Agustín mira la pelota. La aprieta fuerte entre sus manos. Sonríe. Como verificando que sus sensaciones pertenecen a la realidad y no al mundo de los sueños. El problema es que esos mundos ahora se parecen.
El lunes, después de la práctica, tenía 27 llamadas perdidas en su celular. Todos los medios deportivos querían tener su palabra. La tranquilidad de su vida diaria se ve alterada. Tanto que cuando recibe a El Observador en su casa confiesa: “Me dio fiebre, tengo 38º, estoy en una nota y me llaman por otra. Quiero cumplir con todos, pero es un poco cansador, aunque ojo, bienvenido sea”.
¿Qué provocó esta locura? Su talento, su velocidad. Y sus goles. Una perfecta demostración de sus cualidades en apenas 17 minutos. Fue el sábado en Jardines ante el campeón Danubio. Racing perdía 2-0, pero tras el ingreso de su joyita terminó ganando 4-2.
“Al momento de entrar la verdad que nunca imaginé que iba a hacer cuatro goles”, confiesa.
Pero en el mundo de sus sueños sí: “Alguna vez soñé con tener un día así y a veces sueño que estoy en la selección, pero me levanto y estoy en casa. El domingo me desperté y era verdad”.
Empezó en Peñarol
Agustín tiene 22 años. Es de Malvín Norte, vive en el Complejo Euskal Erría 71 y empezó a jugar a los cuatro años en la canchita de baby que está ubicada a pocos pasos de su vivienda.
“Mi madre es la luz que me ilumina”, dice. Agustín es hijo único y fue María quien lo acompañó en todos sus pasos futboleros.
Su padrastro es Luis Alberto Acosta, el Loco, exjugador de Wanderers y la selección uruguaya. “Cuando dirigía la Cuarta de Peñarol habló con Gonçalvez y el Cacho Caetano y llegué a la novena”.
Hizo todas las divisiones hasta la Tercera e incluso llegó a entrenar en Primera cuando estaba Diego Aguirre de técnico.
“En Séptima y en Sexta no me tenían mucho en cuenta pero cuando llegó (Víctor) Púa y Claudio Listur y me vieron empecé a jugar. Veían mucho futuro en mí, me ayudaron, me subieron los viáticos, me aconsejaron y les estoy muy agradecido”, dice.
“Recuerdo un clásico que jugué con Cuarta en el Charrúa porque hice dos goles y al otro día jugué con la Quinta e hice otro”. Compartí equipos con Sebastián Cristóforo, Emilio Mac Eachen y Gastón Ramírez.
“Jugué contra el Vampiro (Darwin) Torres que ahora es compañero mío en Racing. Alguna que otra patada daba. Siempre le recuerdo esos clásicos, pero él me recuerda uno de Sexta donde perdimos feo”.
Gutiérrez no llegó a debutar en la Primera del aurinegro.
“Tenía la confianza y la ilusión de llegar, pero es muy difícil en un equipo grande donde venían jugadores de elite que estaban en Europa. Además nunca tuve la posibilidad de que me hicieran un contrato”, recuerda.
Con 18 años recibió una oferta para ir a jugar a Caxias do Sul, en Brasil. “Me fui de Peñarol con un dolor en el alma y fue una linda experiencia aunque no jugué prácticamente nada. Estuve de suplente en una final de Gauchao contra Inter”. La experiencia duró un año y medio hasta que Racing le abrió sus puertas. Esta es su tercera temporada en el club.
“Pienso en Racing porque es mi presente y quiero conseguir grandes cosas con el club como ir a una copa internacional”, afirma.
¿Peñarol? “Es una cuenta pendiente, un sueño que espero que alguna vez se haga realidad”. Y Agustín es capaz de hacer sus sueños realidad.
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