Con el paso del tiempo se agregó un nuevo elemento que fue capaz de modificar la conducta en los espectáculos deportivos: las cámaras de seguridad.
Pero el cambio no se produjo en el hincha normal, el que va con su familia a disfrutar de un espectáculo sino en el más revoltoso. Aquel que antes generaba problemas, lanzaba algún objeto o tenía un comportamiento inadecuado. Ese cambió.
¿Motivos? La identificación de los aficionados a través de las cámaras. Está claro que, desde la colocación de las mismas, se modificó la conducta de la gente.
Las medidas que se instrumentaron para penar a los que tienen mal comportamiento hicieron abrir los ojos a todos.
Hoy, lanzar una piedras o provocar incidentes en una cancha como formar parte de una pelea en la tribuna, es penado con el impedimento a ingresar a los escenarios deportivos. Hay otros actos que son penados con mayor rigurosidad por parte de la Justicia.
Entrar en una lista negra donde, no solo inhabilita el ingreso a la cancha sino a sacar entradas, es una medida de peso. Nadie quiere perderse un partido de su equipo por actuar de una forma que no corresponde.
La estadística que tiene la Asociación Uruguaya de Fútbol marca que disminuyeron los incidentes. Por esa razón, se puede entender que hay un antes y un después de las cámaras de seguridad que se estrenaron en marzo de 2017.
La seguridad generó una especie de batalla mediática entre las autoridades del Ministerio del Interior y el fútbol.
Primero fue la salida de los efectivos policiales de las canchas y la organización de los espectáculos por parte de los clubes con seguridad privada.
Y luego el debate sobre a quién correspondía comprar las cámaras. Se generó una guerra mediática entre los dirigentes y las autoridades del ministerio.
Finalmente la AUF se hizo cargo de una inversión que rondó US$ 1,5. Nacional y Peñarol también colocaron sus cámaras, al tiempo que la misma Asociación compró cámaras móviles que son llevadas a las canchas chicas.
En el clásico del domingo, el Centenario se colmó de aficionados. Nacional decidió no compartir la Olímpica con Peñarol. En la Olímpica se instrumentó un pulmón para evitar la cercanía de los hinchas. La única falla que se registró fue el ingreso de dos bengalas en la tribuna de Peñarol, que se encendieron cuando salió el equipo.
Las personas que las prendieron están identificadas por las cámaras por lo que ingresarán en la lista negra y no podrán sacar entradas ni concurrir a los partidos.
El último mes se vivió con intensidad la pelea de los grandes por oficiar de locales en los clásicos en sus escenarios. Finalmente el Ministerio del Interior lo impidió.
El presidente de Nacional, José Luis Rodríguez, protestó porque realizó una inversión millonaria, debe pagar las cámaras pero no puede jugar en el Parque Central.
Según indicó una fuente aurinegra a Referí, Peñarol –local en este Apertura– tuvo que pagar US$ 90 mil solo por la organización del clásico en el Estadio Centenario, como lo hará Nacional en el Clausura.
El hecho es que por las cámaras de reconocimiento facial, se cobra una tasa de $ 30 por persona que concurra al escenario. Sean socios o no –estos no pagan entrada– igualmente son tenidos en cuenta.
Si se parte de la base que aproximadamente concurren 50 mil personas, ya por ese concepto Peñarol deberá pagar US$ 50 mil. A eso se agrega los US$ 4.000 que cuesta el arrendamiento del Centenario y el 6% de la recaudación que queda para CAFO.
El presidente aurinegro, Jorge Barrera, señaló que fue el último clásico que Peñarol jugó como local en el Estadio, a partir de ahora la fiesta se va al Campeón del Siglo.
Y quedaron establecidos nuevos parámetros desde que hace poco más de un año desembarcaron las cámaras de identificación facial: el fútbol se empieza a disfrutar en paz y sin violencia.
Hubo 11 detenidos
El hecho más grave en el partido clásico del domingo fue la agresión de un hombre a un efectivo policial. La policía consideró que resultó efectivo el operativo realizado en Peñarol-Nacional. El saldo final terminó con 11 personas detenidas por alteración al orden público y brindar positivo de alcoholemias en la entrada al Estadio Centenario. De los detenidos, nueve son mayores y dos menores.
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