No es una originalidad pero se sabe que vivía expulsado cuando jugaba al fútbol profesionalmente, como contó él mismo.
En este Uruguayo estuvo cuatro meses al margen por una operación en el pie, pese a ello, se llevó el 79% de los votos del periodismo. Gustavo Chiara y Antonio Barquet lo operaron y, después que dejó las muletas de lado, volvió una mañana de abril de 2013 para arbitrar Huracán del Paso de la Arena-Villa Teresa en el Roberto. De ahí al clásico fue solo un paso. Llegó justo para el partido más importante.
Ubriaco ya había ganado el año pasado y se transformó en el sucesor de Jorge Larrionda, que antes lo conquistó siete veces.
“Recuerdo una anécdota del Mundial sub 20 de Colombia. A un jugador de Nigeria le hicieron una falta fuerte que no la vi y después pude verla en la televisión. Me dio lástima porque él salió lesionado por ese episodio. Casualmente en otro partido de su selección hice de cuarto árbitro y cuando lo vi, le pedí disculpas”, dice. Y agrega: “Después me tocó verlo nuevamente cuando quedaron eliminados en los cuartos de final contra Francia. Sin embargo, pese al mal momento, llorando me dio su camiseta de forma de agradecimiento por mi actitud. Eso tiene que ver con la humanidad en el fútbol”.
Su pasaje como jugador le agrega más oficio para sobrellevar los partidos. “Los jueces, cuando nos equivocamos, lo hacemos de buena fe”, admite.
Ubriaco, el mismo de Central, que jugó en Italia, Escocia, Inglaterra y Sudáfrica, ahora da clases de arbitraje en las canchas
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