Estilo de vida > MANO A MANO CON LA PINTORA VIRGINIA PATRONE

Uno no sabe si moverse o quedarse quieto

Es uruguaya y vive en Barcelona desde hace siete años. Allí conversó con El Observador sobre cómo trabajar en crisis, los problemas de mercado que tiene el arte en Europa y la vorágine del consumismo español
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10 de agosto de 2012 a las 19:53

Está habitada por muchas mujeres. Ella es, efectivamente, ese múltiplo femenino que se expresa pinceles afuera. Virginia Patrone se ocupa de trazar una geografía plástica de su gestualidad cotidiana. Ella misma se asume como una autorretratista. Y aclara –“ojo, son autorretratos ficticios (…) pinto desde los gestos míos o que he registrado en fotos. Parto de un gesto”. Tiene su casa, espacio de exhibición y taller en Barcelona, junto a su compañero Álvaro Pemper, también artista. Vive en un barrio histórico barcelonés, Poblenou, en donde antes había fábricas y mueblerías. Patrone habita un espacio recuperado como loft. Vende y exhibe en diversos países. Sus obras cuestan alrededor de 9 mil euros. Amplia, cálida, rodeada de pinceles, telas, computadoras y bastidores, recibe a El Observador. Aquí está su visión de las artes plásticas y de la crisis española.

¿Cómo es para una artista uruguaya desenvolverse en un mercado tan competitivo como el europeo?
Lo más exacto sería decir que no lo sé. Hay que preguntarse si el mercado tiene límites territoriales, creo que no.

¿Cómo impacta la crisis en usted, en su obra, en la diaria, en el comercio de las artes?
Concretamente, en cuanto a ventas se percibe una retracción, obviamente. Al menos vengo escuchando quejas de colegas y galeristas ya desde hace tiempo. Pero lo más impactante es el desconcierto general, la angustia y la incertidumbre que lo tiñen todo. Estamos respirando preocupación, indignación, inseguridad. Esto es lo que primero afecta, afecta al ánimo. Es la liquidez de estos tiempos, es el no saber qué estructuras se mantienen, a qué atenerse, qué proyecto es posible. No se sabe si moverse o quedarse quieto; es vivir envuelto en brumas. Mientras tanto la vida diaria parece normal, pero uno sabe que no puede sostenerse mucho tiempo más y ni siquiera atisba plazos. Mi amiga Magui, de pequeña, rogaba con fervor que los extraterrestres la abdujeran, hoy por hoy en España parece un plan sensato.

Da la impresión de que los españoles estaban embalados en el consumismo. ¿Usted qué piensa?
Concretamente, en cuanto a ventas se percibe una retracción, obviamente. Al menos vengo escuchando quejas de colegas y galeristas ya desde hace tiempo. Pero lo más impactante es el desconcierto general, la angustia y la incertidumbre que lo tiñen todo. Estamos respirando preocupación, indignación, inseguridad. Esto es lo que primero afecta, afecta al ánimo. Es la liquidez de estos tiempos, es el no saber qué estructuras se mantienen, a qué atenerse, qué proyecto es posible. No se sabe si moverse o quedarse quieto; es vivir envuelto en brumas. Mientras tanto la vida diaria parece normal, pero uno sabe que no puede sostenerse mucho tiempo más y ni siquiera atisba plazos. Mi amiga Magui, de pequeña, rogaba con fervor que los extraterrestres la abdujeran, hoy por hoy en España parece un plan sensato.

¿Los españoles adquieren obras? ¿Cuáles son los mejores compradores?
No soy una experta en el tema, yo hago mi trabajo y vivo de la venta de mis obras, pero ignoro cómo funciona la parte comercial. Es parte del misterio. De mi experiencia y de lo que amigos españoles me han dicho, deduzco que los españoles, así en general, se puede decir que no tienen incorporada la compra de arte como algo natural. Pero ¿quiénes son los españoles? Estamos abarcando muchos tipos diferentes dentro del término, ¿no? Siempre en base a mi historia, creo que los alemanes, austríacos, norteamericanos, ingleses y japoneses compran más que los españoles, pero puede que sea porque me han comprado más a mí. Y los uruguayos, naturalmente, pero esto ya es el colmo de la subjetividad.

Para usted, ¿qué es lo que el mercado de las artes está pidiendo?
¡Mercado! Palabra de gran protagonismo en esta crisis. Hoy en día los mercados, y esto incluye al del arte, son al estilo Mago de Oz. Nada es lo que parece, la verdad está ausente. En ningún mercado tiene valor la calidad de la mercancía, lo que vale es la calidad del marketing, del mercadeo, la habilidad del vendedor, la ilusión, la mentira. El arte y toda actividad humana, están pidiendo verdad. Volver a morder la moneda para comprobar si es oro.

Hay una cierta perversión en el mercado de las artes plásticas. Una locura en donde cabe cualquier porquería bajo la denominación de “arte moderno”. ¿Es una percepción correcta?
Yo te diría que estamos en una mala época en ese sentido, que justamente el mercado lo ha emponzoñado todo. Vivimos en tiempos donde quienes tienen poder de decisión, ya sea en los mercados, como en la guerra, la economía, la educación o la cultura, lo tienen muy fácil para ser insensibles. Nunca se ven los daños, no se toca ni se huele la sangre de las víctimas. Pero las víctimas sangran sangre verdadera, claro. Tomemos la idea del mercado en su forma más simple y primitiva. El mercado no es más que un lugar adonde unos van a vender lo que producen y otros a comprar lo que necesitan. En esta situación, se vende la mercadería que vale, nadie compra mala mercadería porque la ve, la palpa y puede comprobar si le sirve o no, tiene elementos de juicio suficientes para decidir. Y estos elementos de juicio son compartidos por quien compra y quien vende, de modo que se sabe que si se llevan al mercado bienes de mala calidad, no será fácil venderlos. Un buey viejo no se vende para tirar del arado y punto. El vendedor que estafa al comprador sabe que al día siguiente éste puede volver muy enojado, tendrá que dar la cara, corre un riesgo. Si nos fijamos en los cuentos y leyendas tradicionales veremos que siempre hay relatos sobre estas transacciones y los engaños y trampas que personajes sin escrúpulos intentan realizar. Por lo general fracasan y son desenmascarados, a menos que intervenga una magia poderosa o estén en el asunto seres fantásticos, con poderes no humanos. Pues hoy en día el lugar de los grandes mercados es virtual, nadie puede palpar realidades y los personajes sin escrúpulos han ganado; ya hay formas de engañar y confundir tan poderosas como la magia.

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