Violencia de género, un problema "estructural" que supera a la Policía

Lindner, jefa de la División de Políticas de Género de esa cartera, declaró en una entrevista que el origen del problema de la violencia machista radica en la existencia de una desigualdad entre mujer y hombre que, si bien "ha ido disminuyendo en Uruguay, sigue perdurando en la sociedad".

El fenómeno preocupa a las autoridades al tratarse de un problema enquistado: la cifra de muertes por violencia de género lleva varios años en el entorno de las 30 víctimas anuales y sin perspectivas de reducirse en un futuro próximo.

Hace dos meses, el Ministerio de Interior introdujo en medio de una fuerte polémica un novedoso sistema de tobilleras electrónicas, fabricadas por una empresa israelí, con el objetivo de proteger a la víctima en caso de que su agresor incumpla la orden de alejamiento impuesta por el juez.

En la prueba piloto actual, los mecanismos son utilizados para nueve casos de este tipo de violencia, entre ellos curiosamente al menos uno de una mujer que acosaba a su marido.

Lindner dijo que para solucionar la problemática de la violencia de género debe haber "cambios más de fondo".

"Las políticas que desarrollamos en el Ministerio de Interior van dirigidas al problema que está instalado, no al de fondo", inherente a la sociedad, argumentó.

Por ello, "tienen que generarse políticas a nivel de todo el Estado que permitan crear propuestas en diferentes ámbitos con las que conseguir cambios sustanciales en los modelos culturales", recomendó.

Según Lindner, "la Policía por sí misma no va a acabar con el problema de la violencia de género".

Sobre la prueba piloto con las tobilleras electrónicas, que empezó el pasado 1º de febrero, Lindner explicó que estas tienen incorporado "un sistema de monitorización tipo GPS que permite controlar que no se viole la orden de alejamiento impuesto".

Por su parte, la víctima dispone de un transmisor que, además de establecer su localización, permite recibir llamadas de la Policía.

"El principal objetivo es disuadir el incumplimiento de la orden. Esta medida no es solo represiva, sino principalmente disuasoria, el mensaje que se quiere lanzar es: no más impunidad", aseguró.

En caso de que el agresor vulnere la orden de alejamiento y entre en un radio de menos de 800 metros de la víctima, primero "se le advierte". Si rompe la tobillera, se genera una alerta y rápidamente una unidad va a proteger y vigilar a la víctima y, en caso de no localizar al agresor, se envía una orden de captura.

Esto fue lo que sucedió el pasado martes, cuando un hombre rompió el dispositivo y amenazó a su mujer.

"La utilización de la tecnología no sustituye la política del ministerio, simplemente sirve para mejorar la respuesta en determinados casos, que son los de alto riesgo. No se trata de que se pongan tobilleras a todas las personas, sino que está centrado en situaciones de riesgo", puntualizó.

Solo la semana pasada se registraron cuatro muertes vinculadas a la violencia de género: dos mujeres que murieron a manos de sus actuales o antiguas parejas, y estos últimos, que se suicidaron.