Fue curioso: en el partido que Uruguay mostró la mayor vocación ofensiva por más tiempo, Paraguay le empató 1-1 jugando "a lo Uruguay", es decir, llegando poco y siendo efectivo. Así lo dejó en el tercer puesto, que de todos modos clasificó a la celeste a cuartos de final de la Copa América, donde enfrentará el miércoles a Chile en Santiago, buscando cumplir la ley de eliminar al anfitrión.
Desde los primeros minutos Uruguay salió a cumplir su libreto de equipo protagonista para evitar especular con otros resultados. Y lo hizo bien, con un equipo que defendió desde la presión alta de Abel Hernández y Edinson Cavani, con una mitad de la cancha con mucha dinámica que logró hacerse de la pelota y con laterales que se proyectaron para sumar camisetas celestes en terreno guaraní.
A diferencia del partido con Argentina, Uruguay se hizo de la pelota, jugó en la cancha rival y apeló a lateralizar las posesiones como recurso para tener el balón, evitar los pelotazos frontales y buscar por las bandas los caminos más efectivos al gol.
Pero luego de los primeros diez minutos, donde el equipo de Ramón Díaz no se sintió cómodo y paró un 4-5-1 con Nelson Haedo Valdez como único punta y Lucas Barrios plegado a la línea medular para contener, los paraguayos mostraron su potencial.
Edgar Benítez fue el encargado de la transición defensa-ataque en velocidad y complicó a Uruguay cuando Sánchez y Rolan se doblegaban para cumplir con sus tareas ofensivas.
Paraguay, históricamente identificado con el juego defensivo, friccionado y por altura, hizo valer las armas que marcan su identidad y encendió las alarmas del fondo celeste, con tres pelotas divididas en el área de Uruguay que terminaron con cabezazos limpios rojiblancos.
Pero el karma fue más fuerte. Los paraguayos, señores sudamericanos del juego por arriba, vieron cómo el pibe José María Giménez hizo un doble ritmo de lujo para colocar la pelota a un palo y poner el 1 a 0.
Paraguay sintió el golpe, perdió las referencias y apareció lo mejor de Uruguay. El equipo de Tabárez había tenido 180 minutos acéfalos de circuitos ofensivos, pero por fin tuvo lugar con Maxi Pereira, Álvaro González y Carlos Sánchez. El brazo derecho del equipo se escalonó en defensa y salió con pelota al piso en ataque, buscando los pasillos laterales que dejaba Benítez cuando se adelantaba metros.
Lo mejor de Uruguay tuvo a Giménez haciendo volar a Villar, al tiempo que Cavani, con pólvora empapada, erró un gol en el punto penal de manera insólita.
Uruguay perdonó dos chances, Paraguay hizo pie, recuperó la pelota y, como dicen las leyes del fútbol, tuvo su chance para redimirse en el juego aéreo. Cuando faltaba una vuelta de reloj para el final del primer tiempo, Barrios le ganó a Giménez de cabeza para el 1-1.
La cabeza de Giménez es protagonista total en esta aventura copera para Uruguay: asistió al Cebolla Rodríguez en la victoria ante Jamaica y anotó ante Paraguay, pero perdió marcas en los goles de Sergio Agüero y Lucas Barrios, ambos de cabeza, ante Argentina y Paraguay.
En el complemento, Tabárez mandó a la cancha a Stuani en lugar de Hernández buscando mayor peso en el área y un cabezazo suyo estuvo cerca del 2 a 1. Luego los equipos intercambiaron golpe por golpe pero con la torpeza que regala el cansancio y el partido cayó en un pozo.
Tabárez dio minutos a Cristian Rodríguez para preservar a un Sánchez que fue figura en el primer tiempo y Ramón Díaz tuvo que mirar al banco por las lesiones de Ortigoza y Barrios.
Cuando muchos pensaron en un pacto de no agresión, ya que la igualdad los clasificaba a los dos, los jugadores dejaron de lado las hipótesis y fueron al frente. Paraguay tomó la iniciativa con envíos frontales sabiendo que Giménez sufría con delanteros de mayor estatura.
Con el ingreso de Rodríguez, Uruguay jugó aún más abierto y Rolan mejoró su nivel para crear por los extremos un peligro que no se cristalizó en la red.
Y al final fue empate. La hoja de ruta de los celestes marca que la próxima estación es Santiago, para enfrentar el miércoles a Chile. Los aguafiestas que eliminaron a Sudáfrica en 2010 y a Argentina en 2011, quieren volver a escribir la historia.Inicio de sesión
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