Fútbol > RUSIA 2018
Las Eliminatorias son para clasificar
Uruguay logró el punto que lo dejó en la puerta del Mundial
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05 de octubre de 2017 a las 23:00
Esa sensación de que dejó gusto a poco Uruguay en su visita a Venezuela, porque en otras circunstancias y urgencias estoy convencido que ganaba –no hubiera regulado para conformarse con el empate–, se entremezcla con la tranquilidad que brinda el punto que acercó definitivamente a la selección a su objetivo de clasificar al Mundial de Rusia 2018.
El gol que se perdió Edinson Cavani a los 82', el cabezazo de Luis Suárez que se fue apenas afuera después y, en medio de esas imágenes de esperanza que devolvía el televisor, el ingreso de Álvaro González para cerrar y cuidar el empate en los últimos siete minutos, bajaron a tierra las expectativas que tenía el hincha a la distancia, de ver la forma en que en el cierre del juego Uruguay apretaba el acelerador, y los recaudos que tomaba el técnico Óscar Washington Tabárez para no correr riesgos innecesarios, sabiendo que con un punto le alcanzaba en un partido de visitante, después de haber manejado sin grandes sobresaltos el partido.
Así es este Uruguay. Es su esencia, sin extravagancias, que impuso Tabárez y que estableció como norma para una buena salud en su organización.
Medido, cauto. Ajustado a un objetivo, sin apartarse de él en la crisis ni excederse en los tiempos de bonanza. Avaro en ocasiones, gasolero –muy gasolero, sin dudas por el potencial que posee–, pero extremadamente efectivo. Entonces, cuando al repasar el recorrido de la selección en las Eliminatorias se comprueba que nunca salió de la zona de clasificación directa y que llega a la última fecha de las Eliminatorias segundo en la tabla de posiciones, para cerrar de local en el Estadio Centenario con Bolivia, genera ese conflicto de lo que quiere por un lado el hincha que ve el fútbol con folclore y el pragmático.
Con el panorama que ofrece la última fecha de las Eliminatorias, Uruguay conseguirá el martes en el Centenario la clasificación al Mundial del próximo año. Eso parece seguro. Al menos, dentro de la hoja de ruta que estableció Tabárez no hay margen para quedar afuera. Tampoco lo admite la realidad futbolística de uno y otro. No existe chance, aunque matemáticamente es posible, que Uruguay no clasifique directo -el repechaje ya lo aseguró-. Ahora bien, si clasifica con un ajustado empate o una victoria holgada, quedará librado a ese grupo de jugadores que ha sido capaz de mostrar una superioridad que nunca había expresado la celeste en Eliminatorias.
Con una selección que no brinda fútbol-espectáculo, sino fútbol-efectivo, es posible disfrutar el martes una clasificación desabrida (en noviembre 2013 con Jordania 0-0, después del 5-0 de visitante) o sufrida (en noviembre de 2009, 1-1 con Costa Rica de visitante y 0-0 en Montevideo), según las circunstancias, pero una clasificación al fin, que era en definitiva el objetivo de este recorrido que comenzó en 2015.
El empate de Uruguay en Venezuela en un partido que transcurrió con un juego regular, que pudo ganar la celeste porque tuvo cuatro claras situaciones de gol (Giménez y Vecino en el primer tiempo, y Suárez y Cavani en el complemento), y en el que también pudo vencer la selección local de no mediar la actuación de Muslera, dejó para los celestes la certeza de que el proyecto de la selección sigue por buen camino. Que está sólido. Debutó Rodrigo Bentancur en el combinado mayor, y la celeste cerró con un mediocampo de 22 años de promedio: Nández, Bentancur, Vecino, De Arrascaeta. Y la recompensa de que así como Tabárez formó un golero, una zaga, un capitán, un ataque, en todos los casos para una década, ahora tiene en sus manos un mediocampo para 10 años.
Entonces, por estas horas y a la distancia, a través del televisor, con el quinto puesto asegurado a falta de una fecha, lo medular son esas sensaciones que rechinan a los folcóricos pero reconforta a los pragmáticos: Uruguay irá al Mundial. Y como siempre dijo Tabárez, las Eliminatorias son para clasificar; así será. Eso sí, que el Mundial sea para disfrutar.
El gol que se perdió Edinson Cavani a los 82', el cabezazo de Luis Suárez que se fue apenas afuera después y, en medio de esas imágenes de esperanza que devolvía el televisor, el ingreso de Álvaro González para cerrar y cuidar el empate en los últimos siete minutos, bajaron a tierra las expectativas que tenía el hincha a la distancia, de ver la forma en que en el cierre del juego Uruguay apretaba el acelerador, y los recaudos que tomaba el técnico Óscar Washington Tabárez para no correr riesgos innecesarios, sabiendo que con un punto le alcanzaba en un partido de visitante, después de haber manejado sin grandes sobresaltos el partido.
Así es este Uruguay. Es su esencia, sin extravagancias, que impuso Tabárez y que estableció como norma para una buena salud en su organización.
Medido, cauto. Ajustado a un objetivo, sin apartarse de él en la crisis ni excederse en los tiempos de bonanza. Avaro en ocasiones, gasolero –muy gasolero, sin dudas por el potencial que posee–, pero extremadamente efectivo. Entonces, cuando al repasar el recorrido de la selección en las Eliminatorias se comprueba que nunca salió de la zona de clasificación directa y que llega a la última fecha de las Eliminatorias segundo en la tabla de posiciones, para cerrar de local en el Estadio Centenario con Bolivia, genera ese conflicto de lo que quiere por un lado el hincha que ve el fútbol con folclore y el pragmático.
Con el panorama que ofrece la última fecha de las Eliminatorias, Uruguay conseguirá el martes en el Centenario la clasificación al Mundial del próximo año. Eso parece seguro. Al menos, dentro de la hoja de ruta que estableció Tabárez no hay margen para quedar afuera. Tampoco lo admite la realidad futbolística de uno y otro. No existe chance, aunque matemáticamente es posible, que Uruguay no clasifique directo -el repechaje ya lo aseguró-. Ahora bien, si clasifica con un ajustado empate o una victoria holgada, quedará librado a ese grupo de jugadores que ha sido capaz de mostrar una superioridad que nunca había expresado la celeste en Eliminatorias.
Con una selección que no brinda fútbol-espectáculo, sino fútbol-efectivo, es posible disfrutar el martes una clasificación desabrida (en noviembre 2013 con Jordania 0-0, después del 5-0 de visitante) o sufrida (en noviembre de 2009, 1-1 con Costa Rica de visitante y 0-0 en Montevideo), según las circunstancias, pero una clasificación al fin, que era en definitiva el objetivo de este recorrido que comenzó en 2015.
El empate de Uruguay en Venezuela en un partido que transcurrió con un juego regular, que pudo ganar la celeste porque tuvo cuatro claras situaciones de gol (Giménez y Vecino en el primer tiempo, y Suárez y Cavani en el complemento), y en el que también pudo vencer la selección local de no mediar la actuación de Muslera, dejó para los celestes la certeza de que el proyecto de la selección sigue por buen camino. Que está sólido. Debutó Rodrigo Bentancur en el combinado mayor, y la celeste cerró con un mediocampo de 22 años de promedio: Nández, Bentancur, Vecino, De Arrascaeta. Y la recompensa de que así como Tabárez formó un golero, una zaga, un capitán, un ataque, en todos los casos para una década, ahora tiene en sus manos un mediocampo para 10 años.
Entonces, por estas horas y a la distancia, a través del televisor, con el quinto puesto asegurado a falta de una fecha, lo medular son esas sensaciones que rechinan a los folcóricos pero reconforta a los pragmáticos: Uruguay irá al Mundial. Y como siempre dijo Tabárez, las Eliminatorias son para clasificar; así será. Eso sí, que el Mundial sea para disfrutar.
