El festejo del Cebolla
La primera polémica
Fidel Martínez
Jonathan Fuentes anuló el gol
Mauricio Espinosa y Jonathan Fuentes
El penal de Ospitaleche
Canobbio quedó tendido
Claudio Herrera y Ramón Arias
Ramón Arias
Fidel Martínez
Nicola Pérez
Maximiliano Rodríguez y Williams Martínez
Fabián Estoyanoff
Jonathan Fuentes echó al Cebolla
El 1 a 0

Fútbol > APERTURA

Peñarol desborda clase

Pese a jugar 40 minutos con un hombre de menos, el aurinegro aplastó a River y sigue deslumbrando
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11 de febrero de 2018 a las 20:00
Juego asociado, intenso, ofensivo, profundo y voraz. Con salida prolija desde el fondo, circulación de pelota por abajo, explosión por las bandas y muchos circuitos de juego. Peñarol no parece un equipo del fútbol uruguayo. Juega a otra cosa. Por eso fue campeón el año pasado remontando una ventaja en la Tabla Anual que parecía imposible y este año –con refuerzos de jerarquía–arrancó a todo tren.

En el debut le ganó a Racing que en los primeros 30' le planteó un escenario complejo pero que supo resolver bien para ganar 2-0.

Este domingo, ante River Plate, el aurinegro afinó los instrumentos de su orquesta mucho más temprano. Después de 15 minutos iniciales en los que el darsenero le tapó la salida y se replegó rápido para multiplicar su defensa por las bandas, los dirigidos por Leonardo Ramos impusieron sus condiciones.

Bastaron un par de pelotas quietas inquietantes para que River sintiera que estaba en el Campeón del Siglo y que enfrente estaba Peñarol.

Pero entre un par de fallos arbitrales y la actuación de Nicola Pérez, que siempre ante Peñarol aparece en su mejor versión, el partido se fue en empate en los primeros 45'.

A los 17', tras un córner, Fidel Martínez apareció para anotar, pero el juez Jonathan Fuentes, a instancias del primer línea Mauricio Espinosa, desestimó la acción por fuera de juego. Error de la terna. Juan Manuel Olivera habilitaba al ecuatoriano al tocar la pelota hacia su arco. Es más, lo hizo (involuntariamente) con la mano por lo que el árbitro hasta pudo cobrar penal si entendía que el jugador ampliaba el radio de acción defensivo para evitar que la pelota llegara al segundo palo.

Eso despertó a Peñarol, le dio una inyección anímica extra y a partir de ahí el equipo fue una tromba hasta el cierre del primer período.

Con Fidel y Maxi entrando y saliendo desde las posiciones de ataque para desconcertar a la defensa rival que siempre se ve sorprendida cuando la referencia neta de ataque es sustituida por jugadores que caen indistintamente por afuera o por adentro y siempre por sorpresa.

Martínez estrelló una pelota en el palo, Ramón Arias se zambulló en una pelota quieta y la conectó apenas afuera, y luego Nicola Pérez le puso candado al arco tras un remate de Maxi Rodríguez primero y un bombazo de Agustín Canobbio después.

Entre medio, a los 37', Facundo Ospitaleche bajó a Canobbio en el área con ambos brazos pero el juez, bien ubicado, desestimó penal, tal vez viendo que el delantero exageró la caída aunque hubo contacto y la infracción existió.

Canobbio jugó un gran primer tiempo, ofreciéndose para el circuito externo con Lucas Hernández y también para los que este equipo tiene en el callejón central cuando pasa Gargano, trepa el Cebolla y bajan los puntas.

¿Podría Peñarol abrir el arco de Nicola? ¿Se transformaría el reloj en un enemigo a la sombra del partido? ¿Podría la ansiedad imponerse sobre las virtudes futbolísticas de este equipo? Demasiadas preguntas para el Cebolla Rodríguez que en dos minutos hizo un trabajo de cerrajería perfecta. Con un bombazo de tiro libre reventó el candado de Nicola y chau partido.

Y eso que cuatro minutos después el propio Cebolla llegó tarde a una pelota dividida con Pochola Calzada, con la suela arriba, y se fue bien expulsado.

Ni siquiera eso le puso al trámite un manto de duda. Ni siquiera Leonardo Ramos tuvo que inquietarse al otro lado de la línea para rearmar las piezas.

¿Por qué? Porque en la cancha hay un señor jugador como Walter Gargano que se encargó del asunto. Maxi Rodríguez se replegó para auxiliarlo, pero el Mota hizo todo a la perfección: cerró espacios, recuperó pelotas, la hizo circular con notable prolijidad y hasta dio el paso al frente para contragolpear. Un paso, dos, tres con gran manejo. Abrió la defensa engañando con filtrar un pase y sacó un remate bajo y seco que liquidó el pleito.

Después asistió al Lolo Estoyanoff que puso el tercero y el cuarto cayó por su propio peso, con un error de Agustín Ale que aprovechó Giovanni González, recién ingresado.

El descuento de River, tras un tiro de esquina, fue una anécdota que irá parar a la libretita de ajustes (marcar bien las pelotas quietas). Porque el manual de Peñarol, mientras, es cada vez más rico y deslumbrante.

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