Tony Danridge

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La otra cara de Nacional

El básquetbol del tricolor vuela de la mano de Anthony Danridge, que en verano se divierte con James Harden y Paul Pierce
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22 de diciembre de 2017 a las 05:00

Nacional volvió a la Liga Uruguaya de Básquetbol con la misión de mantener la categoría. Con un presupuesto acotado, un entrenador joven y sin grandes figuras, el tricolor se convirtió en la gran sensación del torneo. Una de las grandes razones de este gran momento tiene nombre y apellido: Anthony Danridge.

Líder, profesional, positivo, capitán, buen compañero y gran jugador, el alero de 31 años fue el primer hombre que fue a buscar el entrenador Gonzalo Fernández para armar el equipo.

El año pasado lo dirigió en Larrañaga en el ascenso y el equipo terminó campeón aunque esta temporada no se presentó a jugar la Liga Uruguaya.

A Danridge le quedó chico el ascenso: promedió 26,8 puntos y fue el mejor jugador del torneo por destrozo. Nacional, que perdió la final con Larrañaga, hizo una movida inteligente: contrató a Fernández y este trajo a Danridge que venía fogueado de jugar El Metro con Atenas donde otra vez fue campeón con 27,6 en puntos.

"Todo está saliendo bien, tenemos un gran cuerpo técnico y presidente y un gran grupo de jugadores", le dijo Dunridge a Referí poco antes de una práctica en cancha de Unión Atlética, donde el tricolor oficia como local.

"Los hinchas acompañan a todos los partidos, alientan siempre, si ganamos o si perdemos y son una parte vital de este momento que estamos viviendo", expresó.

Nacional ganó nueve partidos y perdió seis. Entre otros tumbó a varios candidatos como Defensor Sporting, Hebraica Macabi o Welcome, campeón del Apertura, al que despachó el lunes por un apabullante 104-84. Esa noche Danridge hizo 35 puntos. Cuatro días antes le había hecho 36 a Sporting en un partido que se les escapó por apenas un punto.

"Trabajamos muy duro, tenemos un gran grupo de jugadores, Pablo (Macanskas), Tico (Nicolás Delgado) defienden mucho, (Santiago) Moglia tira muy bien, los jóvenes como (Mateo) Sarni y (Mateo) Pose colaboran mucho en defensa y Gonzalo es un gran técnico, sus tácticas defensivas y la forma en que planea los partidos son muy inteligentes", agregó.

"Podemos jugarle de igual a igual a cualquiera, no sé hasta dónde podremos llegar, prefiero pensar partido a partido, en trabajar duro y en ganar la mayor cantidad de partidos que podamos", comentó.

Danridge, que en febrero cumplirá 32 años, nació en San Bernardino, California. "Está a 45 minutos de Los Angeles, cerca de la playa, y a tres horas de Las Vegas. Está en un punto clave. Es mi hogar, me encanta volver y visitar a mi familia, mis amigos. No tengo mucho tiempo, pero cada vez que puedo lo aprovecho", dijo con un aire a nostalgia.

"Mi padre me enseñó a picar la pelota en la calle con cinco años y yo lo iba a ver jugar con sus amigos. Me enamoré del deporte, es lo que hago desde siempre. Dios me bendijo con buenas piernas y habilidades", expresó con el énfasis que ponen aquellos que se apasionan con lo que hacen.

"Conseguí una beca en la Universidad de Nuevo México donde cursé estudios familiares para trabajar como asistente social. Cuando me retire no me veo como entrenador, creo que voy a volver a mi tierra a trabajar en esa área".

En Los Lobos, el equipo de la universidad fue compañero de con Danny Granger quien jugó 11 temporadas en la NBA, nueve de ellas en Indiana Pacers.

"Cuando vuelvo a Los Angeles, en verano nos juntamos a jugar. He jugado con Paul Pierce (ex Boston Celtics), James Harden (Houston Rockets, oro mundial en España 2014) o Metta World Peace (ex Los Angeles Lakers). Eso sí que es pura diversión", dijo a las risas.

"Me gusta Uruguay, me siento como en casa, la gente es tranquila, relajada y siempre comen asado, que me encanta. Para jugar la liga no hay que viajar, es muy cómoda. Ojo, no es una liga fácil, es muy física, pero me acostumbré, hay otros que no les gusta y no se acostumbran al roce", reveló.

A Danridge, que probó el mate pero no le gusta, sí le encantan los tambores y las Llamadas.

En 2009 ganó el concurso de hundidas en el Juego de las Estrellas de la NCAA, algo que repitió en Uruguay en sus dos pasajes por Montevideo: "Ya no me quedan trucos. Sigo saltando pero ya no me divierte tanto", dijo a las risas. Porque ahora es uno de esos bat- quebolistas que juega, deleita y hace jugar.

Y de su mano Nacional se olvida del revés sufrido en el fútbol para disfrutar con el básquetbol.

De California al tricolor

Al salir de la universidad jugó dos temporadas en la Liga de Desarrollo de la NBA y luego comenzó su viaje por el mundo. "Jugué en Líbano, Filipinas, Australia, Ecuador, Uruguay, Venezuela y Argentina", contó. En Uruguay defendió a Montevideo en dos temporadas, Defensor Sporting, Larrañaga, Sayago, Atenas y ahora a Nacional.

 

 

 

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