Opinión > EDITORIAL

Una oportunidad histórica

Desde el martes 2 y hasta el sábado 9, se realizará la primera ronda diplomática entre los 158 miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para seleccionar los candidatos a ocupar el cargo de director general que hoy ocupa Pascal Lamy
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03 de abril de 2013 a las 13:59

Desde ayer y hasta el sábado 9, se realizará la primera ronda diplomática entre los 158 miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para seleccionar los candidatos a ocupar el cargo de director general que hoy ocupa Pascal Lamy.

La OMC es una organización central para el fomento del libre comercio internacional de bienes y de servicios, y también para la protección de la propiedad intelectual, heredera de la Ronda Uruguay del Gatt que empezó en 1986 y que tuvo como uno de sus principales promotores al entonces canciller uruguayo Enrique Iglesias.

Para los países en desarrollo como Uruguay, la OMC es una institución clave como árbitro internacional ante las trabas al libre comercio de las naciones industrializadas que protegen la agricultura y la ganadería mediante tarifas o medidas paraarancelarias.

Si bien es cierto que desde la crisis de Estados Unidos de 2008 y la crisis de Europa del presente se advierten pujos contra el libre comercio, hoy hay más apertura que en el pasado y sin duda que la OMC fue un factor determinante para que ello ocurra. Esto no quiere decir que no haya trabas (¡vaya si las hay!), pero mucho menos que hace 30 años.

La bonanza económica de la que goza América Latina desde hace una década, y mucho más portentosa aun en países como China y la India, ha hecho que los centros de poder mundial y los inversionistas extranjeros hayan puesto sus ojos en estas regiones que hasta hace pocos eran ignoradas o minimizadas.

Parece que es un contexto más que adecuado para que los países periféricos presenten un candidato común para dirigir la OMC. Un candidato que defienda el libre comercio y, lo más importante, que crea en el libre comercio.

Pero lamentablemente, en este momento histórico para Latinoamérica y Asia, aún no germinó un candidato común de las naciones no desarrolladas. Hay nueve postulantes: uno de Nueva Zelanda, tres de América latina (Brasil, México y Costa Rica), dos de Asia (Corea del Sur e Indonesia), dos de África (Ghana y Kenia) y uno de Oriente Medio (Jordania).

Los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) han sido noticias en los últimos 15 días por la intención de crear un banco de desarrollo que compita con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Es cierto que el Banco Mundial y el FMI no han tenido el mismo celo a la hora de plantarse ante Estados Unidos y Europa como sí lo hicieron ante los países de la región, con quienes han sido más estrictos y ortodoxos.

Pero nos parece que el camino es ir ocupando espacios en la institucionalidad internacional y no gastar energías en nuevas entidades financieras o de fomento porque creemos que en la actualidad mundial el resultado es una resta y no una suma.

Es de justicia que uno de los candidatos latinoamericanos llegue al sillón de la OMC. Pero para que ello ocurra, los gobiernos nacionales deberían ampliar la mira y advertir cuáles son las verdaderas prioridades de una región: no es un banco de desarrollo sino la promoción del libre comercio.

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