El fútbol es así. Peñarol, que tenía a su entrenador cuestionado y en la cuerda floja poco antes del inicio del Clausura, es el actual líder del torneo con puntaje ideal.
El club vive un momento especial. Las elecciones están a la vuelta de la esquina. El plantel, debido a problemas económicos, decidió no concentrar. Pero, pese a todo, el equipo ganó los cuatro partidos con nueve goles a favor y apenas uno en contra.
Se podrá argumentar que jugó contra rivales que no pelean el campeonato. Pero antes, contra esos mismos rivales, perdía puntos, y por ende el campeonato.
Referí analiza las posibles cinco razones que llevaron al carbonero a ser líder del Clausura.
A nadie escapa que a principio del torneo el entrenador Leonardo Ramos tomó una decisión difícil, como fue jugarse por otro golero. El DT entendió que era el momento de Kevin Dawson y arrancó el torneo con el hombre de Colonia en el arco. El golero transmitió seguridad, tuvo buenas intervenciones, como contra Liverpool, cuando sacó una pelota que liquidaba el partido a favor del negriazul.
Peñarol parece consolidado defensivamente. En la última zona se realizaron dos movimientos. Entró Guillermo Varela en lugar del lesionado Hernán Petryck, al tiempo que Fabricio Formiliano –una de las incorporaciones del equipo– formó la dupla de centrales con Ramón Arias. En estas cuatro fechas, Peñarol se muestra más firme en el fondo. Y al margen de alguna distracción propia de un equipo que sale a buscar los partidos, el simple hecho de haber recibido un solo gol en contra es demostrativo de su solvencia defensiva.
Una de las características de los equipos de Leo Ramos es la presión alta y continua. El entrenador, apenas desembarcó en el club, habló de recuperar el ADN. El tema es que, en su afán de demostrar compromiso, muchos jugadores se pasaron para el otro lado. Hoy el equipo presiona, ahoga al rival, pero sin la locura del torneo pasado. Hay más aplomo a la hora de salir a buscar.
En el sector central, con el ingreso de Walter Gargano, Peñarol ganó en un jugador que conoce bien el negocio. Inteligente a la hora de salir y, por sobre todo, de estar plantado a la hora de los relevos, es difícil que lo tomen mal parado. Muchos pensaron que el equipo sentiría la ausencia de Nandez. Es difícil de disimular, pero por ahora la lleva. El Lolo Estoyanoff brindó otro plus. Encarador, explosivo, y cuenta con una tribuna que lo respalda. Con el Cebolla y Maxi Rodríguez se asegura un paso rápido y fluido de la pelota.
Es cierto que falta el gol del 9, del argentino Viatri, pero Peñarol cuenta con innumerables variantes ofensivas. En los cuatro partidos que jugó, la constante es que apabulla a los rivales, los mete en su arco. Generalmente utiliza el ancho de cancha invadiendo permanentemente por las bandas con laterales como Varela y Lucas Hernández que se desprenden del fondo. Cuando se juntan Cebolla y Maxi Rodríguez entran tocando por abajo. Si el partido se complica tiene la opción de ir por arriba con Viatri. A ellos se sumó el momento de Diego Rossi. El juvenil está picante, explosivo y no perdona. Todo esto sin contar que cada vez que entra Cristian Palacios se las ingenia para convertir goles. Peñarol va tanto sobre el arco rival que tiene claro que, en algún momento, tarde o temprano, el gol va a llegar.
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