Así fue la beatificación de Jacinto Vera

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Con Lacalle Pou y Manini sentados a pocos metros y casi 20 mil personas en el Estadio Centenario, así pasó la beatificación de Jacinto Vera

Alrededor de 20 mil personas coparon la Tribuna Olímpica del Estadio Centenario para festejar esta celebración
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07 de mayo de 2023 a las 05:04

"¿Que pasa que hay tanta gente, juega alguien?", le preguntaba un joven a otro mientras terminaba de hacer deporte en los alrededores del Parque Batlle. "No, debe ser otra cosa, pero está lleno", le contestó el otro tomando agua para hidratarse.

Es que a partir 15:00 en la zona del Parque de los Aliados, el lugar se empezó a llenar de autos y gente que caminaba en dirección al Centenario. Parecía un clásico partido de fútbol, en el que los autos paraban en los alrededores del estadio, los cuidacoches ordenaban los estacionamientos y de diferentes ómnibus descendía gente que enfilaba a la cancha, con alguna bandera colgada y las ganas de llegar. Pero esta vez, las 20.000 personas que se sentaron en la tribuna y parte de la platea Olímpica no fueron a ver fútbol ni un recital. Fueron a la beatificación de Jacinto Vera, el primer obispo de Montevideo.

En las puertas de acceso, en lugar de personal de recaudación y policías había colaboradores, en su mayoría jóvenes, como parte de la organización. Entregaban folletos y agradecían amablemente a todas las personas que ingresaban. Más atrás, apenas se cruzaba por la puerta, otros jóvenes con alcancías pedían colaboración para la Iglesia Católica. 

Con caras de emoción, varios niños de diferentes iglesias se sacaban fotos con sus respectivas banderas. Mientras, delegaciones de todo el país esperaban por la misa de beatificación y escuchaban las canciones religiosas que un grupo cantaba en el escenario. Los comunicadores, el mago Daniel K y Ana Durán, conducían el evento, pedían a las personas que levantaran los brazos y hasta impulsaron el típico juego de la "ola", tal como sucede en un partido de fútbol. La lluvia aparecía por momentos y luego finalizaba. Los paraguas se abrían y volvían a cerrarse.

En la platea, bien cerca del escenario y en el sector central, había asientos reservados. Se esperaba la presencia de jerarcas importantes y eso se notaba en el personal de la organización, que constantemente miraba hacia la zona de ingreso para ver si alguno de ellos aparecía para guiarlo hasta el asiento. 

Fue así que el primero en llegar, pasadas las 15, fue el senador Guido Manini Ríos. Saludó a un par de personas y se sentó. Estaba acompañado por su correligionario de Cabildo Abierto, Marcos Methol, que se colocó un asiento adelante. A los pocos minutos apareció Luis Lacalle Herrera, que se sentó y recibió saludos por varios de los presentes que ya se encontraban ahí, incluso por el cardenal y arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla. A Manini Ríos el expresidente lo miró pero decidió ignorarlo, ya que incluso saludó a quien estaba al lado del senador de Cabildo, el diputado nacionalista Rodrigo Goñi. De parte de Manini fue igual. Tampoco buscó el saludo.

Manini es saludado por el obispo de Canelones, Heriberto Bodeant

Mientras la gente seguía llegando al estadio se desarrollaba otra parte del espectáculo previo, en el que niños y adolescentes recreaban la vida de Jacinto Vera a cargo del grupo teatral salesiano Texas, y que logró despertar varias risas de los presentes. El espectáculo contó con algunos pasajes de humor, similar a los que el grupo teatral hace en el concurso de Carnaval, cuando salen representando a los parodistas Aristophanes.

Lacalle Herrera se saca selfies

Terminado el show, regresaron los comunicadores a tomar la posta de la conducción. Volvieron a saludar a todos los presentes y a agradecerles la asistencia, pero enseguida muchas personas corrieron la mirada del escenario. Es que por el corredor de la platea caminaba rumbo a su asiento el presidente Luis Lacalle Pou. 

Lacalle es conducido a su asiento por Sturla

Junto al secretario de Presidencia, Álvaro Delgado y el prosecretario, Rodrigo Ferrés, el presidente fue saludando a las personas que se acercaron. Muchos pedidos de selfies, en los que el mandatario, fiel a su estilo, agarraba el celular y capturaba el momento. Mucha gente le agradecía por su visita. El cardenal Daniel Sturla lo condujo a su asiento. Se sentó al lado de la vicepresidenta, Beatriz Argimón, que había llegado minutos antes. A pocos metros se encontraba Manini Ríos.

Lacalle Pou sentado al lado de Argimón. A su izquierda, a unos pocos asientos, se ve a Guido Manini Ríos

El viernes ambos fueron protagonistas de los episodios que derivaron con la salida de Irene Moreira, la esposa de Manini Ríos, del Ministerio de Vivienda, lo que lleva a que la coalición multicolor esté en la cuerda floja, a la espera de la mesa política de Cabildo Abierto determine el próximo lunes si continúan formando parte del gobierno.

Durante toda la caminata de Lacalle Pou hasta su asiento, Manini no levantó la cabeza. Lacalle, al igual que su padre, tampoco lo miró. Se ignoraron. Una vez que se sentó en su asiento, varias personas se acercaron. El presidente saludó amablemente y continuó sacándose fotos. 

Lacalle Pou y Sturla

Antes de dar comienzo a la ceremonia, Sturla le agradeció a todos los presentes y especialmente a Lacalle Pou. Y cuando estaba finalizando los saludos, le avisaron de otra presencia. Habían llegado José Mujica y Lucía Topolansky. El cardenal, que ya se iba para iniciar la ceremonia, le agradeció al expresidente por haber ido. Mujica levantó la mano y se sentó en las primeras filas.

Mujica levantó el pulgar mientras iba llegando

Luego de terminada la misa dijo que no es creyente pero respeta "enormemente cualquier religión y fundamentalmente las creencias cristianas que tiene" este país.

La ceremonia fue presidida por el Cardenal Paulo César da Costa, arzobispo de Brasilia, que llegó en representación del Papa Francisco, junto al arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli. Ambos estuvieron rodeados de los obispos uruguayos. Da Costa fue el encargado de pronunciar las oraciones que convirtieron a Jacinto Vera en beato al poco tiempo de comenzada la misa. Todo el Estadio se paró ante cada oración y las repitió. La emoción de los presentes fue aumentando a medida que la ceremonia transcurría, y los ojos llorosos y las caras conmovidas fueron parte de la postal.

Obispos suben al escenario para celebrar la misa de beatificación

En la homilía, en enviado del Vaticano dijo: "Estamos celebrando un testigo de Jesucristo: Esto fue la vida de monseñor Jacinto Vera. ¿Quién no recuerda su caridad? ¿Quién no recuerda su fuerza para enfrentar las adversidades y proponer un camino para la Iglesia? ¿Quién no recuerda su lucha por la libertad de la Iglesia? ¿Quién no recuerda su celo para que el Evangelio llegase a todos los rincones de este país? ¿Quién no recuerda su misión pacificadora? La beatificación es la fiesta del testimonio".

También hizo referencia a los orígenes católicos de la patria, a la sociedad fragmentada en la que le tocó vivir, y señaló que "fue delante del sagrario que Monseñor Jacinto Vera descubre que la única manera de pacificar el país dividido por las discordias y luchas políticas era la misión. No busca la pacificación a través de la política, de otros medios, sino a partir de la verdad de la fe. La fe pacífica. Ella, anunciada por la boca y por los gestos del beato ayudó a pacificar el país".

Cada canción fue cantada por los músicos y coreada por la gente. En el momento en que llegó el ritual de la eucaristía, decenas de sacerdotes se repartieron por toda la tribuna acompañados por voluntarios con carteles de "comunión" para guiar hasta ahí a los que quisieran comulgar. La lluvia volvía a hacerse presente y los paraguas se abrían. Lacalle Pou miraba, sin paraguas y sin cantar una canción, a diferencia de su padre, que entonaba fuerte cada canción y oración con los ojos cerrados.

En un momento, la lluvia paró y el coro entonó un canto que motivó la emoción de las personas que, cual concierto, encendieron las linternas de sus celulares y comenzaron a mover los brazos. "Llévame donde los hombres necesiten tus palabras, necesiten tus ganas de vivir", fue la parte más coreada por el público emocionado.

Para darle fin a la ceremonia, Sturla volvió a agradecer a la organización y recordó especialmente a Mario Cayota, el exembajador de Uruguay en el Vaticano y exdirigente del Partido Demócrata Cristiano, que falleció el pasado jueves y que había formado parte de la organización.

Daniel K y Ana Durán volvieron al escenario. Otros artistas comenzaron a cantar a canciones religiosas. La gente comenzaba a irse y se abrazaba con una sonrisa en la cara. "Valió la pena mojarse", decían varias mientras ordenadamente salían por las puertas de la Olímpica. En el Estadio Centenario se había dado la misa de beatificación. Y para combinar el Estadio con la misa episcopal, la celebración terminó en formato hinchada. "Y ya lo vé, y ya lo vé, Jacinto Vera, beato es".

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