Una fractura de nariz, una mandíbula trancada, un mentón cortado, varios dedos fracturados, un tendón roto y moretones por todo el cuerpo. El hockey sobre césped ha dejado huellas de todo tipo sobre el cuerpo de Victoria Beares. Sin embargo, la arquera de Carrasco Polo ve en esas cicatrices los goles que salvó. Aún si sus atajadas fueron realizadas en un simple entrenamiento.
“En Polo cada picado interno se juega a morir. Ese es parte del secreto de nuestro éxito”, dice a Referí la golera de 28 años.
La bocha de hockey está hecha de plástico macizo, pesa entre 156 y 163 gramos y puede recorrer 50 metros en un segundo, lo que equivale a unos 180 k/h.
“Todo el mundo dice que las goleras de hockey no estamos bien de la cabeza, pero yo me considero la más cuerda de las locas. Eso sí, siempre fui kamikaze. Con tal de atajar la bocha y salvar el arco me tiro de cabeza con el casco”, afirma.
La aparatosa protección con la que juegan las arqueras no evita el dolor ante el impacto.
“El miedo lo fui perdiendo hasta considerar que cada golpe y cada moretón es una ayuda para el equipo”, expresa.
Beares comenzó a jugar de niña en el colegio James Summers con Jorge Norvay como entrenador. Su ayudante era Mariano Mallo, histórico golero de la selección masculina. Fue él quien le enseñó los secretos del puesto.
A los 14 años se fue a Montevideo Cricket y cuando el hockey se disolvió siguió a su amiga Agustina Amarillo a Carrasco Polo. Tras jugar dos temporadas con la sub 18 saltó al primer equipo en 2009, con 18 años, y se terminó consagrando campeona uruguaya.
En el club le dicen que es una jugadora hecha a la medida de las finales. Sus actuaciones contra Náutico en 2016 u Old Girls en 2017 son dos claros ejemplos.
Polo ganó cinco de los últimos seis Uruguayos. Sin embargo, el que conquistó en 2019 fue reclamado por Náutico y desde diciembre anda por los tribunales de la Federación Uruguaya de Hockey Sobre Césped.
“Nos sentimos campeonas, en la cancha logramos un resultado que es fruto de años de trabajo. Es raro que todos esperen que nos saquen el campeonato cuando en la cancha fuimos mejores”, dice.
“El plantel de Polo tiene unas ganas bárbaras de ir siempre por más, somos todas amigas, compartimos la misma locura, jugamos hace muchos años juntas, arrancamos todas jóvenes y estamos consolidadas como grupo”.
Su pasión por el hockey es solo comparable con la que siente por la cocina.
“Siempre me gustó cocinar, al terminar el liceo se me prendió la lamparita, estudié en el ITHU y me puse a trabajar con mi prima que tenía un servicio de catering para fiestas”, recuerda.
En aquellos tiempos integraba la selección junior (sub 21) que disputó el Panamericano de Gudalajara 2011. “Trabajaba 12 horas los viernes, 12 los sábados y a veces llegaba con lo justo a jugar los domingos de mañana”.
Su rutina, previa a la pandemia del coronavirus, también es muy intensa. Desde 2018 tiene su propio emprendimiento culinario: Nutriweek. Lo arrancó con Luciana Tripo, nutricionista, pero siguió sola cuando tiempo después ella emigró a España.
Después de las entregas trabaja con la empresa familiar de miel y antes de ir a las prácticas en Polo entrena a dos equipos de Liga Universitaria: Limburgo, que está en la A, e Independiente, que ascendió a la B.
“Soy la que siempre hace los asados. En el club o en familia. Me encanta la carne al horno con salsas y acompañarlo con lo que haya en la heladera y los risottos. También me encanta probar cosas nuevas”, afirma.
Antes de emigrar a Sevilla, para jugar un semestre en 2014, fue chef en un restaurante y trabajó en una casa de té preparando meriendas. “Con esa plata me pagaba los viajes y los gastos de la selección”, cuenta.
Ahora, mientras cocina en las mañanas y entrena con un rígido protocolo sanitario en Polo, Beares prepara la vuelta al arco.
Allí estará su nariz rota “bobeando con tiros al arco en una práctica”, su mandíbula trancada cuando una compañera se le cayó encima en un entrenamiento y le cortó el mentón, y sus dedos fracturados por los potentes bochazos de Sofía Domínguez, Teresa Viana o Camila Piazza. La pasión todo lo puede.
En 2014 jugó seis meses en Universidad de Sevilla junto a Soledad Villar y Florencia Norbis. “Me dediqué solo al hockey, jugaba en cancha de agua y la calidad de los entrenamientos y los partidos eran increíbles”.
Su primera convocatoria para jugar por Uruguay fue con la sub 18 para disputar un Provincial en Argentina. Defendió a la sub 21 y Gonzalo Ferrer la llamó a la mayor para un Cuatro Naciones en Chile, preparatorio para los Juegos Odesur de 2014. Jugó la World League en Montevideo y en Valencia en 2015 y fue campeona sudamericana en Chiclayo 2016.
Carne al wok con salsa de puerros y papas al horno con romero
Cortar las papas en cubos. Mandar al horno con un chorrito de aceite y el romero por arriba. Cortar el puerro y mandar al wok con aceite bien caliente. Mientras cortar la carne en cubos. Cuando el puerro esté salteado, agregar la carne a la cocción. Agregar sal a gusto. Mezclar en un pote un chorrito de leche con un poco de maicena. Cuando la carne esté pronta agregar ese preparado hasta lograr el espesor que cada uno quiera.
Este artículo es parte de la serie A la Carta que se publica cada lunes.
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