Fútbol > EL TAPADO DE LA FECHA

Fede Ramos, de cortar pasto y ser verdulero, a pelearla en el fútbol

El jugador de Atenas tuvo que trabajar de peón de albañil en plena carrera futbolística cuando le debían tres sueldos
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27 de febrero de 2018 a las 05:00

Carlos Manta lo llamó para llevarlo a Miramar Misiones. Era el técnico y Federico Ramos era un volante que se destacaba en la selección de Maldonado en el interior. Hacía muy poco que había sido padre de Luciana –con 19 años– y el desafío de la vida se le presentó.

Vivía donde vive hoy y donde lo hizo toda su vida, en Piriápolis. Entonces empezó a ir y venir casi todos los días hacia la capital. Se estaba haciendo profesional y también aprendiz de padre.

En ese balneario se crió, creció y se enamoró de Bianca, a quien conoce desde chico. Hizo la escuela y el liceo, pero no logró completar quinto humanístico por el fútbol. Como tantos futbolistas, dejó el estudio porque los horarios no eran compatibles. Con tanto viaje a Montevideo, no pudo continuar.

Ayudaba a su tío a cortar el pasto "para hacer unos mangos", pero no iba con sus amigos a las maquinitas con ese dinero, sino que se compraba ropa.

Son ocho hermanos y entonces de joven trabajó en un supermercado. Un verano hizo de reponedor y al siguiente, de verdulero. Trabajaba de mañana y entrenaba de noche en Piriápolis.

Después que se fue Manta de Miramar, al año siguiente, en 2013, lograron el ascenso con Luis "Tiburón" Duarte.

Le salió una oportunidad en Liga de Portoviejo en Ecuador y allí lograron salvarse del descenso.

Su técnico era el uruguayo Ramón Silva, exjugador de Peñarol de la década de 1970.

"Nos pedía que contagiáramos un poco a los jugadores ecuatorianos, porque eran fríos. Para ellos era lo mismo ganar que perder y yo con otros dos uruguayos –Javier Guarino y Diego Torres– tratamos de cambiarles la mentalidad y nos salvamos del descenso", recuerda Ramos para Referí.

Allí estuvo seis meses en los que extrañó mucho a su mujer y a su hija. "Costó bastante, pero mis compañeros uruguayos me ayudaron. Por suerte, no estaba solo del todo, porque es difícil dejar lejos a la familia", explicó.

Cuando volvió de Ecuador pudo comprarse "un autito usado".

Allí pasó a Atenas y estaban en Segunda División. A veces, el club se atrasaba mucho en los pagos, entre dos y tres meses, y si bien su padre José Luis y sus suegros lo ayudaban económicamente, llegó un momento en el que debió salir a trabajar.

"Somos una familia humilde, pero trabajadora; nunca dejamos de luchar. No tengo problemas para trabajar de lo que sea. En ese momento, ayudé a mi padre que es albañil y entonces laburé en la construcción. Hacía de peón, cargaba bolsas, cortaba hierro, de todo", recuerda.

Claro que al mismo tiempo debía entrenar para jugar los fines de semana y el cansancio se acumulaba.

"En Uruguay, la gente tiene un concepto equivocado de lo que es un jugador de fútbol. Muchos piensan que tenemos un muy buen pasar económico y no es así. Tenemos un sueldo común y si los clubes se atrasan algunos meses –como me sucedió a mí– es muy complicado. El fútbol uruguayo da para vivir y nada más. La mayoría de la gente no es consciente de eso", dijo.

Pero su padre lo ayudó con su mano de obra y entre los dos, con el paso del tiempo, pudieron construir su casa en la que vive hoy. Fue un paso muy importante.

Ser padre joven "fue todo un desafío, pero mi hija hoy me llena la vida", explica Federico.

De Plaza Colonia tiene un buen recuerdo de su gente. Estuvo un año allá y allí sí se llevó a su señora y a su hija.

Recuerda con mucho cariño y admiración a Sergio "Chochi" Delfino, –exjugador del club, de la selección de Colonia y de Peñarol, entre otros, en la década de 1960– "porque hacía de todo y siempre tenía buena onda con nosotros. Tenía a la mujer enferma e igual iba a dar una mano en lo que fuera, siempre de buen humor. Es algo que no se ve muy seguido".

En lo deportivo, las cosas no anduvieron bien ya que descendieron el año pasado.

Este año, volvió a Atenas y el domingo ni bien entró desde el banco, anotó el transitorio 1-0 ante Wanderers con un golazo.

"Me había tocado esperar afuera en los partidos anteriores y justo cuando Barán me dijo que entrara, pude convertir. Disfruté después con mi familia", indicó.

Del técnico que sacó mejores conclusiones futbolísticas fue de Alejandro Apud cuando pasó por Atenas. "Me enseñó muchísimo en la forma de entrenar. Se fue invicto del club".

Le gusta mucho como jugaba Juan Román Riquelme y como hacen varios, trataba de aprender "mirando cómo se movía en la cancha".

Cuando los resultados no se dan, o no le toca entrar en los partidos y llega de malhumor a la casa, no quiere tirar toda esa mala onda con su familia. Toma la caña de pescar y pasa horas en la costa de Piriápolis. "Me relaja mucho. Está bueno cambiar de aire y también lo está no agarrársela con los demás".

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