Matthias Sindelar

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Uruguay en la tierra del Mozart del fútbol

La celeste enfrenta el miércoles a Austria en un encuentro amistoso, el país de Matthías Sindelar, el único que se animó a decirle “no” a Adolf Hitler
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02 de marzo de 2014 a las 17:55

Uruguay enfrentará el miércoles a la selección de Austria por la fecha FIFA preparándose de cara al Mundial Brasil 2014.

Jugará ante un país que supo tener un equipo de maravilla en los años de 1930 y que contó en sus filas con un jugador notable que se animó a desafiar al mundo nazi imperante entonces.

Adolf Hitler tomó el poder en Alemania en 1933 y lideró su régimen totalitario que llevó a la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte en 1945 con el partido nazi.

Uno de los temas en los que más hincapié comenzó a hacer fue la propaganda. Quería que todo el mundo conociera a los nazis y apostó al deporte.

Había contratado por entonces a Leni Riefenstahl, una fotógrafa espectacular que se ofreció para trabajar para él.

Además de fotógrafa, Riefenstahl era cineasta. Antes de los Juegos Olímpicos de 1936 que justamente se llevarían a cabo en Alemania, Hitler la contrató para hacer una serie de fotografías del atleta puro que en realidad son toda una obra de arte.

No obstante, una de sus mayores obras fue el documental que filmó de los propios Juegos de Berlín llamado Olympia. Fue la primera vez que se filmaron los Juegos Olímpicos en los que Hitler justamente buscó por todos los medios hacer propaganda nazi.

Claro que no contaba con el gran Jesse Owens, ese negro estadounidense que se le atragantó con sus cuatro medallas de oro. Hitler odiaba tanto a los judíos como a los negros.

Mucho antes de que se conocieran todos los horrores del nazismo, Hitler con todo su séquito buscó entonces vías para que Alemania fuera insuperable en todo. Y, obviamente, el deporte no estaba extento. Al contrario. Era un arma importante para restregarle al mundo en su propia cara el poder que tenía el Tercer Reich.

Más allá de Owens, en los Juegos Olímpicos llevados a cabo en su propia casa de Berlín, a Alemania le había ido muy bien porque ganó con luz el medallero: 38 oros contra 24 de Estados Unidos que fue segundo y 101 medallas en total contra 57.

Pero el delirio de poder de Hitler siempre iba más allá. En marzo de 1938 invadió y posteriormente anexó al Tercer Reich a Ausrtria en lo que se llamó Anschluss. Varias personas, sobre todo, judías fueron perseguidas y encarceladas por el simple hecho de ser judías.

Por entonces, Austria tenía uno de los mejores equipos de fútbol del mundo. Junto a Uruguay y Argentina, el equipo llamado Wunderteam (El equipo maravilla) era uno de los mejores del mundo por entonces. Había perdido en semifinales con Italia en el Mundial 1934 en un partido en el que hasta hoy se sindica al fascismo de Benito Mussolini como el arquitecto de aquel triunfo y la posterior consecución de la Copa del Mundo en la final contra Checoslovaquia. En febrero de ese mismo año, meses antes del Mundial, Austria le había ganado 4-2 a Italia jugando de visita en Turín y con un primer tiempo que había terminado 3-0.

En ese Wunderteam jugaba el que para muchos era el mejor jugador del mundo de entonces: Matthias Sindelar. De origen checo, se crió en Austria en un barrio humilde y el fútbol fue su pasión desde niño. Tanto fue así que a los 15 años comenzó a defender a Hertha Viena y en poco tiempo más fue llamado a su selección.

Algunas crónicas periodísticas lo señalan formando parte del equipo austríaco que ganó la medalla de plata en los Juegos de Alemania 1936, aunque esto no es así. Sindelar no participó aduciendo distintas lesiones que en realidad, no existían. Es que había recibido la “pedido” de Hitler para que defendiera a Alemania en pos de un oro olímpico en fútbol y por eso, se resistió.

Sí participó anteriormente del citado Mundial 1934 llamado por el técnico Hugo Heisl. Sus regates, su elegancia con la pelota y sus goles decisivos, llevaron a que lo apodaran “El Mozart del Fútbol”.

Una triste historia
Con la anexión de Austria, Hitler se aseguraba para la selección alemana de fútbol a todo el Wunderteam, es decir, a los mejores jugadores del mundo. En una época en el que el 99% de la gente lo apoyaba, Mattias Sindelar –de origen judío– le dijo que no.

Fue el único futbolista de la selección austríaca que se negó a defender a Alemania. Desafío a Hitler y así lo pagó.

En abril de 1938, tan solo un mes después del Anschluss, el Führer organizó un partido en Viena que sería el último de la selección de Austria como tal por muchísimos años. Supuestamente estaba todo arreglado para que ganaran los alemanes. Sin embargo, Sindelar se hizo presente con su selección y no con la alemana ni con la mayoría de sus excompañeros del Wunderteam. Se “mejoró” y pudo jugar. Y no solo eso, sino que hizo el primer gol ante la cara de bronca de Hitler. Su amigo Karl Sesta hizo el 2-0 definitivo.

El dictador no quería dar el brazo a torcer y prácticamente lo conminó a que tomara parte de la selección germana para el Mundial 1938 de Francia. También se negó.

A partir de allí, su vida fue un calvario. Trató de exiliarse junto a su novia (también de origen judío), pero no pudieron. Entró en las listas negras, fue perseguido por la Gestapo y su cabeza tenía precio.

Vivió sus últimos días encerrado, sin poder salir ni a la calle y en total clandestinidad. El mejor jugador austríaco de todos los tiempos y elegido el mejor de su país en el siglo XX murió junto a su novia en enero de 1939 –antes inclusive de que comenzara la Segunda Guerra Mundial– por inhalación de monóxido de carbono. Nunca se supo si se suicidó o lo mataron. Sindelar quedó en la historia por haber sido de los pocos que se animó decirle que “no” a Hitler.

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