Jesse Owens lo hizo para sobrevivir. Usain Bolt lo hará para embolsar miles de dólares. Dos de los mejores velocistas de la historia del atletismo tendrán un elemento más en común dentro de un par de meses: enfrentarse a fuerzas distintas a las humanas.
Bolt, jamaiquino de 27 años y dueño de los récords mundiales de 100 y 200 m llanos, correrá en Buenos Aires el 7 o el 13 de diciembre en la Avenida 9 de Julio.
En una prueba de exhibición, enfrentará al Metrobus, un ómnibus con carril preferencial que circula por la principal avenida bonaerense.
Se maneja que Bolt, quien cobra US$ 300 mil por presentarse a competencias internacionales de atletismo, percibirá alrededor de US$ 500 mil por el show que dará.
Pobre Owens. En los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 ganó cuatro medallas de oro frente a Adolf Hitler y sus delirantes teorías sobre la superioridad de la raza aria.
Segregado en su país, Estados Unidos, por el color de su piel –era negro–, e ignorado por el presidente Franklin Delano Roosevelt quien se negó a recibirlo en la Casa Blanca por su condición racial, Owens se profesionalizó para subsistir. Y debutó en La Habana, en 1937, contra... ¡Un caballo!
El equino arrancó 40 metros atrás y Owens ganó la prueba. Ese éxito lo alentó a retar a correr contra motos y carros de caballo.
También retó a un equino el velocista francés Daniel Sangouma, recordista mundial en el relevo 4x100 en el Europeo de Split 1990.
Perdió sobre 80 metros sobre el césped del hipódromo Saint Cloud de París. El caballo era Jappeloup, el mejor del mundo en saltos ecuestres en ese entonces.
Contra un guepardo se probó el wing de los Springboks Bryan Habana. Fue en 2007 en medio de una campaña que luchaba contra la extinción del animal terrestre más rápido del planeta.
Habana que entonces perdió con el animal, se desquitó en agosto de este año con un avión de British Airways.
Contra una máquina se retó el ajedrecista Gary Kasparov. En 1996 le ganó a Deep Blue, una computadora de IBM que en 1997, mejorada, se llevó la revancha.
Perdidos en el tiempo y en el oscuro mundo del boxeo quedan ejemplos mucho más pintorescos.
Primo Carnera fue un gigante italiano (2,05m) que conquistó el mundo de los pesos pesados en 1933 al vencer a Jack Sharkey pero en su primera defensa perdió feo con Max Baer.
Carnera había dejado la vida de campesino para trabajar como forzudo en un circo y antes de llegar al título mundial se había animado a guantear con un canguro.
Lo de Chuck Wepner fue más extremo: tras retirarse en 1978 de los cuadriláteros en bancarrota se animó a pelear contra un oso grizzlie en una jaula. Pero en esa no hubo comidos ni vencedores.
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