Fútbol > EL TAPADO DE LA FECHA

El crack que empezó a jugar a los 20 años porque en el trabajo le vieron condiciones

La historia de Mauro Da Luz, quien nunca hizo divisiones menores y por dos compañeros le dijeron que fuera a probarse a un club
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07 de agosto de 2018 a las 05:00

El suyo es un caso prácticamente único. Mauro Da Luz no hizo divisiones menores en ningún club y llegó a Primera división. Después de haber salido campeón de baby fútbol con Málaga y tras haber defendido antes a Primavera y El Ombú, colgó los botines de chico.

Con el paso del tiempo, ya a los 17 años, defendió el club del barrio, Punta de Rieles en la Liga del Este. Enfrentaba a rivales de 30. Sabía íntimamente que su sueño era jugar al fútbol profesional.

Mientras cursaba sexto de Ingeniería en el liceo, al mismo tiempo trabajaba en una importadora para pagarse el curso de técnico en informática, el mismo que hoy aún continúa.

"Descargaba y cargaba camiones, hacía pedidos y repartos. Era un trabajo duro porque a veces estaba 10 horas", cuenta a Referí este volante de River Plate que fue figura contra Peñarol hace unos días y que anotó el gol de su equipo el pasado fin de semana en el empate ante Atenas.

Un día se cayó de un camión en movimiento y la calle era de pedregullo. Se salvó de que no venía ningún auto atrás, pero se raspó todo.

En esa empresa jugaba picados entre los empleados y dos hermanos que trabajaban allí, Rafael y Roberto Sosa, vieron sus buenas condiciones futbolísticas y le dijeron por qué no se iba a probar a algún club. Hasta el día de hoy están juntos y se los agradece, más allá de que reconoce que le faltaba confianza para haber tomado él la resolución.

"Era tirarme al agua sin saber qué podía pasar", recuerda. Claro, tenía casi 20 años y es difícil que un club acepte jugadores que no tienen un pasado en formativas de ninguna institución.

Luego de recibir algunos "no" como respuesta, llegó a Oriental de La Paz con el que está "muy agradecido" porque le abrió las puertas. Estaba en la C y jugaba una liguilla de seis partidos para ascender a Segunda. "Arrancaba bien de abajo, pero la cosa era arrancar", explica hoy con el paso del tiempo.

Debutó y anotó un gol. "No lo podía creer. Era el debut soñado". Y le tocó ascender lo que le trae "tremendos recuerdos".

Durante esos seis meses en Oriental, no cobraba. Por lo tanto, trabajaba ayudando a su tío a colocar aires acondicionados y paneles en cámaras frigoríficas. También lo hacía como albañil con un vecino y hacías changas. "Levantaba paredes, hacía material, rellenaba pozos. Me gustaba trabajar para ayudar también en casa, porque me chocaba ver que mis viejos se rompían el lomo para que a mis hermanos y a mí no nos faltara nada", sostiene.

Y no solo eso, también le daba una mano a su padre colocando membranas. "Una tarde de un calor tremendo –y más en ese trabajo a pleno sol–, en plena tarea, me llamaron por teléfono para que me presentara en la Tercera de Peñarol. Fue una alegría enorme", recuerda.

El Bola Robert Lima era el técnico y estuvo seis meses más. Allí se dio cuenta de la diferencia del profesionalismo con el amateurismo.

"La ropa, los vestuarios, las canchas, todo era mucho mejor. Allí me daban algunos viáticos para el ómnibus. Me iba desde Punta Rieles hasta el Estadio Centenario y nos pasaba a buscar otro bus que nos llevaba hasta Solymar en donde está el Centro de Alto Rendimieto. Eran horas y horas de ómnibus", explica. Allí estuvo otros seis meses, pero quedó libre.

Se había hecho muchas ilusiones, "pero no siempre se da como uno quiere. Fue un momento muy triste".

Fue entonces que gracias a sus "descubridores", los hermanos Sosa, y el exjugador Daniel Gutiérrez, se fue a probar a River.

Tenía 21 años y lo probaron en la Tercera que dirigía Juan Carlos Carrasco. Su padre Juan Ramón, en esa época dirigía la Primera.

Estuvo un tiempo entrenando y la prueba final la hizo en un amistoso contra Canadian. Lo vio JR y le dio el sí a su hijo para que River lo contratara.

En Tercera jugó muy bien, hizo bastantes goles y lo subieron a Primera con Juan Ramón.

"Él fute quien me hizo debutar en Primera división. Es mucho más exigente y le imprime un ritmo tremendo a los entrenamientos", cuenta.

Recuerda que tenía un catálogo de jugadas que no se los daba para que se llevaran a casa, sino que había que aprenderlos en las prácticas. Son muchas jugadas preparadas.

Luego de JR llegó Julio Avelino Comesaña y con él no tuvo demasiados minutos.

Todo lo contrario ocurrió con Pablo Tiscornia, el actual DT darsenero.

Cerca de cumplir los 24 años, Mauro está en pareja con Melanie desde hace cuatro, pero vive aún con sus padres.

Le encanta la computación, tanto que quiso ser ingeniero de sistemas. Por ahora, sigue con el curso de técnico de informática y más de una vez, se animaba "a metere mano para cambiar piezas de mi computadora cuando no funcionaba. ¡Y la arreglaba!".

El presente en el fútbol le sonríe. "Se va cumpliendo todo de a poquito. Es como estar viviendo un sueño", dice con una sonrisa.

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