<p>En un rubro difícil para las mujeres, Lorena Fígalo está determinada a cruzar el disco.</p> <p></p>
Lorena Fígalo tiene 19 años y aspira a convertirse en jocketa

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Vocación por las crines

En un rubro difícil para las mujeres, Lorena Fígalo está determinada a cruzar el disco
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14 de mayo de 2017 a las 05:00
La carrera de jocketa de Lorena Fígalo empezó con una caída. Después de hacer trotar al caballo por un rato iba camino al stud, y por alguna razón el animal se descontroló. Tanto, que ambos cayeron y lo siguiente que se le viene a la memoria es la ambulancia, en el camino desde el Hipódromo de Maroñas hacia el hospital donde quedó internada por cuatro días.

A más de un mes del episodio, el día en que cumple 19 años, Fígalo recuerda que su preocupación durante esos días era que el accidente le impidiera entrar a la Escuela de Jockeys y Vareadores de Las Piedras. Ya había hecho un intento el año anterior y lo que menos quería era seguir esperando. Sin embargo, fue en la camilla de la sala del hospital y con el collarín puesto que recibió la llamada de Agustín Menéndez, psicólogo y coordinador de la escuela, diciéndole que era una de las dos mujeres que iban a poder cursar la carrera , junto con otros 11 varones.

Miguel Heredia, profesor de la escuela y jockey con más de tres décadas de experiencia, pone a esa tozudez de los primeros años en palabras: "No puedo decir que no porque mentiría; es un trabajo de mucho riesgo, pero a los que lo queremos hacer, cuando somos gurises no nos para nadie. Y al que le gusta, lo va a hacer igual".

jockeys
La Escuela de Jockeys y Vareadores de Las Piedras cuenta con un caballo mecánico para entrenamientos.
La Escuela de Jockeys y Vareadores de Las Piedras cuenta con un caballo mecánico para entrenamientos.

De la práctica a la academia

Heredia les dice niños, pero sabe que ya son adultos que si no tienen 18 años, están por cumplirlos. El profesor se identifica con algunos de los estudiantes que, al igual que él, viajaron del interior para profesionalizarse, y repite varias veces el nombre de su maestro: Arturo Piñeyro. En ese entonces, lo único que tenían para aprender era al maestro y los caballos.

Hoy, las instalaciones del hipódromo le ofrecen su pista, un gimnasio con un caballo mecánico y un internado con 12 cupos, nutricionista y entrenador a los afortunados que queden elegidos para profesionalizarse. Cada año se presentan entre 80 y 100 jóvenes que aspiran a ser jockeys. Luego de un proceso de selección en el que se consideran los conocimientos y la experiencia que tenga cada uno en pista, solo 20 pueden quedar elegidos, aunque a veces son menos. Este año fueron 13 y en otros llegaron a ser 18. La carrera es gratuita.

Hasta el momento hay unos 40 egresados de la escuela, calcula Menéndez, y se anima a afirmar que casi un tercio están en posición de visibilidad, corriendo carreras importantes y de forma constante.
Heredia dice que para destacarse hay que ser sacrificado y tener disciplina. No es fácil mantener un peso bajo cuando se ejercita todos los días y los músculos tonificados aumentan el peso.

JOCKEY MIGUEL HEREDIA
Miguel Heredia tiene décadas de experiencia como jockey y es docente de la Escuela de Jockeys y Vareadores de Las Piedras.
Miguel Heredia tiene décadas de experiencia como jockey y es docente de la Escuela de Jockeys y Vareadores de Las Piedras.
En la escuela se les enseña la técnica y se los prepara para correr, pero también se les indica cómo trabajar su físico para estar siempre en forma, así como a cuidar la alimentación. Para un jockey, una cena muy cargada o una semana de mucha comida puede ser determinante, dado que su peso es clave a la hora de ser elegidos para correr un caballo.

En eso, las mujeres corren con ventaja por ser naturalmente menos pesadas que los hombres. Y sin embargo, hasta que comenzó a funcionar la escuela, cuatro años atrás, es difícil recordar a una mujer entre los que cruzan el disco cada fin de semana en Maroñas. Las dos mujeres que han sobresalido en la pista en los últimos años son Allison Núñez y Sofía Rodríguez, dos jocketas egresadas de la escuela. Cada vez más mujeres se animarán a postular a la escuela, comentan desde la organización y estiman que de cada 10 personas que pretenden ingresar, una es mujer.

Jocketa en proceso

Lady. Así se llamó la primera yegua que tuvo Fígalo, que proviene de una familia de jockeys y apasionados de la actividad hípica. A Lady se la regaló su abuelo, que trabaja como cuidador en Maroñas, pero la que le enseñó a andar a caballo fue su madre, quien no tuvo una carrera en el turf.

La rutina de Fígalo empieza todos los días a la hora 5 en la mañana. Parte de Las Piedras a Maroñas, donde trabaja con su abuelo ayudándolo a mantener a los caballos de competición entrenados y en forma para correr. La tarde la ocupa la escuela y los fines de semana las carreras. Fígalo mira con un ojo cada vez más entrenado los errores y aciertos de los jockeys que corren y se aguanta las ganas contenidas de saltar a la pista. Todavía le falta mucho por aprender.

JOCKEYS
Lorena Fígalo tiene 19 años y aspira a convertirse en jocketa
Lorena Fígalo tiene 19 años y aspira a convertirse en jocketa
Un estudiante debe cursar un año en la escuela y correr 50 carreras para considerarse "recibido". Ese es el momento en que dejan de ser "cabeza de ratón" y pasan a ser "cola de león", explica Menéndez. En las grandes ligas, deben competir con profesionales con décadas de experiencia y este tiempo suele ser difícil. Por eso, en la escuela también los guían en la administración del dinero.

"Esto no es una carrera entre ellos, largamos todos juntos de las gateras y la idea es llegar todos juntos al disco. La competencia empieza el año que viene y ahí ya no vamos a estar nosotros. La carrera dura un minuto y medio, lo importante es lo que sucede afuera y ahí está la diferencia". En el fondo, dice, lo importante no es llegar, sino mantenerse.

Fígalo sueña con ganar un Ramírez y quizás irse a probar suerte a Estados Unidos. Heredia mira para atrás y lamenta nunca haber podido correr la tradicional carrera de los 6 de enero.

La primera vez que tuvo la chance se cayó y no pudo, la segunda estuvo suspendido y la tercera fue en 1997, cuando Maroñas cerró. "Siempre estuve a punto y nunca llegué; no era para mí correr el Ramírez", dice y agrega entre risas: "Se ve que era para los jockeys buenos".

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Vivir de los caballos
La escuela es la puerta de entrada para quienes quieren ser jockeys y correr en Maroñas o Las Piedras. Si bien unos pocos afortunados logran hacer buen dinero de ser jockey, no solo se vive de correr y según indican desde la escuela hoy entre 40 mil y 45 mil personas reciben su sustento de la actividad hípica, entre cuidadores, entrenadores, corredores y todos los que participan del turf.

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