Lesiones en mayores de 40 años

Ser corredor ayuda a adoptar y mantener hábitos de vida saludables, conseguir un peso adecuado y prevenir enfermedades cardiovasculares, la hipertensión o la diabetes. También ofrece ciertos beneficios psicológicos, mejora la autoestima y el humor.

Aunque se puede empezar a correr a cualquier edad y practicar este deporte de por vida, un corredor de más de 40 años debe saber que su organismo no funciona igual que cuando tenía 20. Si esto no se tiene claro pueden aparecer lesiones que potencialmente alejen al runner parcial o totalmente del deporte.

EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO

El envejecimiento es un proceso natural e inevitable. A partir de los 35 años los sistemas orgánicos empiezan a envejecer: pierden funcionalidad, rinden menos y se recuperan cada vez más lento luego del ejercicio.

Con la edad, disminuye gradualmente el vo2max (cantidad máxima de oxígeno que el organismo puede absorber), la fuerza, la flexibilidad y la masa muscular. Los huesos se debilitan, las articulaciones empiezan a mostrar signos de desgaste y los procesos de recuperación luego del ejercicio se hacen más lentos.

La coordinación y las capacidades cognitivas también empeoran, lo que provoca una disminución en el rendimiento deportivo. Sin embargo, las personas que hicieron deporte toda la vida llegan a los 60 años con un estado físico muy superior al de uno de 30 años que nunca se movió del sillón. Correr a diario mantiene el cuerpo activo y hace que el proceso de envejecimiento sea más lento.

LESIONES FRECUENTES

Las lesiones en corredores veteranos son más frecuentes que en los jóvenes (dos lesiones anuales contra ninguna o una) aunque el tipo de lesiones son las mismas:

• Lesiones por sobrecarga/sobreuso de las estructuras implicadas en la carrera a pie. Este tipo ocurre por errores en la distribución de las cargas de entrenamiento (abusar de la velocidad y/o de las competencias, exceso de kilometraje semanal o no respetar los períodos de descanso adecuados). También pueden producirse por la incorrecta elección del calzado o de la superficie de entrenamiento, déficit de flexibilidad o mala alimentación.

Si tenemos en cuenta que los tejidos del cuerpo soportan menos carga a medida que envejecen, no es extraño que un entrenamiento que era fácilmente tolerado a los 20 años pueda terminar en una lesión en alguien de 40.

José Ramón Alvero Cruz explica en su libro Lesiones deportivas en competición en atletas veteranos que los corredores españoles de mayor edad con mejor condición física (los que entrenan más duro), aquellos que no trabajan su flexibilidad y quienes realizan ejercicios con saltos (pliométricos) son los que se lesionan más.

• Lesiones vinculadas al proceso de envejecimiento. Por ejemplo, dolores derivados de patologías articulares, vicios posturales o traumatismos por caídas. Alvero Cruz detalla que las tres lesiones más frecuentes en este grupo de corredores son: rodilla (23%), tobillo (7,5%) y músculo tendinosas a nivel posterior de pierna (5,7%). Dentro de este grupo se incluyen: lesiones del tendón de Aquiles, en músculos isquiotibiales y en músculo tríceps sural.

Rodilla: El desgaste de la articulación (artrosis) vinculado a la práctica del atletismo en una rodilla sana es raro. La artrosis afecta por igual a sedentarios y deportistas. Los factores genéticos, el estilo de vida, el peso corporal y la historia de lesiones predisponen a la persona a tener esta dolencia.

Los esguinces de rodilla, las lesiones meniscales de ligamentos cruzados son raras en quienes corren en línea recta, pero son bastante frecuentes en deportes que implican cambios bruscos de dirección, frenadas y aceleres intermitentes. Quien haya tenido alguna de estas lesiones en su juventud y se inicia en el running más tarde, puede sufrir dolores en la rodilla.

Los corredores de aventura están más expuestos a sufrir este tipo de lesiones debido a las características irregulares del terreno en el cual se mueven.

Tobillo: Es una zona muy solicitada durante la carrera. La poca flexibilidad sumada a una mala coordinación puede conllevar esguinces en runners veteranos. Además los huesos más débiles pueden facilitar las fracturas. Quien padeció esguinces durante su juventud y no realizó un tratamiento adecuado puede padecer de artrosis en el tobillo.

La pérdida progresiva de la flexibilidad y de la fuerza, así como la mala relación entre la carga y el descanso están en la base de este tipo de lesiones.

Como el cuerpo del veterano necesita más tiempo de recuperación, no es extraño que los períodos de recuperación para cada lesión también lleven más tiempo. Mientras que un desgarro en un joven se cura en 20-30 días, las personas mayores de 40 años pueden necesitar más de dos meses. Por eso cuando se pasa esta edad es importante ser más cauto con el entrenamiento, hacer más estiramientos, vigilar la alimentación y descanso de forma más cuidadosa que el joven. Además es importante conocer y aceptar las nuevas limitaciones para poder sacarle el máximo potencial al cuerpo en esta etapa de la vida.

Si bien el ejercicio a esta edad supone más riesgos de lesión, los beneficios para la salud de la práctica de una actividad bien conducida superan estos riesgos por lejos.