Los análisis previos eran claros: Arabia Saudita, que cambió tres veces de entrenador en el último año y terminó en el ofensivo DT argentino Juan Pizzi, no tenía intención de salir a defenderse. Entiende el fútbol como atacar y atacar, por más que no tenga la calidad como para pelear en un Mundial. Un dato: mandó a nueve jugadores gratis a clubes de Primera y Segunda División la Liga Española, para que se expusieran a otro nivel futbolístico. ¿Resultado? Apenas jugaron unos pocos minutos en partidos sin trascendencia. O sea: no tienen nivel ni para jugar en la Segunda española.
Y Rusia, que venía de ocho meses sin ganar un partido, lo sabía, y lo aprovechó: no se puso colorado y aguantó bien paradito atrás.
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Así se dio buena parte del partido: toque intrascendente de los árabes de un lado para otro, sin la más mínima profundidad, y Rusia que esperaba para recuperar y contragolpear. ¿Pasaría con otro local? Difícil: entre que el fútbol no es el deporte nacional, y que algunos dicen que es la peor generación en la historia del fútbol ruso, nadie iba a criticar al equipo por defenderse.
Y así, caso que por inercia, cayeron los goles. Gazinskii a los 12', Cheryshev a los 43', Dzyuba a los 71', Cheryshev a los 91' y Golovin a los 94' sellaron la goleada. El último fue un buen resumen del partido: entró trotando al área, sin marca, y la clavó en el ángulo.
Muchos de las millones de personas que lo vieron en todo el planeta deben haber pensado algo similar: ¿cómo un equipo tan pobre accede a una fase final del Mundial, mientras otros muy fuertes como Italia, Holanda o Chile se quedan afuera? Es la historia de la representatividad continental, y que Asia tiene muy poquito para ofrecer: por algo Australia se anotó en Asia cansado de no tener un lugar directo en Oceanía, y desde ese entonces clasificó a cada Mundial.
Claro que todo esto tiene consecuencias: porque Rusia, que no mostró más que ser un equipo con físicos grandes y defensa aceptable, sumó cinco goles que pueden ser clave en una eventual diferencia de gol. Además, habrá que ver como se para Arabia ante Uruguay y Egipto: ¿será tan inocente de salir a jugar con el mismo afán ofensivo, o se cerrará y complicará que le anoten tan fácil? Sería raro que cambien su ADN de un partido para el otro, y además se sabe que no tiene nada que perder, pero a nadie le gusta pasar papelones como el de este viernes.
Por lo pronto, esa es la primera gran interrogante del Mundial.
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