Si fuera un carné escolar, la evaluación del rendimiento del lunes de Liverpool, que derrotó 3-1 a Progreso en partido postergado de la novena fecha del Torneo Apertura, sería “puede y debe rendir más”.
El equipo del Tola Antúnez no atraviesa un buen momento futbolístico.
Si jugando mal gana y saca adelante un partido complicado como el que le planteó Progreso, Liverpool tendría que estar mucho más arriba en la tabla y peleando el campeonato con un rendimiento acorde a las posibilidades de su joven, pujante y talentoso plantel.
Pero en la cancha, al equipo le cuesta ser prolijo, manejar la pelota, atacar al rival. Las básicas.
Liverpool juega por abajo cada salida. Por abajo entre los defensas que mueven un poquito la pelota para inmediatamente después sacar un bombazo largo.
Esa fórmula divide la pelota, ensucia el ataque, favorece al defensa rival que solo tiene que contrarrestar un concepto tosco, por simpleza y previsibilidad.
Y mientras, los Núñez y los Aguirre –dos joyitas– andan mendigando errores del rival para poder ofender.
Progreso, con un 4-2-3-1 atrevido, con Fabián Canobbio de doble cinco, controló la pelota, la sacó limpia del fondo con un movedizo Matías Appelt –una especie de Carlitos Díaz en su mejor forma física–, abrió la cancha con Guarteche y Dorrego y generó espacios con su torre, Gustavo Alles.
Pero el fútbol no es solo concepto. Ni solo ataque o tenencia de pelota. Es una combinación de varios factores donde lo defensivo debe reforzar y sostener las virtudes ofensivas.
Y Progreso carece de ese contrapeso. ¡Porque Liverpool lo encontró dormido con su mismísima fórmula arcaica! Tamareo puso un pelotazo llovido, Tabárez (zaguero) e Iriarte (arquero) dudaron y Aguirre metió una diagonal para peinar la pelota y poner el 1-0.
Los negros jugaban ya con 10 por la expulsión de un Núñez que estaba en otra.
El factor inteligencia también define partidos de fútbol. Y Progreso falló más que su rival en ese rubro: Alles se hizo expulsar por simular una falta y Tabárez por agredir a Montero en el piso.
Pero eso fue en el segundo tiempo. Antes, el Gaucho lo pudo empatar de penal pero Fabián Canobbio la estrelló en el palo.
Y Liverpool fue 100% efectivo en las tres primeras opciones de gol que dispuso: Melo de penal y Tamareo tras una buena combinación con Felipez.
Progreso descontó cuando iban 0-2 con tanto de Lombardi, también de penal.
El gran mérito del negriazul fue sostener el 1-0 durante los 35’ que estuvo en inferioridad numérica. Mérito compartido entre su defensa y el rival que falló mucho.
Recién en los 30’ finales, cuando quedaron 10 contra 10, Liverpool se adueñó del trámite. Fortaleció su línea media, desplegó una mejor respuesta física y terminó contragolpeando a un rival que se desmembró con las expulsiones.
Para el próximo carné, el negriazul deberá llegar al “mejoró notoriamente, siga superándose”.
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