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Zalayeta, con las huellas del barrio

No pasó por el baby fútbol, se formó jugando con los mayores en el barrio, y luego deslumbró con su juego en Italia: el ganador de la encuesta de Fútbol x 100
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22 de junio de 2013 a las 19:44

Rafa golpeó las manos. Esperó unos instantes y, como no aparecía nadie en la humilde vivienda, volvió a insistir. Las calles del barrio lucían despobladas. Pero Rafa no quería irse con las manos vacías. Le habían pasado un dato por el cual valía la pena esperar: “Frente a mi casa hay un morocho que sale todos los domingo a jugar al fútbol”, le dijo Pablo Silvera, que jamás imaginó que su aviso podía llegar a cambiarle la vida al vecino.

“No sabía qué edad tenía, porque jugaba con hombres. Yo era coordinador de inferiores en ese momento y, dicho sea de paso, ganamos Sexta, Quinta y Cuarta división. Fue en el año 1993, cuando falleció Claudio Olivera. Fui a la casa, golpeo las manos, y después de un rato lo veo venir. Un morocho grandote, y le digo: ‘Mirá, quiero llevarte a Danubio’. ‘Sí, no hay problema’, me dijo. Yo pensaba que tenía edad de Quinta división, que tenía 16 años. Y al final resulta que tenía 12. Me acuerdo que hacía chilenas de todo tipo, imitaba a Dely Valdés”, rememoró alguna vez su descubridor Rafael Perrone. Fue el inicio de la historia de uno de los jugadores más deslumbrantes que brindó el fútbol uruguayo en los últimos años: Marcelo Danubio Zalayeta.

Por curioso que resulte, por aquel entonces Marcelo no jugaba en ningún equipo: “Nunca había jugado en el baby fútbol, solo unos amistosos con el Flor de Maroñas”, reveló Zalayeta a El Observador. Pero se metía en los picados con los grandes. Ahí donde se adquieren las huellas del barrio.

Y lo avalan las palabras de su descubridor, Perrone, en una nota con Crónicas: “Jugaba en cuadros de barrio, pero de hombres grandes. No estaba fichado en ningún lado. Lo trajimos y resultó ser lo que fue. Yo le decía: ‘¿Qué es lo que más querés?’, y me respondía: ‘Comprarle una casa a mi vieja’. Y le digo: ‘Si hacés las cosas bien, te mentalizás, descansás bien, comés bien, no vas a tener para comprarle una casa a tu vieja, vas a tener para mucho más’”.

Zalayeta no olvida aquellos primeros pasos en Danubio.

“Fui al Forno y quedé. No me costó arrancar en el fútbol, por suerte cuando fui a Danubio por primera vez ya era grandote y el Rafa me mandó fichar enseguida. Siempre jugué arriba”.

La carrera de Zalayeta fue explosiva. Una temporada en Primera, en la que marcó 12 goles, significó el trampolín a Peñarol. Enseguida se fue al Mundial sub 20 de 1997, y se consagró como Balón de Plata. Fue entonces cuando la Juventus de Italia apareció en el horizonte. Y su vida cambió para siempre. Claro que los primeros pasos fuera del país no resultaron sencillos. “Sentí el cambio el primer año. Fui a Torino, era invierno entonces y a las cuatro de la tarde era de noche. Tenía 18 años y fui solo. Estaba con Paolo (Montero) y (Daniel) Fonseca, que me ayudaron a llevarla mejor. Si estaba solo no sé si aguantaba. Hoy en día voy a Torino porque me gusta como ciudad”, expresó Zalayeta a El Observador.

De aquel vestuario repleto de estrellas recuerda. “Los tipos eran unos fenómenos. El primer año que estuve, ibas a entrenar y los tipos llegaban de traje. No parecían jugadores, parecían modelos. Si había algún problema no lo reflejaban en la cancha. Los tanos no son de hacer comidas pero en la cancha estaban todos unidos”.

En Italia defendió a Juventus, Empoli, Perugia, Napoli y Bologna. En medio del viaje desembarcó en Sevilla y antes de emprender el regreso a Uruguay jugó en Kayserispor de Turquía.

“Volví rompiendo un contrato en Turquía. Me quedaba un año y medio. Pero tenía a mi hija acá y me había cansado de estar afuera, necesitaba estar cerca de ella. Micaela es un poco como yo. Tiene 14 años. No es muy futbolera, le gusta, pero no va al Estadio. Cuando hago un gol me lo dice, pero nada fuera de lo normal. Es bastante parecida a mí”.

La noche va tomando forma en Parque Miramar, donde vive actualmente. Marcelo sonríe por última vez para la foto: “Sacame riéndome que después tengo lío. Acá no hice producciones de foto. Solo en Los Aromos con el tema de las camisetas y luego la de la web que estuve a punto de rechazarla. ¡A Darío lo mataron! Le metieron una boina”. Y al final dispara la pregunta que lo invade, porque su timidez le pide despejar el camino de cara a la ceremonia de premiación de Fútbol x 100: “¿Y cómo es eso de la entrega de premios? ¿No tenés que hablar, verdad? Entonces cuenten conmigo, que voy”.

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