Peñarol cerró el año a todo lujo. El campeón del Apertura venció 2-0 a Liverpool con dos goles notables pese al pésimo estado del campo de juego; el primero de Sebastián Gallegos -un zurdazo al ángulo- y el segundo del goleador Juan Manuel Olivera -un sutil disparo por encima del golero- para llegar a 13 goles en su cuenta personal. Pero además, el aurinegro mantuvo la distancia de cuatro puntos sobre Nacional y Defensor, un interesante rédito para la tabla Anual.
Por si alguna duda quedaba -más allá del título-, Peñarol demostró que fue, por lejos, el mejor equipo del torneo.
De todas maneras, en este encuentro llegó al primer gol en el momento menos esperado, con un zurdazo formidable de Gallegos que se metió en el ángulo, imposible para Matías Castro.
Hasta ese instante era Liverpool el que había generado más juego. Le faltó al negriazul la contundencia frente a Enrique Bologna. El golero argentino salió a destiempo en alguna oportunidad, pero se mandó una atajada monumental en un tiro libre de Paulo Pezzolano.
Las subidas de los laterales (espacialmente Andrés Rodales), el manejo de Pezzolano y la velocidad de Rodrigo Aguirre, fueron las armas en las que se basó Liverpool durante el primer tiempo para atacar el arco aurinegro. Tuvo más la pelota, se jugó más en cancha de Peñarol y generó chances. Faltó convertir.
El campeón se acercó en los primeros minutos en andas de la velocidad de Jorge Zambrana. El pequeño jugador se sintió como pez en el agua en una cancha resbaladiza y mojada. Le faltó compañía, porque Zalayeta y Olivera no anduvieron.
Faltó Estoyanoff (lesionado) para acompañar, porque si bien Gallegos marcó un gol fantástico, hasta ese momento el ex jugador de Danubio no había aparecido en el partido. La oportunidad anterior al gol para Peñarol fue un tiro desde muy lejos del paraguayo Torres, que pasó cerca del arco.
Para el segundo tiempo creció Peñarol. Zalayeta exigió más que antes y Olivera se asoció con un gol fabuloso. Recibió la asistencia de Zalayeta y definió por arriba del golero Castro.
Liverpool también intentó, aunque con menor profundidad que en los primeros 45. Llegó hasta el área y ahí se consumieron sus ganas. Para colmo, el árbitro expulsó a Pezzolano, quien agredió a Raguso.
El lateral aurinegro le tiró un caño al volante negriazul y éste reaccionó. Suele suceder en el fútbol uruguayo que los jugadores se molestan cuando el rival les hace algún lujo.
Pero al cabo, el lujo aurinegro fue su desempeño en todo el torneo. Redondito.
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