Rusia 2018 > CRÓNICA DE VIAJE

En la piel del sufrimiento argentino

El enviado de Referí viajó a Nizhny con los hinchas argentinos y observó el segundo tiempo de la paliza que les dio Croacia
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21 de junio de 2018 a las 20:09

Enviado a Rusia

Subo al vuelo que me llevará de Moscú a Nizhny Novgorod y veo a cuatro jóvenes con la camiseta de Argentina. El vuelo está previsto arribar a la hora 20.25 y a las 21 su selección juega con Croacia. Una vez terminado el partido es en lo primero que me acuerdo.

Uno de los pibes se sienta a mi lado. "¿Llegás?", me sale preguntarle naturalmente. "Espero que sí". Van con lo puesto porque se alojan en Moscú y le pidieron un favor especial a la azafata de la aerolínea: que los dejen bajar primeros.

El vuelo pisa suelo de la ex Gorky a las 20. Señal celestial. Y la azafata dice en inglés y a las risas que concederá un favor especial para que los argentinos bajen primeros. "Te amo Messi y te amo azafata", grita del fondo otro hincha que lleva la 22 de Cristian Pavón. Son todos de Boca Juniors.

Mi trámite es más largo. Despacho valijas, tomo un taxi y enfilo para la zona del estadio ya que mi hospedaje está cerca. Me tiento, contagiado por las ganas de los argentinos que se tenían una mesurada fe sabiendo que no pudieron con Islandia y que Croacia tiene varios jugadorazos.

Recién puedo entrar para el segundo tiempo. Y veo la masacre croata. Un equipo argentino intencionadamente desbalanceado pero hasta el límite del suicidio.

Me ubico en una grada junto a varios periodistas televisivos. Entonces, Willy Caballero comete el horror del Mundial: "Hijo de puta", "¡qué mentira!", "Y Armani no ataja porque no tiene experiencia", "manco", le gritan, furiosos.

La "Olímpica", copada de argentinos se le cae abajo cuando vuelve a recibir la pelota. Pero al final se ponen a alentar. Y el estadio se hace rugido. Una vez, dos. No más. Es todo lo que logra contagiarlos el equipo con Messi rodeado de rivales, delanteros acumulados en forma inorgánica, un mediocampo endeble y una defensa abierta, expuesta y frágil como una ilusión cascoteada.

Luka Modric mete una bomba, con tiempo de sobra para buscar ángulo y extensión de pierna. Golazo. La hinchada de Croacia, mayoría en la "Ámsterdam" lo goza de frente. Vuela cerveza del primer al segundo anillo. Vuela también un vaso que da en el hombro de un fotógrafo. Los seguridad se agolpan contra la baranda donde los hinchas festejan enardecidos.

Viene el tercero donde Ivan Rakitic casi se fuma un habano antes de terminar la jugada. Y vuelvo a pensar en el pibe argentino. En su "¿por qué me gustará tanto el fútbol por hacer esta locura?".

En su admiración por Tabárez, Muslera y Suárez. En su inexplicable bronca por el talento de Bentancur: "No parece uruguayo, es muy frío, Nández tiene unos huevos que se los pisa, no me importa que sea más desprolijo con la pelota".

Argentina fue goleada y sus hinchas se fueron en silencio ante el delirio croata. Ver tanta ilusión, tanto talento junto sin norte ni sur y tanta inconsistencia ante el generoso abanico de sus posibilidades no me causa ninguna gracia tratándose de un pueblo hermano. Pero por el manejo que hacen de su selección es algo mucho más probable que sufran estos revolcones a que sean campeones del mundo. Aunque lo tengan a Messi.

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