A simple vista los gustos de Diego Forlán son los de un tipo sencillo. Su auto es de marca pero sencillo. Su forma de vestir jamás fue llamativa. No tiene tatuajes y no utiliza caravana.
En verano, a la hora de bajar a la playa, tenía que ver el momento. El 31 de mayo contó una historia a El Observador: “Tenés que elegir el momento más que el lugar, porque podés ir a todos lados, pero lo que vayas a hacer o ver en ese momento probablemente no lo vas a hacer tranquilamente. Por esa razón tenés que elegir el momento para disfrutar, sino lo mejor es quedarte en tu casa. Después de tanto tiempo aprendés a convivir con eso. Por ejemplo: en los días feriados o fines de semana es impensado ir al cine. Pero mirá que hay jugadores a los que no les molesta y van en cualquier ocasión, aunque no es mi caso. Fijate; el último fin de semana estuve en Punta del Este y a la playa no pude bajar”.
Pero la historia terminó con Diego en la casa: “Entonces, para ver si podía bajar, fui como a las 8 de la noche, pero era un domingo, estaba lleno de gente y no pude disfrutar con los amigos el atardecer, charlando, pasando el rato con ellos. Y me volví a casa. Es como en todo. Nosotros somos personas que estamos en una vidriera y la gente quiere saber y ver”.
Diego es fanático del orden. Fue catalogado como el más ordenado del grupo seleccionado. Edgardo Di Mayo, utilero de la celeste que es conocido como reveló a El Observador algunos detalles. “A Diego le conozco todas las mañas, ya lo conozco de taquito y se cómo llevarlo. Es muy especial. El ordena todo, tiene la rayita de la baldosa que es la marca donde deben estar las chancletas”. Forlán reveló que en la íntima el equipier de la celeste sabe donde deben estar ubicadas las cosas en su habitación.“Minguta dice que yo soy el único ordenado. Él sabe. Cuando me mueve las cosas me caliento. Con Mingu estoy desde juveniles. Aparte, ¡si la gente supiera las cosas que tiene que hacer! ¡El esfuerzo que hace! Cargar con los bolsos, cargar con todo, ahí lo valorarían mucho más a Minguta. La calidad de persona que es, un crack”.
El Observador lo transporta en un viaje a la intimidad de Diego, sus gustos, sus fotos internas, su mundo.
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