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¿Y si empiezan a pensar un fútbol en serio?
En estos tiempos en los que el grado de sensibilidad trepó a niveles impensados y en los que cualquier comentario puede adoptarse como un agravio a los humildes o un guiño cómplice a los grandes, expresar que lo que está haciendo Rampla Juniors para habilitar su cancha es de fútbol amateur, suena como un atropello a los que con amor propio trabajan por el club del corazón. Con todo respeto: lo que hace Rampla es de fútbol amateur, y lo que avala la Asociación Uruguaya de Fútbol, es más amateur aún. Inconcebible para una estructura medianamente seria y organizada.
¿Cómo es posible que a dos días del partido el tema sea si se puede jugar en la cancha de Rampla Juniors? ¿Qué están esperando? Por una cuestión de imagen, la AUF no puede aceptar entrar en ese juego. Es cierto que esas son las reglas de juego con las que actuaron hasta ahora, pero llegó el momento de ponerle punto final a ese fútbol folclórico y amateur del pasado.
Esto que sucede con Rampla por estas horas, tiene que servir como disparador para generar un revulsivo en el fútbol uruguayo y establecer nuevos estándares de calidad. Aprovechando el impulso que generó el movimiento Más Unidos que Nunca, es momento para profundizar en los cambios. Cambios en serio.
En la cancha de Rampla no se pueda jugar. Y me refiero al campo de juego, más que a su infraestructura, que no es está a la altura de las exigencias de un fútbol profesional. Tampoco se puede jugar en el Tróccoli, el Nasazzi, el Parque Artigas, el Viera y el Campeones Olímpicos de Florida, como se encuentran actualmente. Es cierto que todos los equipos, incluido Defensor Sporting y, en algunos casos exceptuando a Nacional y Peñarol, van a esas canchas. Pero ya está, no debería entrar más a considerarse la posibilidad de jugar en esos estadios. Por una cuestión de respeto a los jugadores y a los aficionados. A todos los jugadores, no solo a los de Nacional y Peñarol.
Aprovechando las exigencias de licencias profesionales que plantea Conmebol, la AUF debe redoblar la apuesta y pedir estadios en serio. En ese planteamiento, seguramente queden seis canchas habilitadas en todo Montevideo. Perfecto. A partir de 2019 se debe reglamentar jugar en esas canchas o en las que reúnan las condiciones. Sin más postergaciones. Los clubes que quieran ser locales podrán mejorar sus instalaciones, hacer estadios en serio. Tienen todo 2018 para ello. Si no lo consiguen, en 2019 tendrán que jugar de locales en otras canchas y la AUF brindar el marco para ello.
Se tiene que terminar eso de que un grupo de vecinos, hinchas del club, vayan a la ferretería o a una barraca 10 días antes de un partido importante, compren alambre, pintura y emparchen el tejido, pinten la tribuna y emprolijen un escenario que no admite un partido de fútbol profesional. Por respeto a todos los clubes que van el resto del año a esas canchas y que tienen que jugar en condiciones que no son las apropiadas.
En tiempos de cambios en el fútbol, de reflexiones, de maduración y valorización del producto, los dirigentes tienen la responsabilidad y obligación de hincar el diente, establecer ahora, antes del 31 de diciembre un proyecto en serio para poner en práctica en 2018, con objetivos a corto, mediano y largo plazo.
Y el primer punto que propongo, para empezar la discusión, además del de las canchas: no va más un torneo de 16 equipos, el Uruguayo no puede tener más de 12 clubes. Hay que pensar en un 2019 con 14 clubes y un 2020 con 12 en Primera.
Es cuestión de animarse a hacerlo bien y de sincerarse con el fútbol profesional.
