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Volver a empezar: Rafa no se rindió

Cuando se dudaba de su futuro, Nadal ganó en Monte Carlo su primer Masters 1000 desde 2014
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17 de abril de 2016 a las 13:09

Se fueron los aplausos y algunos recuerdos/
y el eco de la gloria duerme en un placard/
Yo seguiré adelante atravesando miedos/
sabe Dios que nunca es tarde/
para volver a empezar/
Volver a empezar/
que no termina el juego/
Volver a empezar/
que no se apague el fuego/
Queda mucho por andar/
y que mañana será un día nuevo bajo el sol/
volver a empezar...

El relator de ESPN le puso el título mientras Rafa Nadal estaba arrodillado en el piso, emocionado tras ganarle a Gael Monfils 7-5, 5-7, 6-0 y quedarse con el Masters 1000 de Monte Carlo de tenis.

El título apenas será un asterisco al final de su carrera: noveno ATP Masters 1000, 68° total y la 100° final. Pero el festejó de Rafa demostró que no era un título más: quizás era uno de los más importantes de su vida. Porque Nadal había perdido el juego, pero sobre todo la confianza y el espíritu asesino que lo había llevado a ser uno de los mejores de la historia.

Las lesiones detuvieron hace ya tiempo ese juego físico imparable, y la falta de continuidad empezó a afectarle una mentalidad ganadora sin par. El miedo le ganó, su llama empezó a apagarse, y muchos llegamos a pensar si su carrera no sería historia.

No ganaba un ATP desde julio de 2015, una eternidad para alguien con 14 títulos Grand Slam y exnúmero uno del mundo. No ganaba un Masters 1000 desde mayo 2014, una cifra impactante para un jugador que estuvo ocho años sin perder en esta cita de Monte Carlo, por ejemplo. Acumulaba derrotas con jugadores ignotos, y aún en su reino de la cancha lenta, ya no era el mismo. Incluso se podía decir que era uno más.

Es más: Nadal era casi ya un jugador débil de la cabeza. Se había mostrado recuperado en el juego en el final del año pasado y el inicio de éste: consiguió cuatro semifinales, -una de ellas ante Pablo Cuevas en Río- y una final ATP pero el costaba cerrar partidos, o remontar los que se le ponían complicados. Algún complejo resorte mental lo atacaba cuando más necesitaba rebelarse, y lo transformaba en una caricatura de lo que alguna vez fue. Incluso muchos le recomendaban el retiro para no insultar su carrera gloriosa.

Pero Rafa atravesó sus miedos. El fuego no se apagó. Y volvió a empezar.

Nadal resucitó en Monte Carlo. Ganó cómodo los partidos que debía (Bedene en primera, Thiem en segunda), mostró autoridad cuando debía (Wawrinka en cuartos), y sobre todo, fortaleza mental a partir de semis, cuando levantó sets en contra Murray y Monfils. Lo más tranquilizador fue que la final ante el francés tuvo mucho de su sello: rebelión tras el 5-7 en contra, pelea sin descanso para el 7-5 en el segundo, y mentalidad arrolladora en el tercero para el 6-0 final.

Es cierto, le queda vencer a Federer y Djokovic, que en esta semana se quedaron afuera temprano. Quizás no lo logre y es posible que ya no sea el de antes. Pero recién empezada la temporada sobre polvo, Nadal no solo despejó las dudas sobre si seguía siendo un tenista: en realidad volvió a empezar su carrera.


2
años. Nadal no había ganado un torneo importante desde su victoria en Roland Garros 2014.
9
títulos en Monte Carlo. Rafa había vencido en ocho ocasiones consecutivas entre 2005 y 2012. Luego se quedó en blanco.

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