Una advertencia para no desoír

El nuevo recorte del pronóstico de crecimiento económico en el mundo desarrollado y el emergente este año, que acaba de anunciar el Fondo Monetario Internacional (FMI), es una advertencia que no pueden eludir los países omisos en aplicar disciplina fiscal. Por quinta vez en lo que va del año, el organismo multilateral redujo a 3,1% la previsión de crecimiento global, que en abril había calculado en 3,3%. La última estimación es un punto porcentual menor a la de abril de 2012, como consecuencia de un panorama oscurecido en Europa, Estados Unidos y las potencias emergentes. Este último grupo, que ha sido el motor de la economía mundial desde la crisis de 2008, es de especial relevancia para Uruguay, ya que incluye a Brasil y a China, nuestros dos principales clientes comerciales.

China anunció en junio una caída del 3,1% interanual en sus exportaciones, en las que se basó su espectacular ritmo de crecimiento en la última década. La segunda economía mundial registra una desaceleración general, destacando el FMI que el enfriamiento de la actividad afectará a los exportadores de materias primas, en las que se basan nuestras ventas al coloso asiático. El organismo redujo la tasa prevista de crecimiento tanto para China y Brasil como para India, Rusia y Sudáfrica, los otros integrantes del bloque Brics de potencias emergentes. El FMI también rebajó su pronóstico para Estados Unidos a 1,7% este año, inferior a lo estimado por el gobierno de la primera potencia mundial. La razón del ajuste es el acentuado recorte de los estímulos financieros estatales que había implementado Washington para generar actividad desde la crisis de 2008. El FMI reconoció, en su informe semestral, que se había equivocado al presumir que Estados Unidos no reduciría esos estímulos en un volumen que afectara la actividad. También admitió haber subestimado los efectos de la recesión en Europa. Considera ahora que la zona euro, castigada duramente por las crisis en España, Grecia, Italia y otros miembros, seguirá en recesión este año, con una contracción del 0,6% de su Producto Interno Bruto. Anticipa para 2014 una modesta recuperación del crecimiento del 1%, siempre y cuando el debilitado bloque del euro encuentre salida a los graves problemas fiscales en varios de sus países.

Nuestro gobierno ha reconocido públicamente el adverso panorama externo, que puede afectar el crecimiento uruguayo en el mediano plazo. Pero este reconocimiento debe conducir necesariamente a medidas de disciplina fiscal que reduzcan el impacto de mercados internacionales retraídos. El país cuenta con un adecuado blindaje financiero, que incluye créditos contingentes acordados con organismos multilaterales. Pero, después de haber desaprovechado ocho años de bonanza exportadora, eso no basta para conjurar el peligro que sobrevuela a la estabilidad. Es indispensable acotar el gasto público y moderar severamente políticas salariales que inciden en la notoria pérdida de competitividad de nuestros productos, tanto para la exportación como para el consumo interno. La alternativa es que el ensombrecido panorama mundial arrastre a Uruguay a un declive del crecimiento, que incidirá negativamente en las condiciones de vida de la gente.