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Sencilla y cautivante: los mejores momentos de la inauguración de Río 2016

Con una fiesta que tuvo el típico color brasileño, Río 2016 empezó a andar
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06 de agosto de 2016 a las 00:55
Enviado a Río
Quizás no alcanzó el show total de Londres y la opulencia de Beijing, pero le puso un estilo brasileño que enamora y atrapa. Sencilla y cautivante, así pasó la ceremonia inaugural de Río 2016.

Un chaplin, un vendedor de banderas, un donador de abrazos. Chile, Brasil y Argentina. Japón y Canadá. Estados Unidos y Pakistán, todos unidos en un abrazo. Cansado de dar vueltas sin rumbo, uno de los cientos de ómnibus que trasladan a los periodistas decide parar en el corazón de Maracaná y atravesar un mar de diversidad cultural hasta el vallado prohibido para la gente fue un increíble caos. Bien brasileño, 100% sudamericano. La ceremonia de apertura de Río 2016 estaba a punto de arrancar.

Para eso hubo que atravesar dos intensos y exhaustivos cacheos policiales -las afueras de Maracaná parecían zona de guerra por la cantidad de militares- y caminar un largo trecho, armar una lenta y pesada fila, desorganizada pero sin desbordes de avalancha.

Pasaporte directo as las entrañas de Maracaná, histórico monstruo de cemento. Cinco pisos en escalera mecánica, modestos puestos de comida ofreciendo papitas y maní sin panchos ni hamburguesas, y un estadio que se fue llenando a ritmo acelerado.

Así quedó pronta la ceremonia de apertura, con un breve juego de kiss cam que fue de menos a más en la aprobación del público y que terminó en ovación con un efusivo beso entre dos hombres.

La ceremonia

A pesar de los augurios de que la crisis económica y política empañaría la fiesta, de que los recortes de presupuesto la volverían extremamente austera, la fiesta tuvo todo el encanto que le pueden dar los brasileños. Desde el himno cantando al ritmo de bossa por Paulinho da Viola, o la reconstrucción en el campo de la historia de Brasil, incluido el primero vuelo aeronáutico de Santos Dumont, o una larga pasarela del la supermodelo Gisselle Bundchen, acompañada por la música de garota de Ipanema, de Antonio Jobim.

Pero, aún al borde del mensaje siempre neutral del COI, no faltó el fuerte mensaje ambientalista, a favor de la lucha contra el cambio climático, y contra la deforestación de la Amazonia. Pero todo con gracia, como solo saben hacer los brasileños: con danza , con música, con bailarines que hicieron magia sobre el campo tal como cada domingo lo hacen los futbolistas.

Uno a uno pasaron los países. Faltaron algunos atletas, los que hoy temprano ya compiten, en un debate que venía hace días en la Villa, debido a que muchos entrenadores preferían que sus dirigidos cuidaran piernas, teniendo en cuenta que el desfile implicaba estar cinco horas de pie. Sin embargo, la mayoría decidió darles la libertad, porque todos entienden que estar en esa fiesta es algo único, un justo premio a tantos años de preparación.

El público brasileños aplaudió a casi todos, aunque hicieron sentir la rivalidad con Argentina, y también con EEUU. Uruguay llegó, como siempre, sobre el final, con Lola Moreira de abanderada. Para el resto del mundo fue una pasada que no llamó la atención, pero para los celestes fue un momento único, para el cual se prepararon durante toda la jornada, como se encargaron de mostrar en las redes sociales.

Tras los silbidos al presidente interino Temer (ver aparte) vino el esperado momento del encendido del pebetero, que había estado rodeado de expectativa desde temprano. Qué Pelé estaba enfermo y no podría hacerlo, que Guga Kuerten era el candidato... Al final, fue Wanderlei de Lima, aquel que pérdió el oro en la maratón de Atenas 2004 porque un fan se le colgó de los hombros, que tuvo su gran revancha.

Fue el clímax de la fiesta. Ahora, para los uruguayos, y para todos, será el turno de saltar a la competencia, para seguir escribiendo su inolvidable sueño olímpico.

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