Marzo de 1998. Un botija de 11 años llamado Andrés Silva, nacido en Tacuarembó y radicado en Maldonado, comienza a entrenar en el Campus bajo las órdenes de Andrés Barrios. Cinco años después consigue una hazaña histórica, inédita y hasta ahora irrepetible para el atletismo uruguayo: el título mundial de menores (sub 18) en la prueba de octatlón.
Fue en Sherbrooke, Canadá, y de esto se cumplirán 10 años el próximo jueves.
El octatlón es una prueba combinada que a partir de la edad junior (sub 20) se transforma en decatlón.
Barrios modeló en principio a un atleta completo que a partir de 2004-2005 se fue decantando por el 400 metros llanos y desde 2008-2009 por el 400 m vallas.
“En 2001, Andrés tenía el 107% de la marca para ir al Mundial de Debrecen (Hungría), pero tenía 15 años e iba a competir contra los de 17. Decidí que no participara a pesar de que en la Confederación me dijeron que lo llevara igual. Pero yo no lo veía maduro ni preparado psicológicamente que es algo tan importante como lo físico. Porque después vas y quedás 35º entre 40 y te amargás. Consideré que tenía que ir escalón por escalón. Cuando con 16 años (en 2002) fue récord sudamericano de octatlón, al año siguiente nos propusimos ir al mundial a buscar una medalla”, recordó Barrios a El Observador.
Ahí terminó con 6.456 puntos, superando su propio récord sudamericano de la categoría y venciendo al bielorruso Andrey Kravchenko (6.366) y al checo Lukas Patera (6.316). Tomaron parte de la prueba 36 competidores.
Pero más allá de la conquista específica de ese oro que aún hoy suena increíble, Barrios recordó en este aniversario la permanencia de Silva durante una década en el alto rendimiento.
“De los atletas uruguayos que compitieron en mundiales de menores (sub 18) el único que se mantuvo creciendo y mejorando fue Andrés Silva. El único año que no ganamos medallas fue en 2012 porque no nos fue bien en el Iberoamericano (abandonó por lesión). Además, Silva es el único atleta que no bajó de un podio sudamericano desde que en 2001 ganó los Juegos Estudiantiles”, contó.
“Lo que más importaba después de ganar aquel título mundial era mantenerlo y Andrés lleva más de una década como líder uruguayo en resultados internacionales. Y esto se hace en Uruguay, donde todo es mucho más difícil”, expresó.
Y sí. Sudamérica es el sótano del mundo del atletismo. Y Uruguay específicamente, no tiene las mejores infraestructuras para el desarrollo de sus atletas (“el nivel económico es medio-bajo”), Silva nunca tuvo competencia interna (“tenemos una población muy reducida”, dice el DT), practica pruebas de velocidad donde el invierno es el principal enemigo (por algo la crema de la velocidad está en el Caribe) y durante el año solo puede disputar un puñadito de carreras de nivel.
Si a esto se le suma el crecimiento de Brasil y Colombia, con conquistas de medallas mundiales, las posibilidades para Uruguay cada vez son más reducidas: “Tengo más de 50 medallas sudamericanas ganadas con mis atletas y más de 10 a nivel Iberoamericano, pero te puedo asegurar que cada vez es más complicado”, concluyó el entrenador, mientras el oro de Andrés Sivla en Sherbrooke cada vez brilla más y se transforma en el gran logro del atletismo uruguayo.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá