Cecilia Mercier tiene 18 años y hace una par de semanas que está en Francia lejos de casa. Pero cuando su madre, con quien habla todos los días, le pregunta cómo se siente, ella exclama: “¡Estoy feliz!”. Porque su sueño de meterse en el circuito profesional del tenis femenino está cobrando forma.
Cecilia nació el 11 de marzo de 1994 en Francia pero a los tres años se vino a Uruguay.
En su casa se respiró siempre tenis: su madre, Silvana Casaretto, y su padre, Fred, jugaron y enseñan este deporte.
Silvana contó a El Observador: “En 1985 me fui a Francia para jugar torneos y obtener ranking internacional y llegué a estar entre las 500; después hice profesorado, me casé, allá nacieron mis hijas (Margot, de 16, también juega al tenis) y en 1998 nos volvimos”.
“Para Cecilia el tenis es una pasión y lo pudo conciliar muy bien con el estudio; siempre estuvo muy segura de querer ser tenista”, contó su madre.
Aprendió en el Carrasco Lawn Tennis, donde entrenó con su madre, José Luis Damiani y Marcelo Filippini. Pero desde hace dos años lo hace con Jorge Camilloni y Fernando Revetria.
En abril obtuvo sus primeros puntos para el ranking WTA en Perú, en un torneo de US$ 10 mil (el equivalente a los Futures ATP de la rama masculina).
Perdió en primera ronda en singles y dobles y sumó una unidad en cada clasificación. Aún no tiene escalafón en el ranking porque para ello necesita tres puntos.
En base a este antecedente, Camilloni le diagramó una gira por Francia que culminará con la disputa de nuevos torneos de
US$ 10 mil en Turquía.
“En Francia hay casi 50 divisiones , cerca de 300 mil afiliadas y torneos todas las semanas”, explicó a El Observador Camilloni.
“En Sudamérica hay muy poca competencia profesional y el calendario es muy desorganizado”, comentó la madre de la tenista.
Camilloni contó que a Mercier se le asignó un ranking en función de sus resultados en Uruguay y en los nacionales de Argentina. “Quedó entre las 150 mejores de Francia y va a jugar todas las semanas en torneos que en base a ese ranking permite entrar a veces en octavos o cuartos de final”.
“El gran problema es que viajó sola, sin grupo, ni coach y con el dinero muy contado”, agregó.
Su madre explicó que viaja todas las semanas en tren. Que se vio con sus abuelos paternos, que no tiene problemas con el idioma, porque habla muy bien el francés, y que para aliviar costos se hospeda cuando puede en casa de los amigos que le dejaron sus años en Francia.
“El club la apoyó con parte de los costos, pero el resto lo solventamos todo nosotros que además contamos con apoyo de familiares y amigos”, contó. “Es muy difícil que acá un tenista que recién empieza pueda conseguir algún esponsor”, agregó la orgullosa mamá: “El mérito es doble por estar sola”.
Cecilia estudia quinto Humanístico –tras dar tercero y cuarto libre y estudiar en el nocturno– pero aún no sabe cómo va a seguir sus estudios. Ahora está enfocada en esta gira que en estos días la llevó por Tours, Blois y de ahí a la Bretaña gala.
Atrás quedó su etapa en el circuito ITF junior, su debut en Fed Cup en 2011 (la Copa Davis femenina) y esos primeros puntos WTA de abril en Perú. Lo mejor está por venir.
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