Conocida la serie que le tocó en suerte a la celeste en la
Copa América Centenario los uruguayos se frotaron las manos. En los papeles se presenta como un grupo accesible. Venezuela, Jamaica y México serán los rivales.
Sin embargo, el equipo de Oscar Tabárez deberá lidiar con otros temas que complican bstante como: el intenso calor y, sobre todo, los viajes largos.
Si hay un tema que es un martirio para los uruguayos es el calor. Y encima, los antecedentes no son alentadores. Sin ir más lejos, en el último Mundial la pasó mal con Costa Rica en Fortaleza, una ciudad de intenso calor y mucha humedad, lo mismo que en Natal ante Italia.
El antecedente que existe del Mundial de Estados Unidos 1994 fue tremendo y generó críticas y la creación del Sindicato de Futbolistas. Luego de 20 años, muchos estadios de EEUU son cerrados, lo que ayudará.
Uruguay debutará el 3 de junio en Phoenix contra México donde lo espera una temperatura superior a los 38º. El tema se habló en el sorteo y se acordó que, si los árbitros lo consideran necesario, pararán el partido para permitir que los jugadores se puedan hidratar.
De todos modos, en ese partido hay una ventaja: el Estadio de la Universidad de Phoenix es uno de los escenarios techados con los que cuenta el torneo, por lo que no se sentirá tanto el calor del desierto de Arizona.
De ahí, los celestes deberán viajar 3.768 kilómetros, en un viaje que insume cuatro horas y media para jugar el segundo encuentro en Filadelfia ante Venezuela. Se estima que la temperatura en la ciudad de la costa este rondará los 28º.
Luego del juego deberá recorrer 4.626 kilómetros hacia la costa oeste, que se traducen en cinco horas y cuarto de viaje, para medirse con Jamaica en San Francisco con una temperatura similar a la de Filadelfia. Allí se jugó el último Superbowl.
Otra de las complejidades que se presentan es la obligación que tienen las selecciones de estar en la sede del partido tres días antes de cada juego. En los últimos torneos el cuerpo técnico de la celeste adoptó la postura de quedarse en una sede fija y moverse para cada partido. Se corría con la ventaja de que las distancias entre las sedes eran menores.
Uruguay comenzó con esa política en el Mundial de Sudáfrica 2010 donde tomó Kimberley como cuartel general y viajó para cada partido. Ahora, todas las sedes quedan suficientemente lejos como para pensar en no tener una sede fija.