Una nueva edición, la número 12, del Challenger ATP de Montevideo pasó por el Carrasco Lawn Tennis. Primero Copa Ericsson, luego Copa Petrobrás y desde 2011 Uruguay Open, la cita más importante del tenis que tiene Uruguay siempre es importante para el deporte local. No solo pensando en la participación de los uruguayos en un cuadro principal de un torneo de estas características, sino en lo que los tenistas extranjeros pueden traer hacia el público local y, muy especialmente, a los tenistas que están haciendo sus primeras armas y que sueñan con estar en el circuito profesional.
La mejor forma de llegar y de incentivar a la práctica de este deporte es mostrando el ambiente, la camaradería y el profesionalismo que hay en el circuito, ya desde la serie Challenger de la ATP.
Porque no es necesario presenciar un ATP 250 para notar que quienes quieren llegar se lo toman en serio desde abajo. Los entrenamientos, la entrega en la cancha, el descanso apropiado y el buen juego se pueden ver en la atmósfera especial que vive Carrasco durante una semana de noviembre cada año.
Y esta vez no fue la excepción. Quizás sí fue diferente por las características de los jugadores que llegaron en comparación con otros años. También tuvo un condimento importante que fue el desempeño del uruguayo Marcel Felder, quien se colocó en cuartos de final gracias a dos victorias realmente importantes.
Y eso fue también factor de contagio. No es casualidad que, sin ser Copa Davis, Felder haya logrado la convocatoria del viernes, cuando finalmente fue superado por el rumano Adrian Ungur.
El nivel de juego exhibido en este Uruguay Open fue elevado. Ya el cierre del ranking para el ingreso directo al cuadro mostraba paridad y aseguraba un buen espectáculo. El principal cabeza de serie no llegaba con la clasificación que pudo hacerlo el 1 de torneos del año pasado, por ejemplo, pero sí la lista se apretó más entre el número 92 de la ATP y el 226.
Y esa particularidad, y el momento que vive el tenis argentino, trajeron hasta el sur del continente americano a muchos buenos jugadores europeos y una variedad de nacionalidades interesante. Antes los argentinos acaparaban la mayoría de los 32 lugares del cuadro, pero esta vez fue diferente. Porque los tenistas argentinos han crecido y ya están entre los top 100.
Esta suerte de multinacionalidades que se pudo ver en la semana que pasó en Carrasco le imprimió mayor aire ATP al Uruguay Open, que sigue siendo el mejor espejo en el que se pueden mirar los tenistas uruguayos que aun no han ingresado en el circuito.
El buen desempeño de los uruguayos ayuda a que el torneo crezca en emoción, pero el hecho de tener un certamen bien presentado, con buena atención a los jugadores, es lo que atrapa a los tenistas internacionales. Además, este año también hubo un acierto en los wild card, porque además de los tenistas del equipo uruguayo de Copa Davis –Felder y Ariel Behar– el argentino Máximo González es muy querido por el público y un Djokovic, aunque sea Marko, el hermano de Novak, siempre va a ser generador de expectativa.
Independientemente de los resultados deportivos de los uruguayos, que fueron buenos, un Challenger ATP en Montevideo es estar dentro del plano internacional, de la mejor manera, al menos una semana.
En tanto, el sábado el argentino Horacio Zeballos venció a Adrian Ungur 6-1 y 6-3 y es finalista.
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