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Casal, Lugano, Conmebol, los clubes: guía para entender la intervención de FIFA

Qué rol juega cada actor la crisis del fútbol
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25 de agosto de 2018 a las 05:00
La postura de polarización no nos representa. No queremos abonar en un pensamiento binario, entre buenos y malos, porque no responde a la realidad". El secretario nacional Deportes, Fernando Cáceres, intentó el jueves poner al gobierno en el medio de la grieta del fútbol uruguayo. Pero esa fractura es demasiado grande y visible para obviarla. Lo cierto es que la intervención de FIFA significaría un golpe tan grande que, al menos por un rato, acercaría a algunos que hoy están de un lado y otro.

El rol de Tenfield

De un lado hay un protagonista claro: Francisco Casal, Tenfield y sus satélites, es decir, varios clubes que con sus decisiones son brazo ejecutor de las posturas de la empresa. Lo hicieron en 2014 cuando le minaron el terreno a Sebastián Bauzá hasta forzarlo a renunciar, en el medio de una crisis cuando el gobierno se negó a enviar policías a los partidos. También en 2016, durante la votación de Nike-Puma, cuando argumentaron que votaban por una opción cinco veces menor porque les generaba más confianza tener a Tenfield como socio. Lo volvieron a hacer en diciembre de ese año, cuando intentaron sacar al Ejecutivo a días de que se venciera el contrato que desde 1999 le daba los derechos de marketing de la selección a Tenfield. Y lo hicieron en el terremoto político actual.

¿Qué rol juega Tenfield ahora? A diferencia de las anteriores, no son intereses económicos los afectados, sino su rol de poder, lo que cambia el nuevo estatuto: los clubes de Primera pasarán de tener un 94% del voto en la elección presidencial a un 52%.

Entrarán a la mesa OFI, fútbol femenino, Futsal, la Segunda División Profesional, la Segunda Amateur. Cambiará la lógica de poder actual, en la que la mayoría de los clubes más necesitados se alinean a los intereses de la empresa porque es su mayor socio y necesitan recurrir a él para buscar dinero para pagar el agua o la luz cada mes. Su poder de negociación (dinero a cambio de votos) ya no será tan fuerte, porque los votos valdrán menos. Tenfield se verá obligado a plantear nuevas alianzas.

Pero en esa alianza contra la intervención también hay clubes que no siempre se han alineado con Tenfield, como el "G5", como se autodenomina la unión de Danubio, Defensor, Wanderers, Liverpool y River. O Nacional y Peñarol, que tienen alianzas puntuales con la empresa, y se oponen al G5 porque pelean por el reparto de la torta de los derechos de TV.
Más allá de la cercanía o lejanía con Tenfield, todos perderían poder con el nuevo estatuto. Los une el espanto.

Otro punto que le preocupa a la AUF es que el escenario del 52% se dará solo si se vota la última versión del estatuto, surgida tras cinco largos años de negociaciones, lo que no está garantizado si se concreta la intervención.

A eso se refirió Diego Lugano en entrevista con Del Sol este viernes: "No vamos a dejar que se vote cualquier estatuto". Por ejemplo, la última versión no incluye poder de voto para los gremios de jugadores, árbitros y entrenadores.

Del otro lado los jugadores

Lugano es la cara visible del otro lado de la grieta, junto a Diego Godín y Luis Suárez. Representan el poder de los jugadores de selección, que, en los últimos años, respaldados en su gran imagen pública, cuestionaron el poder de Tenfield. El episodio fundamental fue la votación Nike-Puma, oferta aportada por los jugadores, y la pelea por sus derechos de imagen. Siguió con el conflicto de los jugadores locales, que terminaron desplazando a una Mutual que era funcional a los intereses de Tenfield.

Los jugadores no habían jugado ese rol cuando cayó Bauzá. En cambio, cuando iniciaron su pelea encontraron el respaldo del Ejecutivo encabezado por Wilmar Valdez, que en esa votación de Nike/Puma se alejó definitivamente de Tenfield.

La postura de los jugadores siempre fue presionar fuerte. Otra frase de Lugano lo ejemplifica: "Lo hemos intentado años y años, pero en este sistema no se consigue nada con diálogo".

Pero también han tenido errores. Uno fue apoyar a Gerardo Molina, el fallido empresario que ofreció un negocio de US$ 100 millones pero que se terminó esfumando. Otra, si no un error, fue la arriesgada estrategia respecto a la Mutual: al rescindir el contrato con Tenfield, el gremio se quedó sin su principal fuente de recursos. Lo suplirá con dos amistosos de selección que la AUF cedió a los jugadores en el marco del acuerdo de premios. A su vez, los jugadores y la AUF no informaron en su momento de la comisión de 10% que se llevaría una empresa por acercar la oferta de Nike, algo que finalmente quedó por el camino porque la empresa no ganó la puja.

Conmebol, socio puntual

Allí es que entra otro factor de poder: Conmebol. No es casual que haya intervenido tres veces en el proceso. Primero el 30 de julio, un día antes de la elección, anunciando que los candidatos que quedaban en carrera no tenían el examen de idoneidad; luego con la venida a Uruguay a realizar los exámenes, y finalmente con la carta que mandó a FIFA para pedirle la intervención, que es criticada por los clubes y la AUF porque, según ellos, induce a error a FIFA.

Conmebol también está del otro lado de la grieta de Casal. De hecho, hay juicios cruzados entre ambos en EEUU, y hay un enfrentamiento personal con el actual presidente, Alejandro Domínguez
Aunque las disfrazó de jurídicas, el organismo jugó sus cartas políticamente. Intentaron que no asumiera un candidato cercano a Tenfield como Eduardo Abulafia. Tan de cerca estaban siguiendo la elección que, en la carta que enviaron a FIFA el lunes para pedir la intervención, mencionaron la irregularidad de que apareciera un "tercer candidato" -que no estaba nominado formalmente-, además de Ignacio Alonso y Fernando Nopistch: era Oscar Curutchet, cuyo nombre surgió en esas horas como una tercera opción con suficiente consenso, entre ellos los clubes más alineados a Tenfield.

¿Lugano y los jugadores están alineados con Conmebol? ¿Conspiran juntos? No. Pero no son naif, como nadie en este juego. Los los une un interés en común: su enfrentamiento a Casal.

OFI y la gremial de árbitros se convirtieron en aliados circunstanciales de los jugadores. Los une el objetivo de tener mayor peso de decisión en la AUF. OFI venía jugando hace tiempo la carta de FIFA, y finalmente, tras ser ignorados por años, encontraron el escenario ideal.

El Ejecutivo, de un lado y otro

En el medio de todo aparece el actual Ejecutivo de la AUF, que cuando asumió, tras la caída de Bauzá, era visto como funcional a Casal, pero terminó enfrentándose a la empresa tanto como su antecesor, y generando una cambiante alianza con los jugadores. Esas dos decisiones mejoraron notoriamente la imagen del Ejecutivo. De todos modos la salida de Wilmar Valdez, en medio de rumores de corrupción, fue un golpe grande que aún se siente.

En realidad, la pelea de Valdez con Casal había empezado antes: fue cuando, como vicepresidente y luego presidente de Conmebol, se negó a darle a Goltv los derechos de los torneos continentales, un negocio muchos millones mayor a los que se juegan en la AUF, y que Casal entendía que debía salir de manos de Fox tras el escándalo del FIFAGate.

La decisión de Conmebol fue discutible porque la oferta de Goltv era superior, pero las consecuencias terminaron siendo claras: el quiebre definitivo entre Valdez y Casal, que le dio respaldo mediático y logístico a la creación de la Liga Sudamericana, integrada por clubes que reclamaban más recursos. Lo que alguna vez se vio como la jugada de Casal para tener influencia en AUF y Conmebol, se le daba vuelta 180 grados al empresario.

En la foto general, la AUF está del lado de los jugadores, y en ese sentido, venía bregando por la votación del nuevo estatuto. Pero se opone a la intervención, porque entienden que Conmebol indujo al error a FIFA con un confuso relato de los hechos. Pero además, sostienen que la intervención no tiene base jurídica, porque la propia FIFA había dado el último plazo de aprobación del estatuto el 1° de diciembre, por lo que no puede establecer una sanción antes de esa fecha.

¿Y el gobierno?

Es difícil definir una postura única, porque dentro del gobierno hay intereses diversos. La pelea "Astori anti Casal" versus "Mujica pro Casal" durante la presidencia anterior, ahora dio paso a otros protagonistas. Los más claros son el Ministerio de Educación y Cultura y la Secretaria de Deportes. Al MEC le tocó actuar durante el conflicto de la Mutual y fue lo más cauta que pudo, al punto que los jugadores le recriminaron "cajonear" el expediente, algo que favorecía a los intereses de la antigua directiva, pro Tenfield. El miércoles, la ministra María Julia Muñoz rechazó la intervención e FIFA, tensando más la cuerda.

Del otro lado está la Secretaría Nacional de Deportes, con Fernando Cáceres, ex secretario ejecutivo de la AUF bajo la presidencia de Bauzá. Ha tenido buena sintonía con reclamos de los jugadores, y ha bregado por la votación del nuevo estatuto, para darle más voz a los jugadores y a OFI. Pero coincide en que la intervención significaría un problema, y por eso propone una mesa de diálogo y aprobar el estatuto para evitarla. En la práctica, la aparición de Cáceres el jueves enmendó la plana de las declaraciones de Muñoz el miércoles.

A todo eso, el que decidirá la partida es FIFA. Si decide avanzar con la intervención no habrá mucho por hacer. Lo único sería que el gobierno o los clubes se negaran, pero los dos saben que pierden mucho, porque la alternativa es la sanción o expulsión del futbol uruguayo de FIFA, algo que nadie quiere enfrentar y mucho menos ser el culpable. Los clubes por el perjuicio económico que genera, y el gobierno porque cargaría con una decisión que le puede costar caro electoralmente. Los clubes ya movieron en la tarde-noche del viernes y recurrieron la decisión al Tribunal Superior del Deporte (TAS), basados en lo que entienden es una decisión sin base jurídica.

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