Cuando el árbitro Daniel Fedorczuk adicionó seis minutos, los hinchas de Liverpool se querían morir. El equipo ganaba 2-1, había marcado un gol el debutante Javier Chevantón, sumaba seis puntos en dos fechas y empezaba a vestirse de candidato. Fiesta completa. Pero Wanderers lo tenía acorralado desde hacía varios minutos, prácticamente no defendía, solo atacaba y esos seis minutos iban a ser de sufrimiento para los locales. Lo sospechaban.
Y adivinaron. Cuando el último minuto de descuento se consumía llegó el centro de Albarracin y apareció la cabeza de Gastón Bueno para vencer las manos de De Amores. El golero que había salvado otras tantas arremetidas bohemias no pudo con la última. El partido terminó 2-2, pero mientras Wanderers festejó alborozadamente el reparto de puntos, Liverpool estalló de bronca.
No solo por la decisión (acertada) del árbitro de estirar tanto el partido, sino porque se les escabulló un partido que ganaban 2-0 con un gol al minuto de juego de Pezzolano y otro a los 54 de Chevantón. Y pudo ponerse 3-0 Liverpool con un tiro de Chevantón y otro de Pezzolano que rebotó en el caño.
Wanderers no se acobardó. Arias dejó a tres defensores y pobló la cancha de delanteros. El ingreso de Albarracín fue desequilibrante. Kevin Ramírez estrelló dos pelotazos en el palo. Y siguió atacando, con Gastón Rodríguez, con Blanco...
El Chapita descontó tras una buena asistencia de Albarracin y Bueno marcó el empate en la última jugada. Un gol que fue el premio a la audacia.
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