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Se va el Mundial para Uruguay. Los Teros juegan este jueves ante los All Blacks. Es una chance única de enfrentar a los mejores de la historia, a una de las dinastías más grandes de la historia del deporte. Es un riesgo también, por el desgaste de tres partidos y porque los neozelandeses entienden el rugby como no aflojar nunca, como lo mostraron con los 96 puntos que le hicieron a Italia.Ha sido una cobertura larga e intensa de El Observador. A esta altura siento que hemos dicho todo, o casi. Por eso pensé que en esta newsletter previa al último partido podía hacer un resumen de ocho cosas que nos dejó el Mundial de Uruguay.
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Si algo se siente cuando uno habla con colegas en las salas de prensa, o cuando entrevista a protagonistas de otros equipos, es el respeto que cosechó Uruguay. Y cuando digo eso, no hablo del chauvinismo típico de creernos el ombligo del mundo. Tampoco el aplauso condescendiente de otras épocas, que se podría resumir en: "qué esforzados son estos amateurs que juegan y la semana que viene se van a ir al banco a trabajar". No. Mientras escuchaba el miércoles a los All Blacks en su conferencia de prensa al partido, se notaba un genuino respeto por lo que mostraron Los Teros en el torneo. No quiere decir que no puedan ganar hoy y hasta golear. Pero Uruguay se va de este Mundial siendo destacado, junto a Portugal, como los Tier 2 de mejor actuación.
Por algo son esa dinastía que te decía líneas más arriba: tienen una forma única de vivir el rugby, que resumía su hooker Codie Taylor el miércoles en conferencia de prensa:
“Sea quien sea el rival, tenemos que estar a la altura de nuestros estándares”
Eso, ni más ni menos, fue lo que hicieron la semana pasada, cuando le metieron 96 puntos a Italia, un partido especial en el que querían reivindicar su imagen luego de haber sido menospreciados y tachados como una de las peores Nueva Zelanda de la historia, y que por primera vez podía perder ante el mejor Italia de de la historia. Son tiempos de análisis livianos, y como dicen los yanquis, "hot takes" tremendistas.
Uruguay dará todo y más para estar a la altura y pelearle hasta el final, tal como ocurrió con Francia, con el que incluso podría haber tenido más chances de pelear hasta el final si no hubiese optado por administrar el plantel pensando en cuidar piernas para el partido con Italia. Fácil de decirlo con el diario del lunes, por cierto.
Puede ocurrir. Pero también puede ocurrir que Uruguay haga todo bien y que Nueva Zelanda esté en una de sus tardes inspiradas, en las que pueden golear a Sudáfrica, Argentina, Australia o cualquiera. Si eso pasa, creo que la convicción uruguaya, y la motivación de estar jugando uno de los partidos de sus vidas, no permitirá que la cuenta se estira hasta extremos complicados.
Durante todos estos años escuché a todos quienes trabajaban en el Charrúa decir que el centro de alto rendimiento uruguayo no tiene nada que envidiarle a otros del Mundo, y que eso explicaba muchos de los éxitos deportivos. Estar en Francia, ver el rendimiento de Uruguay, pero también de algunos equipos en decadencia (Rumania, Namibia, Samoa) permite ratificar eso. Los Teros son lo que se ve en la cancha, pero eso que se ve tiene muchísimo trabajo atrás.
Hay cosas que muchas veces en Uruguay damos por hechas: el sacrificio, el dejar todo, la humildad, el grupo. Lo entendemos como el mínimo básico para funcionar. Pero no viene dado, como hay incontables ejemplos en el Mundial: Rumania, Japón, incluso Argentina, en donde algunas decisiones centrales del DT Michael Cheika son tremendamente cuestionadas, como el mantener a la pareja de medios Bertranou-Carreras, lo cual también repercute a la interna. Pero incluso no fue siempre así en el rugby uruguayo: las divisiones internas explicaron buena parte de las eliminaciones de 2007 y 2011. El clima que logran los planteles uruguayos no se da en todas partes, y esa unión grupal es lo que permite muchas veces que el todo sea más que la suma de sus partes. Y es, por ejemplo, lo que Pablo Lemoine y Emiliano Caffera llevaron a Chile, y transformaron a los Cóndores.
La unión de grupo no implica que todo haya sido color de rosas. La derrota ante Italia caló hondo, y se sentía en el ambiente en los días posteriores. El cuerpo técnico habló de duelo, y realmente se sintió como uno. Por otro lado, los jugadores que quedaron afuera en cada partido, o que no tuvieron chances de titular, o incluso que no jugaron en todo el torneo, mostraron su dolor, a veces públicamente en entrevistas con El Observador. Fue un comportamiento genuino y honesto. Y a grandes rasgos, por lo que se ve puertas afuera, el grupo supo manejarlo.
El titular con la frase del DT de los All Blacks Ian foster destacando el Mundial de Manuel Ardao llamó la atención en Uruguay, pero no fue exagerado. Ardao fue uno de los jugadores que llamaron la atención en la Copa del Mundo, y que en un deporte con lógicas debería tener varias ofertas de clubes europeos. Hasta el momento no las ha tenido, según me confirmó, y de todos modos está muy enfocado en su futuro en Miami Sharks, por el proyecto deportivo pero también personal de irse a vivir a Estados Unidos con su pareja y con otros uruguayos (Tomás Inciarte y Felipe Etcheverry).
Pero los uruguayos destacados han sido varios. Germán Kessler, Manuel Leindekar (que ya brilla en el Bayonne del Top 14 francés), Felipe Aliaga. Manuel Diana, Santiago Civetta, Carlos Deus, Andrés Vilaseca, Tomás Inciarte, Felipe Arcos Pérez, Baltazar Amaya, Bautista Basso… es difícil para los uruguayos ganarse un lugar en Europa. Pero como dijo el capitán Vilaseca, es necesario, porque ante la puerta cerrada para tener mejor competencia en selecciones, el rugby de clubes parece ser la única puerta.
La puerta cerrada a los Tier 2 para las competencias con los Tier 1 no parece que vaya a cambiar. Como ya lo hablamos en otra de las newsletters, las potencias tienen como preocupación única su falta de caja, y están buscando alternativas para recaudar más, así signifique lastimar el valor de la Copa del Mundo al jugar una Liga Mundial, encima cerrada y sin chances de ascenso, lo cual agrandará las diferencias con los equipos del Tier 2. World Rugby no tiene poder para enfrentarlos, porque en el fondo tiene menos poder que las potencias, que son, además quienes eligen al presidente, (tienen 33 de los 52 votos del Consejo Mundial).
En ese esquema, el futuro de la competencia para Los Teros parece enfocarse en la chance de jugar con los segundos equipos de Australia, Nueva Zelanda o Sudáfrica, y algún test con Los Pumas, además de las ventanas internacionales. Si se consigue, sería un avance.
Ese es un problema. Igual su protesta no movería la agujaEl otro es que, en el fondo, WR tiene menos poder que los 6N y las potencias del Sur. No decide, y además sus autoridades son puestos por ellos: 30 de los 52 votos del Consejo son de las 10 potencias https://t.co/t9VzL4NC36 pic.twitter.com/1xhsTTR3kn— Ignacio Chans (@ignaciochans) September 23, 2023
Ese es un problema. Igual su protesta no movería la agujaEl otro es que, en el fondo, WR tiene menos poder que los 6N y las potencias del Sur. No decide, y además sus autoridades son puestos por ellos: 30 de los 52 votos del Consejo son de las 10 potencias https://t.co/t9VzL4NC36 pic.twitter.com/1xhsTTR3kn
Dentro de todo ese panorama complicado, una buena noticia: la ampliación del Mundial a 24 equipos parece un hecho, porque le sirve a todos, como analizamos en esta nota.
A esta altura parece haber dos posibilidades. Una la continuidad de Esteban Meneses, que hace unos meses parecía lejano y que ahora lo está pensando, al igual que la URU, y ambas partes quieren analizar luego del Mundial si explorar el camino de un tercer ciclo, tras los Mundiales 2019 y 2023. La otra es Pablo Bouza, asistente técnico y entrenador principal de Peñarol, que tiene una oferta de España pero se encargó de aclarar que no tiene nada cerrado, y que por otro lado sería el sucesor natural, pero que tiene que decidir qué hará. Esta semana hubo muchas charlas en el hotel de Uruguay, y quizás en estas horas habrá novedades.
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