Un viaje cargado de ilusión

Santiago Martínez e Ignacio González, símbolos por entrega y fútbol de este Wanderers acostumbrado a irse de copas por el continente, recibieron a Referí en el Parque Alfredo Víctor Viera para contar secretos y recetas de un grupo que quiere animarse a soñar.

El valor de la propuesta

Como en la cancha, Santiago Martínez recoge el guante de la pregunta y entrega corto para que Ignacio González desarrolle. Uno pone el sacrificio, el oxígeno y los releva a todos. El otro se encarga de la magia, de las asistencias entre líneas y se muestra como socio de un equipo que, con Matías Santos y Adrián Colombino, mezcla entrega y fútbol en partes iguales.

Se conocen hace pocos meses, pero la convivencia dentro y fuera de la cancha generó una química que dura más que 90 minutos y hasta comparten la misma forma de encarar el torneo.

Sin un presupuesto inflado que amerite a soñar pero con un plantel joven y con hambre para comerse el continente, Wanderers sabe que primero debe librar una batalla para no traicionar su estilo, ese que lo llevó a definir en lo local y ser animador también en el fútbol con los vecinos del continente.

"Wanderers me dio una oportunidad interesante a mi edad, en una etapa donde estoy terminando mi carrera y estoy en un momento donde quiero disfrutar de mi profesión. Por suerte salieron las cosas y tuve la posibilidad de jugar muchos partidos. Estoy muy bien en Wanderers", dice González que responde como juega, de cabeza levantada y la calma de que todo está bajo control.

En sus respuestas hace referencia a Danubio, su casa, su origen y el amor de su vida, pero aclara que le debe a Wanderers el respeto y el agradecimiento por la confianza depositada.

"Encontré un buen equipo, un plantel armado y del que se fueron pocos jugadores importantes. Si bien son jóvenes tienen varios años en Primera y si bien el grupo es reducido eso favorece al desarrollo del equipo mismo. Es un lindo club y un lindo vestuario. En Wanderers estoy muy cómodo", agrega Nacho, que se dio el lujo de pasear su fútbol por España, Inglaterra, Francia, Bélgica y Grecia antes de hacer una escala en Nacional y aterrizar en el Prado.

Martínez pasa por atrás, como en la cancha, y atento a cada movimiento aporta: "La doble competencia es positiva por más que te lleva a una fatiga y a un cansancio mayor, porque tenés más partidos y es la participación en las copas internacionales la que te da un mayor ritmo de competencia para llegar mejor al torneo local".

Es que Wanderers no solo mira la copa, sino que también alimenta el sueño del torneo local, ese que llegó a definir en la última fecha y que se quedó en el Gran Parque Central.

"La idea del club me gustó desde el primer momento. La historia de Wanderers de toda la vida me sedujo desde la propuesta. Wanderers históricamente propuso eso de jugar bien para ganar y me sentí identificado. Me insistieron en que venga, demostraron que me querían y acá estoy, intentando sumar desde mi lugar. Es un equipo que peleó el torneo local, hizo una buena Copa Sudamericana, tiene un buen plantel y apuesta a jugar siempre. Eso, desde mi posición, siempre te ayuda", agrega González.

"Tenemos una experiencia importante del semestre pasado. Tenemos un plantel corto pero lo llevamos muy bien. Ahora empezamos la Copa Libertadores pero todavía el uruguayo no comienza, algo similar a lo que ocurrió el semestre pasado. Además tuvimos una buena pretemporada, creo que si bien cambiamos el cuerpo técnico la idea de juego es la misma y obviamente se le agregan algunas cosas con la llegada de Jorge. Solo se fue Leonardo Burián y estamos confiados en pasar de fase", remata Nacho.

"La agresividad y la recuperación son dos características que trajo este cuerpo técnico y nos venimos adaptando muy bien. Contra Universitario de Sucre sabemos que luchamos también contra la altura pero nuestro objetivo no cambia. Vamos dispuestos a quitarles la pelota para hacer nuestro juego. Hay que saber manejar la altura, que creo es algo psicológico más que físico. Tenemos que estar prontos para el desafío", aporta Martínez.

La altura es el fenómeno a batir, ese jugador número 12 que puede traicionar al cuerpo en cualquier momento y por eso se la respeta tanto. Sin embargo González quiere minimizarla e ir confiados en el libreto propio: "Hace tiempo que no juego en la altura, con Danubio en 2005 jugamos en Quito y en La Paz. Se siente pero no hay que darle mayor trascendencia. Tenemos un equipo joven y eso suma. Estamos entrenando con todas las precauciones para que la altura no nos complique".

A la hora de los antecedentes, el volante creativo tiene un plus, ya que su trayectoria le permite conocer desde la experiencia la complejidad de un certamen que implica viajes, sacrificios y una cuota extra de mentalización: "Es mi tercera Libertadores. Ya había jugado una con Danubio y una con Nacional. Ahora tenemos tres previas que son una locura, el formato es anormal, demasiado esfuerzo para llegar a la fase de grupos, pero es lo que hay. Universitario nos merece el mayor respeto, lo estamos estudiando y tenemos que planificar bien".

Antes de que llegue el ómnibus que los llevará al último entrenamiento, antes de subirse al avión de la ilusión, González mira hacia el vestuario y ve como una cantidad de chicos bromean sobre el viaje a Bolivia. Para algunos será su primera gran experiencia, para otros como él, con varios sellos en el pasaporte, una oportunidad de demostrar su vigencia. Por eso la confianza en el grupo está por las nubes: "En Wanderers venimos haciendo las cosas muy bien entonces tenemos que seguir trabajando en el mismo sentido. Todos tenemos cosas que mejorar, no somos Barcelona, pero creo que estamos bien encaminados para lo que se viene. Desde que yo vine, Wanderers intentó salir a ganar siempre respetando su estilo y eso lo tenemos que mantener"