Sin fútbol, ¿sin esperanza?

La dimensión de la derrota que Peñarol sufrió ante Racing recién se va a conocer el domingo, después que se cierre la novena fecha del Clausura. En ese momento, la tabla devolverá a los aurinegros una imagen que afrontarán con suspiros, porque pudo resultar peor, o no. De todas formas, la caída de los dirigidos por Jorge Da Silva, magnificada por la pobre producción del equipo, multiplicaron las preocupaciones del hincha, aumentaron las dudas acerca del juego mirasol y comprometieron su recorrido en el Clausura, en el que, a pesar de todo, sigue como líder.

Peñarol no jugó bien otra vez y se encontró con un Racing que realizó un gran partido. Porque la producción de los dirigidos por Juan Tejera rayó la perfección, por la aplicación táctica, el sacrificio a la hora de defender (cuando un jugador de Peñarol recibía el balón en ataque, lo rodeaban tres o cuatro defensores), el orden para cuidar que no quedaran espacios en su cancha y el vértigo que le pusieron a la ofensiva, para aprovechar el hándicap que siempre birnda el grande que tiene la obligación de salir a ganar.

Racing se aprovechó de todo, y lo reflejó en el marcador. Lo pudo haber conseguido mucho antes de los 69’ –cuando Quiñones estableció el empate–, porque de contragolpe, en un discreto primer tiempo, los de Sayago estuvieron tres veces de cara al gol: a los 27’ y 39’ Carlos Díaz, y a los 30’ Quiñones. Después, con el empate y enseguida el 2-1 definitivo, que marcó Díaz, los visitantes cerraron el partido.

La propuesta de Peñarol fue deficitaria a pesar de los intentos del técnico de buscar opciones, ante la ausencia de Juan Manuel Olivera, que acumuló cinco tarjetas amarillas. La baja del goleador obligó al técnico a cambiar la figura táctica. Por primera vez jugó con tres delanteros y con Antonio Pacheco de enganche.

Por sus propias carencias y, fundamentalmente, por el trabajo de Racing, Peñarol sufrió el partido. Pacheco no fue determinante, Zalayeta, que intentó hacer lo que mejor saber –poner en funcionamiento el ataque–, se encontró con que cada vez que levantó la cabeza no estaba Olivera, su referencia y que Estoyanoff se encontraba muy lejos, por afuera, y Núñez, que intentó interpretarlo, siempre fue bien controlado a pesar de que incomodó a los rivales con su velocidad.

Racing demostró que es más fácil destruir que construir, porque con aplicación táctica y muchos hombres cerca del arco que defendió Contreras, Peñarol se quedó sin caminos para llegar al gol.

En el primer tiempo Zalayeta tuvo dos ocasiones para marcar, una de cabeza a los 17’ y otra a los 34’, cuando desacomodado encontró la pelota con su pierna derecha, la empujó al arco y el golero, tras gran atajada, desvió al córners.

El arranque del complemento fue el ideal para Peñarol, porque a los 51’ Baltasar Silva puso el 1-0 y parecía haber destrabado otra vez una situación adversa para los de Da Silva, igual que en la fecha anterior ante El Tanque Sisley. Sin embargo, un error de Valdez, el mejor de la defensa de Peñarol en el torneo, derivó en la expulsión del zaguero, el gol de tiro libre de Quiñones y la reacción de Racing, que en dos minutos se quedó con el triunfo y dejó a Peñarol en una situación incómoda, que puede ser muy o apenas de acuerdo a los resultados del domingo. Y lo peor para los intereses aurinegros es que el fútbol de su equipo no brinda señales de recuperación. Ese no es un detalle menor.