Fútbol > EL TAPADO DE LA FECHA

Joaquín Gottesman, el Riquelmista gaucho

Es fanático del exjugador argentino, fue dirigido por Alexander Medina y le impresiona lo que hace Tabárez
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20 de marzo de 2018 a las 05:00

Su hermano mayor Julián es zurdo y quedó libre de Rampla. Está sin equipo, pero entrena por las suyas hasta conseguir otro club. Fue determinante en su vida y en el fútbol. Es que Joaquín Gottesman, este joven de 22 años de hablar pausado e inteligente en sus conceptos, jugaba en sus pagos en la selección de Colonia sub 18 y se vino a probar a las inferiores de Nacional.

Julián jugaba allí y le dijeron a Joaquín que se fuera a probar. Juegan ambos en el mismo puesto, de volantes mixtos con más creación que marca y les gusta pegarle de afuera del área. La única diferencia es que este muchacho de Progreso que el otro día le convirtió así a Defensor, es diestro.

Tenía 16 años y Gustavo Bueno, el padre de Gonzalo, lo aceptó para el plantel de Sexta y lo hizo debutar. Tuvo como compañeros –entre otros– a Guzmán Corujo y Leandro Otormín.

"Estoy muy agradecido con el Zorro Bueno porque me hizo debutar y por sus enseñanzas", explica Joaquín a Referí.

Su padre Jorge –el mismo que hacía de todo en el club Juventud de baby fútbol de Colonia en el que jugaron con su hermano durante años– y su mamá Silvana, se vinieron a vivir con sus hijos a Montevideo. Jorge administraba sus propiedades en Colonia desde la capital, mientras Silvana, además de hacer de todo en la casa, consiguió trabajo como administradora en el Hospital Evangélico.

Siguió su periplo en Nacional hasta la Tercera en la que lo dirigió Alexander Medina, actual DT de la primera alba.

"Me dejó muchas cosas como entrenador. Es un técnico muy exigente al entrenar y nos explicaba las 'mañas' que debíamos tener en Primera. Nos iba enseñando".

Y admite: "Me sorprendió como técnico por la forma de entrenar. Llevó cosas que con otros entrenadores no teníamos como conseguir vitaminas que no nos daban o mejores canchas para entrenar. Te sentías más profesional".

Más allá de esto, con el paso del tiempo, Joaquín quedó libre. "Hablé con él y le dije que había muchos jugadores en Nacional como para aspirar a la Primera. Me dijo que me veía condiciones y que capaz podía aprovecharlas en otro club. Y así me fui", dice.

En esta parte de la historia vuelve a aparecer su hermano Julián. Es que jugaba en Progreso y habló con algún dirigente para que Joaquín se probara. Otra vez, el hermano le abría una puerta.

Con su actual club, logró ascender a Primera. "Fue una emoción muy grande, se sentía cómo agradecía la gente del barrio. Venían hombres y mujeres a abrazarme y se le caían las lágrimas. No lo podía creer, no lo entendía, no me daba cuenta y ahí reaccioné lo que significa Progreso para el barrio", expresó el volante.

El presidente de la República, extitular de Progreso, fue a ver a su club como hincha a la cancha de Rampla. Fue hace dos años y jugaba su hermano. "Sabía que lleva a Progreso en el corazón, pero me sorprendió verlo en la cancha. Yo allí todavía no jugaba. Algo así no creo que pase con ningún otro presidente de otro país. Hoy que juego, reconozco que es una emoción grande saber que el presidente es hincha. Y lo digo en serio. No hablo por hablar. Cuando llegué al club no era hincha, pero me encariñé mucho con esta gente", indicó.

No conoce mucho de una gloria eterna de Progreso, el Pistola Marsicano, quien al igual que su viejo con Juventud de Colonia, hizo de todo por los gauchos del Pantanoso durante años y años.

"Me enteré el año pasado de quién era a través del Carnaval cuando Nazarenos hizo la parodia. Nunca me habían hablado de él en el club. Después le pregunté a mi padre para que me contara algo más. Pero me di cuenta que lo quieren todos en Progreso y en el barrio", dice.

Hoy comparte el apartamento y los gastos con un amigo y colega, Jhony Galli, quien juega en Rampla. "Nos repartimos los mandados y la cocina. Yo soy muy malo y no me gusta cocinar, entonces lo hace él y yo lavo los platos", explicó sonriendo.

Se declara "Riquelmista", porque le encantaba cómo jugaba al fútbol Juan Román Riquelme. "Me gustaban sus lujos con la pelota, cómo le pegaba, la visión de juego que tenía.

También le gusta cómo el Maestro Tabárez ha llevado adelante el proceso de selecciones nacionales. "Me impresionó la importancia que le da a cada jugador más allá de los nombres. Siempre hay un recambio y siempre rinden. El Maestro me dejó sin palabras para lo que hizo en la selección", confesó.

El sábado le anotó a Defensor con un remate de afuera del área que se le escapó a Guillermo Reyes: "Me gusta pegarle de lejos. Sabía que la cancha estaba mojada y le pegué para que le picara antes. Por suerte entró. Estamos muy bien en el torneo. No cambiamos nuestra idea de juego por más que el rival sea un grande. En eso tiene mucho que ver (el técnico) Marcelo (Méndez)".

Se colgó a ver La Casa de Papel como muchos, pero en los tiempos libres, prefiere ir a la Plaza Seregni a tomar mate o a Colonia los fines de semana a comerse un asado con sus amigos. De a poco, junta dinero para comprarse un terreno y hacerse su casa por allá, por el oeste uruguayo.

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