Una historia repetida

Fue la primera vez que Defensor Sporting cruzó la mitad de la cancha. El primer tiro de esquina para ser más precisos. Y el cabezazo del debutante Fratta fue suficiente para quebrarle el alma a Danubio.

El aroma a partido liquidado se empezó a respirar temprano por Jardines.

¿Cómo puede ser posible si apenas se habían jugado cuatro minutos? ¿Sabe por qué? Porque la historia entre Danubio y Defensor está plagada de capítulos de estas características. La franja sale a jugar con la pelotita y la viola espera paciente su momento.

El partido de ayer se fue marcando además por pequeños detalles tácticos.

Después del gol que puso en ventaja a Defensor, el equipo de Tejera refugió en su zona. Cuando

Danubio llegaba a la mitad de la cancha, Suárez se metía adentro de la línea de defensas y País bajaba al lateral conformando un muro defensivo de cinco hombres.

Fue imposible para Danubio vulnerarlo. Para que tengan una idea, la franja no generó una sola ocasión de gol.

Grossmüller, encargado de construir, quedó trancado en tres cuarta cancha. Sosa, que generalmente invade por las bandas, no contó con espacios. Juan Manuel Olivera fue bien controlado.

Y Defensor fue llevando el partido, con oficio, a su terreno. Metiendo pata en el medio y tirando pelotazos para Héctor Acuña. Eso fue todo lo que hizo el violeta en el primer tiempo. Defender y esperar algún error del rival. Nada elaborado.

Arranca el segundo tiempo. La gente volvía del baño. Algunos se estaban cambiando de lado para seguir el ataque de su equipo. Van 50 segundos cuando Cardacio tira la pelota al área y aparece el botín de Acuña tocando para volver a sorprender. Defensor 2 a 0. Adiós mi flor. Danubio quedó congelado en la cancha. En las tribunas nadie entendía nada.

El técnico Castelli mandó a Nacho González por Faber, procurando juntarlo con Grossmüller. El equipo se acomodó un poco mejor y fue en procura del descuento que alimentara la ilusión del empate.

Pero además de chocar con un muro defensivo, las pocas veces que lo escaló se encontró con el golero Martín Campaña.

El uno de la viola sacó tres pelotas de gol. Una media vuelta de Olivera, un centro que se le colaba por arriba y un cabezazo de Ricca. Danubio contó con más oportunidades. Pero promediando el segundo tiempo Felipe Rodríguez aprovechó una distracción y puso un lapidario 3-0.

A los 38, Grossmüller decoró la derrota descontando. Parecía que el tiempo no alcanzaba. Pero dos minutos después Suárez se regaló tomando de la camiseta a Olivera, que alimentó el sueño de los danubianos poniendo el partido 2-3 desde el punto penal.

El técnico violeta no quería más disgustos y puso a Fleurquin. El violeta terminó defendiendo su triunfo con seis hombres. Lo logró como siempre. A su estilo. La historia es repetida.