pelota en la red. Allá fue Federico con los brazos abiertos a dedicarlo a su tribuna mientras Cepellini mostrada la camiseta. Locura en Sayago. Después fue tiempo de defender a puro sacrificio, con Ribaír pegado a los defensas.
Varios corazones se paralizaron en la hora cuando Cabrera obligó a Cristóforo a una gran atajada. Danubio pudo evitar el sufrimiento pero Ribaír le reventó el travesaño al arco del Roberto.
En el último tiro de esquina, con el golero de Racing en procura de la hazaña, llegó el final. Danubio levantó los brazos. La gente se empezó a embalar.
