La FIFA tomó la determinación de que el partido inaugural del Mundial 2030 se dispute en el Estadio Centenario de Montevideo. El mismo se llevará a cabo en España, Portugal y Marruecos, pero habrá encuentros en Montevideo, Buenos Aires y Paraguay.
Fue una especie de homenaje a Uruguay por lo que fue la primera edición de la Copa del Mundo en 1930, y cuando se cumplirán 100 años.
Pero para que esa primera fiesta se pudiera llevar a cabo en tierras uruguayas, hubo algunos hombres que tuvieron la idea y otros que lucharon mucho para poder llevarla a cabo, lo que finalmente lograron con mucho esfuerzo, y que fue coronado con el tercer título mundial de la celeste al vencer en la final 4-2 a Argentina.
Uruguay venía de ganar su segundo Mundial en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928 y el presidente de la FIFA de entonces, el francés Jules Rimet, tuvo la idea de realizar la primera Copa del Mundo.
Quería que el fútbol se independizara de los Juegos Olímpicos, cosa que así sucedió ya en Los Angeles 1932, por más que años después, volvería.
Mismo en Ámsterdam, se reunió el Congreso de la FIFA que definió que se haría la primera Copa del Mundo.
En febrero de 1929, dos dirigentes de Nacional, José Gervasio Usera Bermúdez -quien era secretario de la institución y había concurrido al citado congreso de la capital holandesa de 1928- y Roberto Espil, tuvieron la idea de que Uruguay fuera la sede de dicho torneo.
El 19 de ese mes, Nacional, en una carta firmada por su presidente, Melitón Romero, le envió una carta a su par de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) de entonces, Raúl Jude, para informarle de la idea.
La AUF aceptó la propuesta a través de Enrique Buero, vicepresidente de FIFA -quien también había concurrido al congreso de Ámsterdam-, y del entonces ya veterano dirigente, periodista y político, Héctor Rivadavia Gómez, quien había sido el ideólogo de fundar la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) en 1916. Ambos concurrieron a defender esa idea al Congreso de Barcelona de la FIFA de 1929.
Pero la decisión de que la primera Copa del Mundo se disputara en Uruguay, no fue tomada con agrado por varios de los componentes de aquel congreso que se desarrolló el 17 y 18 de mayo de 1929.
Para eso fue fundamental el apoyo de quien entonces presidía la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Adrián Beccar Varela.
Con un discurso excelente, -que como no hablaba francés, lo tradujo el propio Buero- fue quien torció la votación que estaba a favor de que la Copa del Mundo de 1930 se disputara en Italia. Lamentablemente, moriría poco después, el 9 de junio de 1929, por lo que no pudo ver la fiesta que tanto había apoyado.
Una vez que esto se logró, el delegado de Chile pidió que se votara “por aclamación” la candidatura uruguaya, lo cual fue votado.
Uruguay pretendía ser sede porque se cumplían los 100 años de la Jura de la Constitución, y porque, además, venía de ser dos veces seguidas campeón mundial y olímpico.
Pero los problemas recién comenzarían allí, porque luego de que Uruguay fuera votado como sede, hubo un boicot de casi todas las Asociaciones de Europa para no venir a Montevideo.
Para que vinieran algunas, quien trabajó denodadamente y por meses fue Enrique Buero, en constante comunicación con el gobierno uruguayo de Juan Campisteguy.
A ellos también se le sumó Usera Bermúdez, quien conocía muy bien a Buero y con el que se mandaba cartas casi a diario.
Uruguay se comprometió a construir un estadio de 100.000 espectadores. En mayo de 1929, el parlamento uruguayo votó de manera urgente la contribución económica del Estado para el torneo.
A principios de marzo de 1930, Buero llegó a Trieste en Italia. Allí se reunían las distintas Asociaciones de fútbol europeas y según el propio dirigente escribió, los diarios anunciaban que Uruguay desistía de organizar el Mundial, algo que tuvo que desmentir personalmente.
Todo se había complicado con el boicot de las Asociaciones europeas. España e Italia, con miles de aficionados suyos en Uruguay, se negaron a venir.
Y fue este dirigente quien, desde Europa, pudo convencer a Bélgica y Francia -en este caso, con la anuencia de Rimet- para que vinieran a Montevideo a jugar la Copa del Mundo. A su vez, en febrero de 1930, había enviado sendas cartas a las Asociaciones de Rumania y Yugoslavia para que participaran, y también logró convencerlas.
Finalmente serían estas cuatro las selecciones europeas que llegarían a Uruguay: Francia, Bélgica, Rumania y Yugoslavia. Obviamente, con todos los gastos pagos durante más de un mes, desde que salían de sus países en barco hasta Montevideo, por parte del gobierno uruguayo.
Ahora, la FIFA le da a Uruguay la chance de volver a ser el anfitrión de, al menos, un partido por el Mundial de 2030, en honor a los 100 años de aquella primera Copa del Mundo.
Como se pudo apreciar, fueron varios los uruguayos que dieron una mano enorme para que en aquella oportunidad, se pudiera realizar la fiesta más grande del fútbol en Montevideo, con Uruguay campeón.
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